El asalto a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasil
El asalto institucional del 8 de enero en Brasil por parte de simpatizantes bolsonaristas supuso por unos momentos una amenaza real para la democracia del país.
El domingo 8 de enero de 2023 un grupo de simpatizantes del ya expresidente Jair Bolsonaro invadían en Brasilia las sedes de los tres poderes del Estado, el Congreso Nacional, el Palacio de Planalto y el Supremo Tribunal Federal (STF).
La democracia brasileña en jaque por unos momentos
Este grupo de bolsonaristas que decidió invadir la plaza de los Tres Poderes en Brasilia defendían tesis golpistas y rechazaban la victoria de Lula da Silva en las elecciones presidenciales del mes de octubre. El asalto institucional del domingo, el cual tenía lugar justo una semana después de la toma de posesión de Lula como presidente, constituía el ataque más grave a la democracia brasileña desde 1985, poniendo en jaque por unos instantes los cimientos en los que se asienta la democracia de este país desde hace más de 35 años.
El expresidente Jair Bolsonaro, quien se encuentra en Florida (Estados Unidos), hizo una tibia condena del intento de golpe de Estado promovido y perpetrado por sus simpatizantes. En este punto recordar que Bolsonaro sigue sin reconocer la victoria electoral de Lula.
La respuesta ante el asalto
En los momentos del asalto Lula no se encontraba en Brasilia, ya que había viajado hasta São Paulo para comprobar los daños provocados por las intensas lluvias de hace unos días. No obstante, su respuesta no se hizo esperar al ordenar la intervención federal en la seguridad del Distrito Federal. El Senado refrendó el martes 10 dicha intervención con el voto en contra de ocho senadores bolsonaristas.
Por otro lado, el magistrado del STF, Alexandre de Moraes, suspendió por 90 días al gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, aliado en las elecciones de Bolsonaro. La suspensión de Rocha se debía por “omisión y connivencia de diversas autoridades del área de seguridad e inteligencia”. Asimismo, Moraes ordenó el arresto de Anderson Torres, ministro de Justicia durante la presidencia de Bolsonaro, por ser uno de los responsables de las fallas en el esquema de seguridad que resultaron en la invasión plaza de los Tres Poderes. Torres se desempeñó como secretario de Seguridad del Distrito Federal hasta que fue despedido por Rocha tras el asalto.
Alrededor de 1.500 personas fueron detenidas. La mayoría de los detenidos por la policía del DF estaban en el campamento que había levantado como base para lanzar este ataque institucional. El magistrado Moraes mandó igualmente desmantelar el resto de que campamentos bolsonaristas que se habían montado frente a los cuarteles militares en diferentes partes del país.
De igual forma, el presidente Lula, los 27 gobernadores, la ministra Rosa Weber y los parlamentarios realizaron una marcha simbólica por la democracia y la unidad de Brasil desde el Palacio de Planalto hasta el STF.
Entre los brasileños, el rechazo es mayoritario ante este asalto institucional, de acuerdo con la encuesta de Atlas Intel. El 75,8% se muestra en desacuerdo frente al 18,4% que sí está de acuerdo. Respecto al votante de Bolsonaro, la división de opiniones es más grande porque hay un 38,1% que lo aprueba y un 48,6% que no. Mientras, entre los votantes de los otros candidatos de la primera vuelta de las presidenciales, en su mayoría hay un claro rechazo.
Las similitudes con el asalto al Capitolio
Paradójicamente (si tiene esto algo de paradójico), el ataque contra las tres sedes del Estado brasileño se produjo dos días después de que se cumpliese el segundo aniversario del asalto al Capitolio de los Estados Unidos.
El 6 de enero de 2021 partidarios de Donald Trump irrumpían en la sede del legislativo en Washington D. C. Dos años después, YouGov preguntaba en una encuesta a los estadounidenses por si lo aprobaban o no. Si bien la mayoría (64%) lo desaprobaba, la proporción que lo aprobaba había aumentando considerablemente en este intervalo de tiempo.
Habrá que esperar a ver cómo los brasileños evalúan pasado un tiempo el ataque más grave hasta ahora contra la democracia de este país sudamericano. Otras cuestiones serán la fortaleza del bolsonarismo después de ser una parte importante en lo que sucedió el 8 de enero y luego también el porvenir del Gobierno de Lula. Cuando el líder progresista tomó posesión, aquí, en La Newsletter de Politicx, escribí un artículo analizando los posibles retos a los que se tendría que enfrentar en su nuevo mandato presidencial. Es probable que esto cambie, aunque los politólogos no estamos para predecir. Eso sí, hay que señalar, como leía estos días, la actuación de Lula ante el intento golpista, tomando medidas concretas y sin refugiarse ni en el derrotismo ni el victimismo.
También tengo que decir que frente a lo ocurrido en Brasil no se puede reducir a la existencia de polarización porque lo que ocurrió es una reacción con fuertes raíces golpistas que nada tiene que ver con la democracia y lo que ello representa. Es de una gran miopía relacionarlo con la polarización. Se usa muchas veces de forma indiscriminada como el término ‘populismo’ y se acaba haciendo análisis superficiales y vacuos.
Hemos esperado unos días para hacer el artículo porque con la inmediatez, tan propia de este tiempo, perdemos a veces la perspectiva. Yo soy el primero que hago esta autocrítica.
Y por último, en Politicx está claro que rechazamos todo acto que vaya contra la democracia, no hay matices que valgan.