El cuaderno de viaje mexicano: jarabe democrático
El final del sexenio de Andrés Manuel López Obrador permite dar cuenta de las diversas concepciones de democracia en disputa que marcan el devenir del México contemporáneo.
El mes de septiembre en México es un mes de intensa actividad nacional, no porque empiece todo sino porque es el mes de las fiestas patrias. La noche del 15 al 16 de septiembre es el momento de «El Grito» en el que los mexicanos se reúnen en las plazas de todo el país para conmemorar su independencia con vivas a sus héroes nacionales. Este septiembre, además, ha venido marcado por la reforma del Poder Judicial llevada a cabo a partir de la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador. Se trata de una reforma que dispone la elección popular de los magistrados del Poder Judicial. El objetivo de esta reflexión no es adentrarse en el contenido de la reforma, sino en algunos de los puntos de debate sobre la democracia que se han generado alrededor de la misma.
Vamos a ir desgranando. En primer lugar, un punto diferencial es que en México no hay reelección presidencial, ya que el «antirreeleccionismo» fue uno de los lemas más destacados del proceso revolucionario y conforma uno de los mitos fundacionales de la democracia mexicana. Así pues, hay un periodo amplio para el presidente al contar con un sexenio para llevar a cabo su proyecto político. Lo particular del final de este sexenio es que en las elecciones que dieron la victoria a Claudia Sheinbaum también se logró una mayoría suficiente por parte de la coalición Sigamos Haciendo Historia para hacer reformas constitucionales en la Cámara de Diputados y muy cercana a esta en el Senado. De tal manera que coincide el último mes de la presidencia AMLO con lo que se ha denominado la «supermayoría de Morena y aliados». Esto, motivado porque la oposición no logró su objetivo de mínimos que era la obtención del tercio necesario para frenar las potenciales reformas constitucionales. Si en ciencia política se denomina «pato cojo» al presidente saliente que ve su capacidad de influencia en detrimento, en México, dado los niveles de popularidad y el efecto arrastre que ha tenido el presidente AMLO en las elecciones de junio, han dibujado al presidente como el águila devorando la serpiente propia del escudo nacional.
Dicha reforma ha conllevado una profundización de la crítica en medios de comunicación, partidos de oposición, una parte importante del sector judicial y de la intelligentsia mexicana. Las críticas han sido de alto voltaje, se ha señalado la imposición de un proyecto personal o de una venganza hacia el Poder Judicial por pronunciamientos contrarios a la agenda presidencial. Todavía más, la calificación de dictadura sobrevuela con asiduidad el antiguo distrito federal y en el espacio antes conocido como Twitter se repite la palabra dictador. Entonces, vemos que para estos discursos la democracia es principalmente una institucionalidad basada en la división de poderes.
En esta visión, el mantenimiento de la división de poderes se fundamenta en una carrera judicial mediante el principio de mérito y capacidad. Las manifestaciones de la facultad de derecho de la UNAM, principal universidad del país, tienen que ver con una defensa de este principio. Lo que sigue es la discusión de la elección de las altas magistraturas, debate abierto en múltiples lugares del mundo, en el caso de España durante el bloqueo del Poder Judicial se viene debatiendo sobre esta cuestión desde hace años. Las opciones son diversas: la elección vía mandato presidencial, cámaras legislativas, desde el propio Poder Judicial o, aquí viene el diferencial mexicano, mediante voto popular. Es un diferencial relativo, pues alguna modalidad de voto popular si bien no en los términos de la reforma se da al menos en países como Estados Unidos, Suiza o Bolivia (el más parecido a la propuesta mexicana si seguimos a Rafael Archondo).
En contraste, desde esta visión crítica con la reforma, hay un cuestionamiento de la capacidad de la Presidencia de la República, eje pivotal del sistema mexicano, y del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos para reformar la Constitución, porque toca el tercero de los poderes y el sentido en el que lo hace. Es la tesis que ya venimos escuchando con el celebérrimo ¿Cómo mueren las democracias? (2018), se repite que las democracias ya no mueren por golpes de estado sino por una progresiva erosión democrática, especialmente mediante el debilitamiento de la división de poderes. Por otro lado, es un cuestionamiento del demos en acción mediante el voto, que debe tener sus vías de expresión limitadas y no debe incidir sobre el poder judicial. Toma la forma de una mayoría peligrosa para la pluralidad y las minorías. Es una apelación al peligro de la «tiranía de las mayorías», concepción que tiene uno de sus referentes fundamentales en el pensador francés Alexis de Tocqueville.
Alexis de Tocqueville nos regaló una de las obras más interesantes e influyentes para el pensamiento, la ciencia o la sociología política. Hablamos de La Democracia en América (1835). Su viaje hace casi doscientos años a la emergente y pujante nación de los Estados Unidos de América estaba dirigido a conocer su sistema penitenciario y buscar aplicaciones para su país. Tocqueville, que era un apasionado de los libros de viaje, quedó fascinado por lo que allí se encontró, mucho más allá del objetivo formal de su viaje, y anotó lo que veía con ojos foráneos, curiosos y sorprendentemente anticipadores. Tocqueville vio Estados Unidos como la anticipación del mundo democrático que venía, era la máxima expresión de una larga revolución igualitaria que venía produciéndose desde hace siglos. Entre otras cosas, anotó que la democracia estadounidense donde mejor se observaba era en el ámbito de los municipios. O que la democraticidad se observaba mejor en las prácticas y costumbres que en el solo estudio de las leyes de un país. Nos dirá que aquellas son las que permitirían la legitimación de estas, permiten que las leyes sean el reino de la confianza frente al del miedo. A ojos de Tocqueville, en una relación virtuosa entre ambas obtendremos modelos de gobierno deseables.
Estamos ante un autor muy citado desde el conservadurismo y el antipopulismo, pues Tocqueville ve una tensión de difícil resolución entre libertad e igualdad, la democracia como un lugar en el que se devalúan el mérito y la brillantez. Lo podemos ilustrar en la siguiente cita en referencia al régimen democrático: “si se halla ahí menos brillo que en el seno de una aristocracia, también se encontrará en él menos miseria. Los placeres serán más limitados y el bienestar más general; las ciencias menos profundas, pero más rara la ignorancia; los sentimientos menos enérgicos y las costumbres más dulces; se observarán más vicios, pero menos crímenes” (p. 44)1. Hace un llamamiento a permanecer atentos a la libertad frente a un avasallamiento de las mayorías. Pues, el riesgo en democracia es que sea el régimen “donde el amor al orden se confunde con la devoción por los tiranos y el culto santo de la libertad por el desprecio por las leyes” (p. 48). Estas son las encrucijadas del cuaderno de viaje de Tocqueville.
Por último, septiembre es también el mes en que el presidente rinde cuentas mediante los informes de gobierno. Hace años se hacía en sede parlamentaria, pero se perdió la costumbre ya de manera previa al arribo de AMLO. Éste ha optado por realizar sus informes de gobierno en el Zócalo, en una concepción en el que la democracia es plaza y se rinde cuentas mediante una apelación al pueblo movilizado. Así fue también en el sexto y último informe del 1 de septiembre de 2024. Día en el que, en una plaza soleada y llena de seguidores del principal movimiento político del país, AMLO dio un discurso largo, como tiene acostumbrado. Los medios de comunicación tomaron la enunciación de que el sistema de salud mexicano había superado al de Dinamarca. Hubo otro punto también llamativo: ante las declaraciones del embajador norteamericano de que la reforma judicial conllevaba riesgos para la democracia, el presidente mexicano pareció sumarse a las «encrucijadas Tocqueville» y apeló, utilizando a este autor, al espíritu democrático fundador de los Estados Unidos, que también se mostraba en su vertiente judicial. En conclusión, parece que septiembre ha sido un mes de «jarabe democrático» en el soberano país de los Estados Unidos Mexicanos.
Firma invitada - Andrés González es investigador doctoral en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la UCM. Máster Internacional de Estudios Contemporáneos de América Latina. Graduado en Ciencias Políticas y en Derecho por la UC3M.
Aquellos interesados que cuenten con una perspectiva politológica o sociológica y quieran colaborar en En Disputa con la publicación de artículos relacionados con la actualidad política, pueden ponerse en contacto con nuestro equipo: politicxcontacto@gmail.com.
Gracias por leer En Disputa. Si te gusta la newsletter, haga clic a continuación para unirte al grupo de suscriptores de pago. De esta forma, permites la sustentabilidad y la mejora de nuestra página web.
Tocqueville, A. (2017). La democracia en América. Madrid: Alianza Editorial. (Obra original publicada en 1835)