Frente Amplio chileno: camino de la fusión
La nueva izquierda chilena se prepara para converger en un único partido que llevará el nombre de Frente Amplio. El proceso de unificación no acaba con la fusión, sino que empieza con ella.
Un días antes de que se cumpliesen dos años desde que Gabriel Boric asumiese como presidente de Chile, los partidos Convergencia Social (CS) y Revolución Democrática (RD) aprobaron a través de un plebiscito su fusión en el Frente Amplio (FA). Faltarían por formalizar su integración Comunes y Plataforma Socialista, las otras dos fuerzas que componen el FA.
La unificación se espera que se valide legalmente en el mes de mayo, cuando el Servicio Electoral (Servel) apruebe los estatutos y la estructura de liderazgo. En ese momento, el FA se convertirá en el partido con más militantes de Chile. De los 62 mil que serían, 36 mil procederían de CS y 26 mil de RD. Esta cifra podría aumentar con los 12 mil militantes que aportaría Comunes.
El contexto actual chileno ha llevado a las fuerzas de la nueva izquierda, un espacio que dispone de un menor bagaje, buscar una nueva forma organizativa que les permita una permanencia en el tiempo.
Una coalición electoral
En el año 2011, apuntaba el sociólogo Alberto Mayol en El derrumbe del modelo. La crisis de la economía de mercado en el Chile contemporáneo (2012), Chile fue testigo de un “proceso de transformación muy importante”. Sebastián Piñera había llegado a La Moneda un año antes, atrás quedaban los cuatro gobiernos consecutivos de la Concertación. No obstante, por parte de la nueva administración no se apreciaba una gran ruptura con el concertacionismo. La derecha chilena no tenía intención ni de corregir el modelo económico orientado al mercado ni los «enclaves autoritarios» que aún prevalecían.
Así, el estudiantado chileno saldría a las calles en el 2011 reclamando un cambio estructural. El sistema educativo existente en el país era un reproductor de la desigualdad. Estas movilizaciones fueron ganando mayor apoyo de la opinión pública, lo cual permitió que se incorporasen otros asuntos se habían visto afectados por el rumbo que había tomado el país. El malestar se había hecho presente. Los actores sociales entraban en la disputa del sentido común que había sido dominante en las últimas dos décadas.
Las movilizaciones del 2011 eran también una impugnación a los dos principales bloques de la escena política chilena, la Concertación y la Alianza. Como consecuencia, produjo importantes efectos políticos y normativos en los siguientes años.
Entonces el despegue de la nueva izquierda chilena tiene su origen en el movimiento estudiantil. De ahí emergieron movimientos como Revolución Democrática e Izquierda Autónoma y también figuras como Giorgio Jackson o Gabriel Boric. La idea al final era fijar un espacio propio que se diferenciase tanto la Concertación como del Partido Comunista (PC). Ya en 2014 se abriría paso en el Congreso con la elección de Jackson y Boric como diputados.
El Frente Amplio surgiría en 2017 como una coalición electoral que congregaba a catorce partidos y movimientos políticos. El nombre de esta coalición no era baladí. En la nueva izquierda chilena, el Frente Amplio uruguayo era un claro referente por ser uno de los partidos latinoamericanos de izquierda más institucionalizados y de mayor antigüedad. Un ejemplo clásico de frente popular de izquierda en la región. No obstante, hay que advertir que en términos orgánicos el FA chileno es claramente diferente al FA uruguayo. Una coalición electoral (próximamente un único partido) en contraste con una estructura dual compuesta por una coalición de partidos y un movimiento.
La cifra de formaciones que compondrían el FA chileno en un inicio se iría reduciendo. Pese a que algunas organizaciones decidieron abandonar la coalición, otras llevaron a cabo procesos de unificación. Los partidos Convergencia Social y Comunes son resultados de tales fusiones.
La nueva izquierda unificada
El FA hoy es parte del actual gobierno de Chile. Gabriel Boric, militante de CS, era elegido presidente en la segunda vuelta de las elecciones de 2021. Con el estallido social todavía reciente, la ciudadanía chilena optaba por un candidato que no procedía ni del bloque de la centroizquierda ni del de la derecha.
Entonces la discusión sobre la fusión del FA se ha producido durante su etapa en el gobierno. El propio presidente Boric abría este debate en junio de 2023. Aparte de las similitudes ideológicas, elementos coyunturales como el buen desempeño del ultraderechista Partido Republicano en las elecciones de los consejeros constitucionales y el caso Democracia Viva dieron más motivos para su unificación. De esta manera, este proceso dio inicio con el lanzamiento de los «Diálogos sobre la Unidad» en el mes de octubre.
Una vez fue aprobada la propuesta de fusión del FA por parte de CS y RD, el siguiente paso es dar forma a lo que será este partido. En este sentido, cobra importancia quién será la persona que lidere la formación. Aunque su elección será a través de unas primarias, ya han emergido varios nombres que podrían ocupar tal rol y en su mayor parte provienen de CS.
Al interior del FA, Convergencia Social es la colectividad con una mejor posición en el momento actual. Es la que tiene más militantes, la que aporta más votos y el partido del presidente Boric. A esto hay que sumar el debilitamiento de Revolución Democrática tras revelarse el caso Democracia Viva y los problemas de Comunes con el Servel. Sin embargo, el éxito de una organización así se halla en proveer espacios en los que los miembros y las militancias de los diferentes partidos se puedan sentir cómodas. La gestión de la pluralidad interna implica generar canales de voz, no quitarlos.
Pero el FA también tiene otros retos. El informe elaborado por Rumbo Colectivo, un think tank relacionado con el espacio de la nueva izquierda, apuntaba que la constitución del FA en partido único puede permitir que en su diseño institucional se introduzca una mejor relación y configuración con la sociedad civil organizada. A su vez, el politólogo Fernando Rosenblatt advirtió que si el FA aspira a permanecer en el largo plazo, necesita construir organización para dejar de ser una estructura pequeña y elitista, ir más allá de los criterios estándar que habilitan la etiqueta de partido.
¿Suma de debilidades?
Retomando algunas ideas que planteé en un artículo pasado, el actual escenario chileno ha llevado a concebir la unificación del FA como una necesidad. La cuestión sigue siendo si esa necesidad puede llegar a ilusionar o por el contrario la corroboración de una suma de debilidades. En ese péndulo se halla el frenteamplismo chileno.
A dos años de la asunción de Boric, el espacio de la nueva izquierda encara un futuro complejo. Difícil de asumir este panorama cuando es la principal fuerza del gobierno y aún quedan otros dos años de mandato. A pesar de que la victoria del En contra en el último plebiscito constitucional fue un balón de oxígeno para la actual administración, la idea de Boric como el presidente de la nueva Constitución se desmoronó hace tiempo, el FA está en la constante búsqueda de un equilibrio entre gobernar y diferenciarse de sus compañeros de coalición (Socialismo Democrático y Partido Comunista), la «crisis de seguridad» domina la agenda y se pasó de la indignación al miedo.
De igual modo, tampoco se vislumbra a día de hoy algún cuadro dirigente dentro del FA con perfil presidenciable y que pueda tomar el relevo de Boric. Recientemente la encuestadora Cadem mostró Tomás Vodanovic, alcalde de Maipú y militante de RD, con una intención de voto del 1% y la quinta figura política con mejor valoración. Sus dichos a favor de la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles parece que generaron un impacto positivo en una parte de la población. Aun así, es una figura en proceso de consolidación en el panorama nacional y además es probable que estos tipos de discursos no entusiasmen a ciertos sectores del FA.
Otra opción que ha sonado es la de Camila Vallejo. La actual vocera del gobierno lideró en su momento junto con Boric y Jackson las movilizaciones estudiantiles. En cambio, esta siempre ha militado en el PC. Por tanto, en caso de que el FA optase por Vallejo, debería reeditarse la coalición Apruebo Dignidad, que agrupaba al FA, al PC, Acción Humanista (AH) y la Federación Regionalista Verde Social (FRVS). El problema es que tal alianza lleva un tiempo sin funcionar, desde la llegada de Boric a la Moneda.
Con vistas a las próximas presidenciales, si la izquierda chilena, considerando al FA y lo que sería Chile Digno (PC, AH y FRVS), quiere mostrar un ápice de competitividad, tendría que ir de nuevo en coalición. En frente, tiene a una derecha fuerte, aunque no unida. El bloque de la derecha de cara a 2025 se halla en una competencia intrabloque entre Evelyn Matthei (Chile Vamos) y José Antonio Kast (Partido Republicano). Esto no implica que vayan a ir en una misma candidatura presidencial, puesto que Cadem al igual que otras encuestadoras sitúan a la política derechista y al ultraderechista como la dos principales opciones electorales. Es complicado, sin embargo, formular argumentos concluyentes al respecto. Todavía queda un tiempo para las presidenciales. Más cerca están las elecciones regionales y municipales, programadas para el mes de octubre.
Para mirar al futuro, el FA debe centrarse en el presente, dado el perfil oficialista que ostenta actualmente. Construir partido implica disponer de horizontes, gestionar la diversidad, dar voz a la militancia y todo ello sujeto a un reglamento. Es una tarea compleja y cargada de contradicciones. Por ende, este proceso se enriquece cuando se toma en consideración los caminos transitados por otras experiencias políticas con las que se compartan un corpus ideológico similar.