Gerrymandering: el fraude de la cartografía electoral
En Estados Unidos la cartografía electoral se ha utilizado para ganar distritos de forma artificial. Una práctica tan antigua como la democracia misma y que se atribuye al político Elbridge Gerry.
En vísperas de la elección presidencial estadounidense del 5 de noviembre en la que no solo se elegirá la presidencia, también se renovarán once gubernaturas, la totalidad de la Cámara de Representantes, 33 senadurías, los cargos electos de Puerto Rico y el poder ejecutivo en el territorio de Samoa Americana. El panorama político es competido por el enfrentamiento presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris.
En tanto, habría que prestar atención a una práctica electoral extendida en todo Estados Unidos que por muchos es considerada como un fraude, el conocido «gerrymandering» o la redistritación parcial del mapa para maximizar los beneficios electorales. Fue inventada en 1812 por el gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry, quien militaba en el extinto Partido Demócrata-Republicano.
La razón por la que el mandatario estatal modificó las circunscripciones fue porque encontró que su partido no ganaba los escaños en el norte y el oeste, por lo que decidió unificar esos en uno solo y así lograr que los demócratas-republicanos ganaran la mayoría de asientos. El congreso local aprobó la creación de esta ley de redistritación y con ella el partido del gobernador logró vencer a los federalistas.
El término gerrymandering fue acuñado por un caricaturista y un poeta. El primero fue Elkanah Tisdale, quien estuvo presente en la reunión con Gerry cuando redibujó el mapa. Tisdale le encontró forma de un monstruo y tomó un lápiz y le pintó unas alas. Por su parte, el poeta Richard Alsop dijo que más que un monstruo, era una salamandra (salamander). Es así como surgió el concepto de gerrymandering, como un juego de palabras entre el apellido de su creador y las últimas sílabas de salamandra.
Gerrymandering y sus características
El gerrymandering se popularizó en los Estados Unidos porque favorece al oficialismo, pero perjudica a la oposición. Ahora bien, hablar del gerrymandering como una práctica homogénea sería un error. Existen diversas formas de diferenciarlos, ya sea por cómo aglutinan el voto y por la autoridad que realiza la modificación. En el primer caso, encontramos cuatro formas, de acuerdo a Diego Reynoso en su libro Votos ponderados: sistemas electorales y sobrerrepresentación distrital (2004):
«Concentración activa»: se refiere a los distritos que concentran a poblaciones dispersas. Luego entonces, cuando la gente vota por el partido mayoritario, se queda con todos los escaños.
«Dispersión reductiva»: es cuando el voto de una población se distribuye por todo el territorio, lo que imposibilita que un partido u organización gane todos los distritos. Es una forma de equilibrar la representación, pero también de impedir triunfos electorales importantes.
«Concentración reductiva»: pretende disminuir a una mayoría que podría obtener la victoria en varios distritos a uno solo, disminuyendo su representación total. Esta fue parte de la estrategia de Gerry originalmente. Como los federalistas vencían en el distrito de Essex, recortó el mapa que propició una reducción de los escaños ganados por la oposición.
«Dispersión activa»: apuesta por la sobrerrepresentación de un grupo. Este es el complemento de la práctica utilizada por Edelbrige Gerry, quien ensanchó el número de escaños ganados de su partido frente a otras circunscripciones.
¿Quién hace la redistritación?
Una segunda forma de clasificar el gerrymandering es a través de la autoridad que realiza la práctica. Algunos estados cuentan con comisiones especiales, otros son realizados por el congreso y algunas otras por orden del gobernador, depende de la ley de cada entidad. El politólogo Steven Medvic encontró que existen seis formas distintas de realizar la redistritación:
Por medio de la legislatura local: el Congreso está facultado para realizar los cambios y estos responden al partido que tiene la mayoría y su desempeño electoral, ya sea el Senado local o la Cámara de Representantes. Cerca de 28 estados utilizan este método. Algunos son Florida, Carolina del Norte, Texas, Wyoming, Oregón y Nevada.
Por comisiones políticas: integrantes de los partidos con representación en el Congreso se agrupan. Demócratas y republicanos acuerdan cómo se hace la redistritación. Las entidades que utilizan este método son ocho: Washington, Idaho, Montana, Alaska, Hawaii, Missouri, Pennsylvania y Nueva Jersey.
Por asesoría de una comisión en colaboración con la legislatura estatal: la primera se integra por expertos, abogados, politólogos y cartógrafos para analizar la dispersión de población en el distrito. Mientras, los legisladores corresponden al partido mayoritario. Los estados que emplean este método son: Utah, Nueva York, Connecticut, Rhode Island, Maine, Vermont y Nueva York.
Por comisión asesora y comisión política: al igual que el modelo anterior, pero se diferencia en que la comisión está integrada por miembros de los partidos con representación en el Congreso. Solamente Ohio utiliza este método.
Por colaboración: se refiere a que personal del gobierno estatal, un abogado y la Secretaría de Estado (federal) analizan y distribuyen el mapa. Es de los pocos ejemplos dónde no interviene el Congreso y sí lo hace una figura del gobierno federal. Arkansas es el único estado que utiliza este modelo.
Comisiones independientes: algunos estados han optado por expertos que se hagan cargo de la redistribución. No participa ningún poder o rama del gobierno. Si bien su designación la hace el Congreso, esto no quiere decir que haya una injerencia directa. Ejemplos de esto son California, Arizona, Colorado y Michigan.
Como podemos ver, existen diversas formas de realizar el gerrymandering. Algunas entidades han dotado al Congreso con esta facultad, pero responde a quién tenga la mayoría. Otros han apostado por el apoyo de la Secretaría de Estado. También hay algunos otros que han dejado la labor solo a los expertos. Empero, esto no elimina que sea una práctica controversial para la ciudadanía.
¿Cómo afecta esto a la democracia?
El gerrymandering no solamente afecta la democracia creando sobrerrepresentación y subrepresentación, sino que rompe con el elemento representativo del sufragio. Cuando uno acude a las urnas a votar, se hace por un solo partido o varios para que ocupen un escaño y estos cambios alteran la representación, violentando la expresión popular de que un instituto gane uno o más espacios en un determinado distrito.
Otra consecuencia es que genera incertidumbre para la ciudadanía, ya que no sabe si su voto será respetado al punto de hacer tales cambios. Esto puede traducirse en malestar con la democracia y el statu quo. Los problemas de la representación son de las causas principales por las cuales las naciones experimentan un alto nivel de desconfianza. Parte de la insatisfacción que vive Estados Unidos tiene que ver con el gerrymandering como artimaña para violentar la representación.
Asimismo, es la normalización de un fraude que se ha interiorizado en el electorado y en los actores políticos. Es una práctica poco limpia que incluso se ha vuelto parte de la cultura política estadounidense, es decir, se ve como parte de las elecciones que sirve para maximizar los beneficios, si se analiza desde la elección racional. A pesar de que se han instaurado leyes o reglas para limitar esta práctica, no es suficiente.
La propuesta no es que no haya una redistritación o que las circunscripciones sean estáticas, sino que debe de haber una responsabilidad moral y establecimiento de reglas que respeten el voto. Ahora bien, hay una variante del gerrymandering que se define como afirmativa, ya que ayuda a la inclusión de comunidades latinas, afrodescendientes o de otras minorías, las cuales permiten que haya cierto margen de representación.
Esta modificación, empero, tiende a la exclusión de ciertos sectores que pueden favorecer a ciertos partidos o candidaturas. También se utiliza como una herramienta para reducir los espacios de representación a sectores minoritarios o que votan adversamente por el partido gobernante o que se encuentra en la oposición, depende del caso.
En conclusión, el gerrymandering es una práctica que no necesariamente abona a la democracia y al respeto de la representación. Es momento de que los norteamericanos piensen esta postura y que desde un debate serio se analicen sus riesgos e implicaciones para la salud de la democracia. La modificación de los distritos debería ser una cuestión técnica que apueste por la inclusión y mejorar la representación para respetar y garantizar la inclusión de diversas voces en los cargos de representación popular.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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