Elecciones «a la vasca»: se mantiene el statu quo
Las elecciones en Euskadi no han tenido grandes cambios en cuanto a gobernabilidad e influencia nacional, pero sí en la configuración de los partidos dentro del territorio.
La política española se enfrenta en 2024 a tres elecciones que se perfilan como un examen a los seis meses de gobierno de Pedro Sánchez (a la espera de la decisión que tome el próximo 29 de abril). El transcurso de la campaña electoral ha sido lo típico en unas elecciones en Euskadi, fuera de los temas de la política nacional, sin ruido y con gran carga de los problemas reales que suceden en esta comunidad autónoma. Las elecciones vascas como las catalanas se prometían fundamentales para Pedro Sánchez, dos bastiones donde obtuvo gran parte del rédito electoral el pasado 23J.
Estos comicios en Euskadi, después de las elecciones gallegas, no sólo eran importantes para el PSOE en su intento por recuperar impulso de cara a las catalanas y europeas, sino que también eran cruciales debido a que dos partidos socios en el gobierno nacional peleaban por la victoria, pudiendo potencialmente alterar el statu quo del gobierno nacional. Sin embargo, tras los resultados, la situación permanece invariable: el PSE-EE continuará siendo el socio menor en el gobierno de coalición junto al PNV.
El domingo por la noche nos dejó una imagen llamativa: la alegría era evidente en todas las formaciones políticas, excepto en Podemos, que se quedó sin representación. En el mundo de la política, los procesos electorales se tratan de manejar expectativas, y como vimos, el PNV pierde 4 escaños pero mantiene el gobierno, es decir, pierde ganando. Por otro lado, venimos contemplando un aumento de la izquierda soberanista, tanto en Galicia como en Euskadi, EH Bildu y el BNG han conseguido sus mejores resultados históricos tanto en votos como en escaños. La izquierda soberanista está en alza en dichas comunidades. El PP no consigue ser determinante ni frenar a Vox. Además, Sumar gana en su batalla interna con Podemos, acercando a la formación creada por Pablo Iglesias a la desaparición.
La campaña electoral
La campaña electoral en Euskadi ha seguido su curso de manera tradicional, alejada del ruido de la política nacional, como es costumbre. Los ciudadanos vascos siempre han mostrado un marcado interés por sus propios asuntos, por encima de las imposiciones nacionales, y esto ha vuelto a quedar patente en estas elecciones, a diferencia de lo ocurrido en Galicia.
Durante la campaña, han sido cuatro los temas fundamentales que han estado en el centro de la agenda de los partidos: la educación, la sanidad, la vivienda y, por supuesto, la industria que caracteriza a Euskadi.
Un aspecto notable, por otro lado, ha sido la renovación de candidatos por parte de los partidos. La mayoría ha optado por presentar caras nuevas en sus cabezas de lista, a excepción de Vox y Podemos, que mantuvieron a sus candidatas, Amaia Martínez y Miren Gorrotxategi, respectivamente. En este sentido, los partidos políticos de Euskadi han apostado por perfiles más jóvenes, con experiencia en la política local/provincial y un enfoque en la regeneración política.
Los jeltzales decidieron sustituir a Urkullu después de tres legislaturas en el poder, optando por renovar su imagen con Imanol Pradales, un fiel seguidor y «alumno» del ex lehendakari con experiencia en la Diputación Foral de Bizkaia. Por otro lado, los abertzales eligieron a Pello Otxandiano como su candidato, después de que Arnaldo Otegui decidiera no presentarse. Otxandiano es uno de los ideólogos detrás del giro estratégico de Bildu similar al Sinn Fein irlandés hacia una política más pragmática, buscando ampliar su electorado, es decir, conseguir ser transversal. Los socialistas, por su parte, estaban liderados por Eneko Andueza, quien ha sido portavoz del partido en el Parlamento Vasco durante la última legislatura. En el PP, Javier de Andrés reemplazaba a Carlos Iturgaiz después de los peores resultados cosechados en 2020. De Andrés representa el sector moderado del partido (siguiendo la tendencia de Alberto Núñez Feijoó hacia la moderación en los regionalismos) y tiene una postura menos rígida, con una amplia experiencia en política. Por último, la candidata de Sumar, Alba García, ex de Podemos y fiel a Yolanda Díaz, proviene del activismo antirracista.
Cuando la campaña electoral comenzó, lo primero que llamó la atención son los carteles de los partidos políticos. En este caso, el cartel del PNV destacaba por mostrar a Imanol Pradales caminando hacia adelante, transmitiendo seguridad y proyección hacia el futuro. Su imagen ocupaba todo el cartel, enfatizando su protagonismo.
En esta ocasión, EH Bildu no otorgó tanto protagonismo al logo del partido en comparación con otros carteles y optaba por jugar con la tipografía de las letras y los mensajes. Otra pose común en los carteles es la mirada hacia el frente, ligeramente inclinada hacia arriba, simbolizando futuro y cambio.
En contraste, el cartel del PSE-EE mostró sencillez, siguiendo un estilo similar a campañas anteriores. Lo mismo ocurrió con el cartel de Sumar, que siguió un patrón de diseño minimalista utilizado por el partido en ocasiones anteriores. En ambos casos, los candidatos sonreían y miraban hacia el frente, buscando conectar con el electorado.
Por otro lado, Vox siguió una estrategia consistente en todas las elecciones locales y autonómicas al presentar a la candidata junto a Abascal y con un fondo verde como sello distintivo.
El cartel del Partido Popular representó un cambio significativo en su estrategia de comunicación en cuanto a la imagen del candidato. En esta ocasión, optaron por una sola imagen ampliada gradualmente, donde el candidato sonríe y mira hacia la derecha, simbolizando un enfoque hacia el futuro y dejando atrás el pasado. El logo del PP adquiere relevancia en el cartel, y juega con la letra "A", siguiendo la línea establecida por Ayuso en su cartel electoral del pasado 28 de mayo.
Por último, el cartel de Podemos para estas elecciones merece una mención especial. En primer lugar, dejaron de lado el color morado que los caracterizaba y escogieron por una combinación de colores que sobrecargan el cartel. El mensaje se situaba sobre la candidata, sin distinguirse claramente la vestimenta de la candidata del fondo del cartel. Además, su sonrisa parecía más sobreactuada que natural.
El acuerdo entre los partidos para llevar a cabo seis debates, un hecho histórico dado que la mayoría de los candidatos eran nuevos para la ciudadanía y carecían de un amplio reconocimiento social, destaca la importancia de los debates en una democracia. Estos debates desempeñan un papel crucial al proporcionar transparencia y rendición de cuentas, contrastar ideas y propuestas entre candidatos, poner a prueba su rendimiento bajo presión, fomentar la participación ciudadana, y servir como herramienta educativa para promover una cultura de compromiso cívico y participación activa en el proceso político.
En los diferentes debates, la mayoría de los candidatos optaron por prescindir de la corbata, salvo en ocasiones puntuales como la de Pradales, con el objetivo de proyectar una imagen de cercanía a la ciudadanía. La tendencia a «masculinizar» la vestimenta de las candidatas mediante el uso de americanas es un tema recurrente en estos eventos. Un ejemplo destacado es la vestimenta de la candidata de Sumar en el debate organizado por EITB. Su elección de una americana de color rosa, coincidiendo con el color del partido, facilita a la ciudadanía asociar rápidamente a la candidata con la marca política. Este enfoque resultaba acertado, considerando la posición de Sumar en estas elecciones y la importancia de ser reconocidos por el electorado.
En comunicación política, una de las grandes lecciones es que todo comunica, es decir, hay que tener en cuenta hasta los pequeños detalles. En un momento del debate de RTVE, la representante de EH Bildu por Gipuzkoa, Nerea Kortajarena Ibañez, se le dobla la solapa de la americana, llamando la atención y descolocando a los telespectadores. Apostó por el color blanco como la candidata de Vox porque querían mostrar sinceridad, transparencia, pureza y limpieza.
Durante los debates, Eneko Andueza y Alba García destacaron por su autoridad y naturalidad al introducir sus mensajes, mientras que Pello Otxandiano y Javier de Andrés mostraron nerviosismo y falta de experiencia. Imano Pradales, Amaia Martínez y Miren Gorrotxategi tuvieron actuaciones sólidas, defendiéndose y abordando los temas relevantes para su electorado.
La última semana de campaña, con aproximadamente un 30% de indecisos, resultó ser nuevamente trascendental. En julio, la entrevista de la periodista Silvia Intxaurrondo a Feijóo cambió el rumbo de las generales. En esta ocasión, la entrevista de Aimar Bretos a Otxandiano, con sus polémicas declaraciones sobre ETA, también marcó la agenda, beneficiando principalmente a Andueza y Pradales.
Los resultados
Tras una intensa campaña electoral, todo parece indicar que el PNV volverá a gobernar apoyado por el PSE-EE. Aunque el partido de gobierno haya sido el mismo que con anterioridad, lo cierto es que la realidad política en Euskadi no es la misma.
Es interesante destacar que la participación ha aumentado considerablemente, pasando del 50,78% registrado en 2020 al 62,52% que se ha alcanzado en estas elecciones de 2024. Ese cambio supone que hayan participado unas 159.000 personas más que en los comicios anteriores.
El PNV, aunque volverá a gobernar si no hay ninguna sorpresa, ha empeorado sus resultados, obteniendo un total de 27 escaños. Los jeltzales han perdido 4 escaños con respecto a las elecciones anteriores. El aumento de la participación no les ha salido rentable, electoralmente hablando, ya que el porcentaje de voto obtenido por el partido se ha reducido casi en un 4%.
Por su parte, Bildu ha obtenido un respaldo notorio que se ha traducido en un gran aumento del número de escaños obtenidos. La formación ha obtenido 6 escaños más que en las anteriores elecciones, lo que supone un total de 27 escaños. Este resultado provoca que PNV y Bildu estén empatados en número de escaños. En cuanto al porcentaje de votos, la diferencia entre ambas formaciones políticas es de un 3% aproximadamente. En general, EH Bildu ha conseguido ser transversal en cuanto al voto, pero lo más destacable de todo es el voto joven hacia este partido consiguiendo un 41,8%.
La tercera fuerza política ha sido el PSE-EE que ha mejorado sus resultados obteniendo 2 escaños. El porcentaje de voto logrado por la formación ha aumentado un 0,5% con respecto a las anteriores elecciones.
Como cuarta fuerza se ha situado el PP. Los populares han mejorado sus resultados obteniendo 1 escaño más que en las elecciones de 2020. Esta mejora los sitúa con 7 escaños. El PP ha obtenido un mayor apoyo ciudadano que se ha traducido en un incremento de 2,5 puntos del porcentaje de voto.
Sumar ha conseguido aglutinar un 3,3% del voto. Este resultado le ha proporcionado 1 escaño. Si comparamos este resultado con el cosechado por Podemos en las elecciones de 2020, la formación de Yolanda Díaz habría perdido 5 escaños. Aún así, no sería preciso hacer una comparación de este tipo puesto que Podemos se ha presentado de forma independiente a estas elecciones, aunque no ha conseguido obtener representación. La posición de Sumar y su futuro es una incógnita, con cada más fricciones entre los partidos que lo formaron el 23J, que están dificultando la convivencia con las decisiones de la ejecutiva del partido y sin saber posicionarse en el mapa político a la izquierda del PSOE y copar ese electorado. Por ello, siempre que haya la presencia de un partido nacionalista de izquierdas en una región, como el BNG o EH Bildu, se quedan con esta parte del electorado, realizando así un voto dual en elecciones autonómicas y generales.
La sexta formación que ha obtenido representación en el Parlamento Vasco ha sido Vox. La formación ha mejorado su porcentaje de voto de forma insignificante, una subida que no llega al 0,1%. El partido de Abascal ha mantenido el escaño conseguido en las anteriores elecciones, por lo tanto consigue mantenerse dentro de la Cámara Legislativa vasca.
Las consecuencias
Las elecciones en las Comunidades Autónomas suelen tener consecuencias a nivel nacional, el caso de Euskadi no es una excepción. El partido que más beneficiado sale de forma general es el PSE-EE (PSOE). Estos resultados frenan la tendencia ganadora del PP y son una inyección moral para afrontar los futuros comicios en Cataluña y las europeas. A priori, podría parecer que el PSE-EE estuviese en una encrucijada, puesto que dos aliados claves para el gobierno nacional necesitan su apoyo. Sin embargo, parece claro que EH Bildu no hará excesivas presiones y dejará gobernar al PNV con el apoyo del PSOE. Además, la moción de censura realizada en el Ayuntamiento de Pamplona en favor de EH Bildu gracias a los votos del PSN, favorece este contexto donde el PSE-EE acabe reeditando el gobierno con el PNV en Euskadi. Con respecto a las próximas elecciones europeas del mes de junio, las encuestas muestran una holgada victoria del PP, aunque la tendencia ha cambiado existiendo estudios que plantean una situación de empate entre ambas formaciones políticas.
EH Bildu es otro partido que resulta muy beneficiado de estas elecciones. Su estrategia a largo plazo de consolidarse como alternativa nacionalista al PNV está funcionando. Su labor en la oposición en Euskadi es reconocida. Este puede ser uno de los motivos que hagan al partido permitir el gobierno del PNV, con el objetivo de ser la primera fuerza en las próximas elecciones.
Por su parte, el PNV ha perdido su hegemonía nacionalista de forma definitiva. A pesar de que EH Bildu lleve desde 2012 en el Parlamento Vasco, no había estado hasta ahora tan cerca de superar al PNV. El tradicional partido de Euskadi tiene que llevar a cabo una legislatura sin errores ni polémicas con el fin electoral de no perder los votos que tiene en la actualidad. A pesar de todo, han conseguido mantenerse en el gobierno que era su objetivo principal, por lo que, de momento, las consecuencias no son negativas para ellos.
El caso de Sumar y Vox es muy similar. Ambos partidos han conseguido mantener la representación en unas elecciones en las que podrían haberse convertido en fuerzas extraparlamentarias. Por su parte, el objetivo de sobrevivir dentro del Parlamento Vasco está cumplido. Aún así, tales formaciones están en una decadencia evidente, principalmente por sus liderazgos que se agotan. De no llevar a cabo un cambio de estrategia profundo su futuro parece oscuro.
Por último, el PP es el partido más perjudicado de estas elecciones porque han frenado la tendencia favorable que traía el partido tras las elecciones nacionales y las gallegas. Primeramente, aunque han obtenido dos escaños más que en las anteriores elecciones, la realidad es que las expectativas de igualar o adelantar al PSOE no se han cumplido. La sensación que se produce tras un resultado siempre depende de las expectativas que una organización tenga. Si las expectativas se superan o se igualan se considerará una victoria, en contraposición, no cumplir las previsiones genera una sensación de derrota. En segundo lugar, no se ha cumplido el objetivo de dejar a Vox fuera de la cámara vasca, una situación que hubiera consolidado la posición del PP y que hubiera debilitado aún más al partido de Abascal.
Sin duda, las elecciones en Euskadi han provocado un cambio en la dinámica de la política española. Cuando más fuerte parecía el PP y más debilitado el PSOE, han llegado estos resultados que cambian las tornas, al menos emocionalmente hablando, en el debate político nacional. La victoria del PP en las elecciones europeas parecía clara, ya no lo es, habrá que esperar, sin olvidar la influencia que tienen unas elecciones como las catalanas a nivel nacional.