Centroamérica: entre la democratización y el autoritarismo
Las libertades son acechadas por el autoritarismo, la violencia se va imponiendo y en algunos casos hasta es objeto de admiración. ¿Hasta dónde se vale debilitar instituciones y aplastar a otros?
Histórica Centroamérica
América Central es el puente terrestre que une al norte y al sur del continente, sin embargo, también está atravesando una crisis de la democracia y las instituciones. Centroamérica está integrada por seis países: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Pero cinco de ellos especialmente tienen problemas en cuanto a sus democracias.
La región tiene un desarrollo histórico marcado por dictaduras, golpes de estado, intervenciones y militarismo. Durante la tercera ola de democratización de los años 90, se creyó que la democracia había bañado a esta parte del continente. Con los acuerdos de Chapultepec se puso fin a 12 años de guerra civil en El Salvador; en 1989 el dictador panameño Manuel Noriega dejó el poder; en 1993 terminaron las luchas intestinas en Guatemala; y en Nicaragua la democracia floreció tras la caída de Anastasio Somoza.
El siglo XXI marcaba un nuevo amanecer para los países centroamericanos y sus habitantes, sin embargo, entrarían a un nuevo modelo de autoritarismos cada uno con sus particularidades. Hablar de Centroamérica es necesario para explicar la erosión democrática que vive la región.
Misma región, distintas realidades
Como se explicó al inicio de este texto, los países centroamericanos están viviendo eventos que cada vez los alejan más de las democracias imperfectas y los acercan más a los autoritarismos. Leonardo Morlino (2005) caracterizó a las cuasi democracias como “las que combinan ciertos niveles de autoritarismo con algunas dosis de democracia como elecciones, dirigidos por partidos hegemónicos, con límites a la libertad de expresión y algunas limitantes a la oposición”.
Si bien no existe una ley o un camino para que un país transite hacia una cuasi democracia, hay diversas formas de hacerlo, esto se puede deber a la inestabilidad política, altas dosis de violencia, desconocimiento de resultados electorales, judicialización de elecciones o la debilidad institucional. Las variables analizadas por Morlino han cambiado del siglo XX al siglo XXI, algunos autores también conocen a este concepto como democracia híbrida.
El primer caso para analizar es Guatemala, quien desde la primera vuelta electoral donde Bernardo Arévalo fue el candidato sorpresa y que luego se impuso en el balotaje haciendo que el país girara a la izquierda. No obstante, las elecciones no transitaron de manera pacífica como se esperaba, debido a que la judicialización de la jornada y los intentos por retirar la personalidad jurídica a Movimiento Semilla despertaron el malestar en la ciudadanía.
A pesar de que Arévalo venció en las urnas a la ex primera dama Sandra Torres, la fiscal María Consuelo Porras continuó abriendo investigaciones en contra del partido por presunta recolección de firmas de forma ilegal. Esto ha desatado protestas sociales, enfrentamientos y que la gente pida la renuncia de Consuelo Porras. La tensión en el país centroamericano sigue subiendo ya que la ciudadanía cada vez confía menos en sus instituciones, aunado a que el presidente Alejandro Giammattei ha declarado que él no puede cesar a la titular del ministerio público.
Asimismo, la gente y algunos estudiosos guatemaltecos consideran que esto es producto de un lawfare o golpe de estado a través de la ley, judicializando la elección y dejando fuera a Bernardo Arévalo del gobierno. Al hablar de la hibridación de la democracia guatemalteca, se hace referencia a la incertidumbre que permanece entre el gobierno actual y el presidente electo, sumado al desempeño de las instituciones, las cuales están polarizadas.
Recordemos que también hubo un intento para llevar a juicio político a los integrantes del Tribunal Superior Electoral. Sin embargo, la credibilidad de las instituciones ha caído desde la organización de las elecciones por dejar fuera a diversas candidaturas, las fallas en la impresión de boletas y el lento procesamiento de los resultados electorales.
Es condenable lo que está pasando, ya que desde la victoria de Arévalo la democracia guatemalteca oscila hacia el autoritarismo al no haber certeza de lo que pase en un futuro. El reconocer la victoria de un candidato, pero no garantizar la seguridad de una transición pacífica de poderes también rompe con la democracia y la institucionalidad.
El 2 de noviembre el Tribunal Superior Electoral suspendió la personalidad jurídica a Movimiento Semilla debido a la solicitud de un juez que investiga la constitución del partido y el registro de firmas. Si bien la ley guatemalteca no es clara sobre las consecuencias que esto podría traer, lo cierto es que esto solo tensa el ambiente político y debilita a las instituciones del país.
Dentro de los países que también han mostrado síntomas de hibridación está Honduras, quien ha venido mostrando un desgaste por los enfrentamientos entre la presidenta Xiomara Castro y los legisladores de la oposición. Recordemos que a principios de este año las tensiones se dieron cuando la oposición amenazó con no hacer consensos para nombrar a magistrados de la Corte Suprema.
Esto llevó a confrontaciones y descalificaciones entre el oficialismo y la oposición, puesto que algunos acusaban que algunos perfiles de las propuestas estaban ligados a la oposición y entonces buscarían frenar el gobierno de Castro. Mientras que la oposición acusaba al oficialismo de intentar llenar de perfiles militantes al Poder Judicial. Luego de posponer cuatro veces la sesión para los nombramientos, todas las bancadas llegaron a un acuerdo para nombrar a las y los jueces.
Sin embargo, la violencia se materializó en la Asamblea Nacional cuando el 31 de octubre tres diputados opositores fueron golpeados y agredidos con piedras cuando se buscaba llamar a un periodo extraordinario al no nombrarse al Fiscal General. El congreso no sesionaba desde el 30 de septiembre, sin embargo, en la noche los legisladores fueron confrontados por militantes del partido LIBRE, de la presidenta Xiomara Castro.
Hechos como estos no solo debilitan el diálogo y el quehacer político, sino que envían un mensaje que lastima la democracia e incluso muestra a las agresiones como el único camino para dirimir conflictos. Quizá este es uno de los casos más emblemáticos donde el oficialismo y la oposición dejan de lado el diálogo y los consejos para hacer uso de la violencia. No es un hecho aislado, al contrario la región a lo largo del tiempo ha presenciado cómo las elecciones y el debate han perdido su capacidad despresurizadora de conflictos y entonces la fuerza bruta comienza a cobrar relevancia.
La falta de acuerdos, la polarización y los enfrentamientos son síntomas de la descomposición de la democracia. Empero, también debe mencionarse como Honduras está aplicando el método Bukele de mano dura contra las pandillas, del cual se hablará más adelante.
Ante la crisis de inseguridad el populismo punitivo y la violencia se están volviendo la salida más fácil y popular entre la ciudadanía para enfrentar al crimen, pero se ignora que al restringir las libertades políticas y de las personas también se lacera a la democracia. Quiero dejar una primera pregunta para los lectores: ¿Vale la pena cambiar los votos y la civilidad por los puños en aras de imponer ideas?
Por último, Panamá es uno de los casos que ha sorprendido mucho a la región, el país es conocido por los niveles de estabilidad y pacifismo. Sin embargo, recientemente la nación panameña ha protagonizado protestas de todos los sectores sociales en contra de una concesión otorgada a una empresa minera.
El principal problema radica en que la concesión fue aprobada por la Asamblea Nacional de forma expedita y sobre todo, que esta permite explotar una mina cercana al Canal de Panamá que históricamente estuvo bajo el control de Estados Unidos. Esto ha despertado la molestia de la gente y su nacionalismo.
Asimismo, las protestas muestran la molestia contra el presidente centrista Laurentino Corzo, quien es señalado por el incremento de la corrupción y que no ha atendido las necesidades del país. El país cumplirá casi 2 semanas de protestas y el gobierno no ha logrado despresurizar este tema, como podemos observar las manifestaciones pueden aglutinar diversos malestares y agendas, sin embargo, estas son sanas para las democracias siempre y cuando sean de forma pacífica.
El presidente Corzo terminará su mandato el próximo año y posiblemente el oficialismo será castigado en las urnas. En un intento para reducir la presión el ejecutivo ha prometido llamar a una consulta para mantener o derogar esta concesión, realizando el 17 de diciembre. Habrá que seguir de cerca este tema y no perder de vista al nacionalismo como motor de estas manifestaciones, el Canal durante mucho tiempo fue visto como un símbolo del imperialismo y la imposición norteamericana, fue hasta que pasó a manos del país lo cual fue celebrado por la población. Pocos son los casos en el mundo que pueden despertar protestas por parte de la ciudadanía como este caso. Por eso quisiera dejar otro cuestionamiento para las y los lectores: ¿Las y los legisladores realizan estudios y análisis sobre temas espinosos como éste o solo los aprueban sin tomar en cuenta las implicaciones ?
Es necesario analizar y repensar estos casos como una radiografía no sólo de la descomposición social e institucional, sino como la normalización de la violencia, de la judicialización y el desconocimiento de las reglas electorales. Los tres casos expuestos con anterioridad se encuentran en un nivel lejano al de los otros que siguen en el texto, pero considero que pueden ser vistos como un termómetro para medir el nivel de los conflictos en las diversas naciones.
Si bien Morlino habla sobre modelos de democracia así como la hibridación en otros, también conceptualizó sobre las alternativas no democráticas.
Regímenes personales
El líder en los regímenes personales tiene un papel central en la decisión de la política, no está condicionado por ningún actor político o institución. El Estado es moldeado a la imagen y semejanza de estos liderazgos y todos están subordinados a él.
En estos casos, el ordenamiento que adquieran los Estados es de poca relevancia, ya que un personaje asume el control de las decisiones de forma unilateral. Pueden existir presidencialismos y parlamentarismos que estén sometidos a una persona. Por otro lado, los partidos existen, pero tienen un papel testimonial ya que el líder siempre es el ganador. La oposición está desarticulada o encarcelada, mientras que los partidos que se mantienen en el juego electoral, no tienen capacidad de chantaje y en caso de formar coaliciones con el oficialismo perderían su estatus de opositores.
El primer país que cuenta con estas características es Nicaragua, desde que Daniel Ortega ganó la presidencia en 2006, durante el giro a la izquierda en América Latina, no ha dejado el poder. Cuando ganó hablaba sobre la revolución sandinista y la necesidad de profundizar para lograr la igualdad, sin embargo, a través de este discurso comenzó a someter a la oposición, perseguir a quien pensaba distinto y a colonizar todos los órganos del Estado.
Durante la primavera de 2019 estallaron protestas en contra de su gobierno las cuales fueron reprimidas de forma brutal. Asimismo, Ortega se volvió enemigo de las críticas y los opositores, al punto que en el último proceso electoral de 2021 encarceló a 7 candidatos opositores. De acuerdo con Amnistía Internacional, la escala de violencia no ha cesado ya que la persecución contra periodistas, líderes sociales, partidos y sociedad civil autónoma no han cesado.
El orteguismo se ha hecho con la mayoría de la Asamblea Nacional lo cual ha debilitado la división de poderes, estando sometido a los deseos del presidente nicaragüense. Empero, la transición de Nicaragua de democracia imperfecta a autocracia se debe también a Rosario Murillo, primera dama, vicepresidenta desde 2021 y jefa de la Oficina de Comunicación del gobierno. La compañera de Ortega se ha convertido en una de las pocas mujeres que se han vuelto pilar de los regímenes autoritarios del mundo.
La consolidación del orteguismo como autoritarismo ha dado un paso más, cuando el 2 de noviembre de 2023 Rosario Murillo declaró que sería la nueva cabeza del Poder Judicial. De esta forma, la magistrada Alba Luz Ramos, presidenta de la Corte Suprema desde 2010, debería presentar su renuncia. Este es uno de los últimos eslabones con los cuales el orteguismo se hace con todo el poder del Estado y con ello ha herido a la democracia de muerte.
El caso de Nicaragua es paradigmático, ya que Daniel Ortega y Rosario Murillo pelearon contra la dictadura de la dinastía Somoza. Cuando vencieron prometieron un nuevo renacer, pero la democracia duró poco. La visión de una Nicaragua libre y próspera que tenía César Augusto Sandino parece alejarse, mientras el Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido en el gobierno, avala los atropellos al pluralismo.
Regímenes cívico-militares
Morlino encuentra otro tipo de gobiernos autoritarios, los regímenes cívico-militares, los cuales se caracterizan por fundar una alianza entre militares, burócratas, tecnócratas y sectores financieros
Este tipo de régimen se caracteriza porque no necesariamente debe ser un militar quien gobierne de forma absoluta. Otros autores como Juan Linz lo nombran régimen burocrático-militar o Guillermo O'Donnell lo denomina autoritarismo burocrático. Esta categoría hace alusión a los gobiernos autoritarios de México bajo el PRI. Para los casos que estamos exponiendo, no existe este modelo dentro de la región, sin embargo, el que se explica a continuación y con un país en particular.
Regímenes de movilización
Los regímenes de movilización pueden dividirse en 2 tipos: a) nacionalista de movilización caracterizado porque un líder carismático hace que un partido sea el vehículo para sostener al régimen; y b) movilización comunista el cual se asocia a Europa del Este y tiene que ver con el nacimiento de un partido de Estado, como en Polonia.
Para efectos conceptuales del texto el régimen nacionalista de movilización se asocia a luchas independentistas o guerras, sin embargo, en el contexto latinoamericano del siglo XXI muchos políticos hablan del renacer o una segunda independencia. Aquí nuevamente el ordenamiento que tenga el país no es de gran relevancia porque pueden surgir en modelos presidenciales y parlamentarios.
Su importancia reside en la capacidad del sistema electoral para permitir la formación de nuevos partidos y con ello permitir el ascenso de un líder. El caso salvadoreño tiene similitudes con esta tipología, debido a que la llegada de Nayib Bukele al poder en medio de la crisis del bipartidismo salvadoreño ha permitido incentivar la retórica del renacer e incluso de una nueva independencia del país.
Este discurso no sólo cobra relevancia al analizar el carisma del mandatario salvadoreño, sino que considera a los partidos ARENA y al Frente Farabundo Martí como pilares de la corrupción y fuente de muchos males para el país, entre ellos el crecimiento de las pandillas y la violencia que azotaba al país. El pequeño país ha transitado a un modelo de populismo punitivo y militarizado para bajar los índices de criminalidad, si bien ha dado resultados, la violación sistemática de Derechos Humanos ha generado diversas críticas y con ello la erosión de la democracia.
El Salvador puede ser catalogado en este modelo, debido a que el presidente cuenta con una gran capacidad de movilización de personas a través de sus redes sociales. También la masa ha servido para presionar al congreso o para denostar a sus opositores políticos y periodistas. Sin duda Bukele transita hacia la construcción de un régimen personalista al contar con la mayoría de la Asamblea Nacional, el respaldo de las fuerzas armadas y se ha hecho con el Poder Judicial, al destituir 5 magistrados de la Sala de lo Constitucional y nombrar a perfiles cercanos a su partido.
Esta concentración de poder es lo que hace que El Salvador se aleje más de las democracias, aunado a la reelección que está prohibida pero que Bukele logró debido a una sentencia de la Sala de lo Constitucional. Su popularidad se encuentra en 80% de acuerdo a CID Gallup, por lo que las elecciones del próximo año serían un trámite para que Bukele se mantenga en el poder. Para cerrar este caso quisiera dejar otra pregunta para los lectores: ¿La seducción autoritaria es tan fuerte que justifica la erosión de la democracia?
Salvaguardar la democracia
Más allá de englobar o brindar soluciones a los casos descritos con anterioridad, quiero invitar a la reflexión a las y los lectores. El objetivo de hacer preguntas en los diferentes apartados es hilar las diversas variables que están explicadas, ya que como ciudadanos es deber de todos cuidar la democracia, fortalecer la institucionalidad y progresar.
Pero también todos podemos ser culpables en caso de que la democracia perezca, si se avala el autoritarismo, si la seducción por un líder es más fuerte que el valor hacia la división de poderes o la violencia se impone al diálogo entonces seremos responsables de los retrocesos.
Por último, quisiera mencionar una frase de Dante Alighieri y es que “el más oscuro rincón del infierno está reservado para aquellos que conservan su neutralidad en tiempos de crisis moral”. La razón de citar a este autor es porque así como somos responsables de progresar y culpables del retroceso, también quienes se mantienen al límite o dejan que las cosas ocurran sin involucrarse son causantes del devenir de los países y el rumbo que tomen.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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