«Glucksmania»: ¿reconfiguraciones en la izquierda francesa?
El buen desempeño de Agrupación Nacional y la disolución de la Asamblea Nacional marcaron las elecciones europeas en Francia, pero también hay que atender a las reconfiguraciones de la izquierda.
La noche del 9 de junio en Francia se confirmó lo que se llevaba vaticinando desde hace un tiempo y es que la ultraderechista Agrupación Nacional venció con contundencia en las elecciones al Parlamento Europea al duplicar en escaños al partido del presidente Emmanuel Macron, Renacimiento. La sorpresa vino cuando Macron anunció esa misma noche que disolvía la Asamblea Nacional y convocaba elecciones legislativas anticipadas para el 30 de junio y el 7 de julio. Reconociendo los malos resultados obtenidos por el bloque presidencial, el mandatario francés ha proyectado esta convocatoria electoral como si fuese un plebiscito sobre su figura y su proyecto de país.
Los resultados de las elecciones europeas ubicaron a Agrupación Nacional con 32 escaños, las fuerzas de la mayoría presidencial perdieron 10 eurodiputados con respecto a 2019, obteniendo esta vez 13, los mismos que la lista del Partido Socialista-Plaza Pública. La candidatura encabezada por Raphaël Glucksmann fue el otro resultado más destacado de los comicios del 9 de junio, ya que estuvo muy cerca de superar al macronismo. Respecto al resto de fuerzas, La Francia Insumisa llegó a los 9 asientos, y tanto Los Republicanos como Los Verdes experimentaron una disminución del voto, consiguiendo 6 y 5 escaños respectivamente.
Los comicios al Parlamento Europeo por lo general suelen contar con afluencias de votos más bajas en comparación con las que son de ámbito nacional. En el caso de Francia, la participación electoral de este 2024 se ubicó en el 51,5%, subiendo 1,4 puntos en comparación con 2019. Por consiguiente, las legislativas que tendrán lugar en pocas semanas mostrarán un panorama más fidedigno de las percepciones del pueblo francés. Dos horizontes planean en este sentido: la emergencia de un cordón sanitario ante el posible ascenso de la ultraderecha, o una cohabitación entre el presidente Macron y un gobierno de Agrupación Nacional.
Ahora bien, este artículo pretende centrarse en la figura de Raphaël Glucksmann, el candidato de los socialistas en las europeas, y cómo puede generar reconfiguraciones al interior de una izquierda francesa que hace dos años se presentó unida a las elecciones legislativas. ¿Pueden marcar en el Partido Socialista un nuevo rumbo las posturas de este político emergente del progresismo? Recordemos que, tras las europeas, el Partido Socialista consigue unos resultados que rompen con la tendencia decreciente que llevaba desde 2017 y además lo han logrado sin necesidad de converger en una candidatura «unionista».
Raphaël Glucksmann y Plaza Pública
Raphaël Glucksmann no deja de ser una figura política un tanto peculiar. Sus años de juventud estuvieron marcados por su postura atlantista, que se vio claramente influida por la revolución de las rosas en Georgia y por la revolución naranja en Ucrania. Además, en Georgia fue asesor del presidente ultraliberal y autoritario Mijeil Saakashvili. Por otro lado, en 2008 escribió junto a su padre, el filósofo André Glucksmann, un libro titulado Mayo del 68: Por la subversión permanente (en francés, Mai 68 expliqué à Nicolas Sarkozy). Después de que en la campaña de 2007 Nicolas Sarkozy se mostrase en contra de lo que fue el Mayo del 68, padre e hijo, ambos admiradores del que luego se convertiría en presidente de Francia, publicaron este libro como una forma de reivindicar el legado sesentayochista desde una perspectiva liberal.
Para 2017, desencantado con la presidencia de Sarkozy (2007-2012) y persuadido por ideas progresistas, mostró su respaldo para las elecciones presidenciales de ese año al candidato del Partido Socialista (PS), Benoît Hamon. Ya en la segunda vuelta pediría el voto para Emmanuel Macron. La izquierda francesa, especialmente el campo socialista, había quedado en una mermada posición tras el mandato de François Hollande (2012-2017), viéndose agravada con la victoria de Macron. Ante este contexto, Glucksmann junto otras personalidades de la sociedad civil vieron la necesidad de crear un movimiento que pudiese reagrupar a la izquierda.
Plaza Pública fue fundado en el 2018, coincidiendo, como indicaba el sociólogo Pierre Rimbert, con un momento de desintegración del Partido Socialista que dejaba un vacío y abandonadas a las clases medias no macronistas. En 2019 el PS y Plaza Pública junto con otras formaciones de centroizquierda acordarían acudir a las elecciones europeas bajo una misma lista conjunta, la cual estaría encabezada por Raphaël Glucksmann. El horizonte europeísta de dicha candidatura tuvo un resultado discreto al obtener el 6,19% de los votos en unos comicios cuya participación se situó en el 50%. La Francia de 2019 estaba atravesada por la rebelión de los chalecos amarillos, un movimiento que problematizaba las penurias a las que se enfrentaba la Francia periférica.
En este tiempo, La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon era el principal partido en la izquierda francesa. La descomposición del PS no solo había sido aprovechada por Macron, ya que ese electorado que no se identificaba con las posiciones socioliberales y estaba más escorado a la izquierda fue atraído por el proyecto de los insumisos. Sin embargo, el panorama político francés estaba dominado principalmente por La República en Marcha de Macron y la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. La disputa socialistas-republicanos había quedado obsoleta.
La descomposición de la NUPES
En las elecciones presidenciales de 2022 se apreciaron unos patrones de voto similares a los de 2017. Macron y Le Pen se clasificaron para el balotaje, que terminó con la victoria del primero, logrando la reelección presidencial. La primera vuelta tuvo un tercer protagonista que fue Mélenchon al ser el tercer clasificado en dichos comicios. El candidato de La Francia Insumisa se quedó a 1,4 puntos de superar a Le Pen. El voto útil al que apeló fue una de las claves de la importante mejora de sus resultados respecto a 2017 (19,58%), a pesar de que tanto ecologistas, comunistas como socialistas presentaron a sus propios candidatos.
A raíz de los resultados obtenidos en las presidenciales, el líder insumiso planteó los comicios legislativos que se iban a celebrar en junio como una «tercera vuelta» y a su vez hizo un llamado a los diferentes partidos de la izquierda a converger en una Unión Popular. Buscaba convertirse en primer ministro para hacer de contrapeso a la segunda presidencia de Macron. Esto último no lo logró, puesto que el macronismo mantuvo una mayoría relativa. Aun así, Mélenchon, con vistas a tales comicios, logró armar una coalición electoral que integraba a los insumisos, los socialistas, los comunistas, los ecologistas y otras formaciones menores. La llamada Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES) representaba un acuerdo histórico para espacio de la izquierda francesa. En las legislativas de 2022, se convirtió en el principal bloque de la oposición, duplicando el número de diputados con respecto a 2017.
La Francia Insumisa era el partido que capitaneaba la NUPES. Durante los primeros meses de vida de la NUPES, la oposición a la reforma de pensiones de Macron fue un eje que sirvió para mantener en un bloque unido a los partidos de la alianza. Sin embargo, al ser únicamente una coalición electoral, era difícil que se diese una continuidad en el tiempo.
La confección de las candidaturas para las elecciones al Parlamento Europeo entrañó una ruptura al interior de la NUPES, ya que el Partido Comunista, Los Verdes y el Partido Socialista optaron por concurrir de forma separada. Asimismo, la invasión rusa de Ucrania y la operación de castigo de Israel en Gaza han sido dos cuestiones que agravaron aún más las diferencias políticas entre los partidos de la NUPES.
Los socialistas fueron los últimos en descartar la lista conjunta de la izquierda. La NUPES desde el principio generó opiniones divergentes al interior del Partido Socialista. En la elección del primer secretario, que tuvo lugar en enero de 2023, se percibieron esas discrepancias. Olivier Faure defendía la estrategia de alianza con insumisos, ecologistas y comunistas, mientras que Nicolas Mayer-Rossignol y Hélène Geoffroy tenían una visión crítica al respecto. Finalmente Faure continuó como primer secretario y el partido permaneció dentro de la NUPES.
Sin embargo, la visión favorable de Faure hacia la NUPES no ha logrado calar en una parte importante de la dirigencia socialista. Para Raphaël Glucksmann, la unión de la izquierda ha de producirse fuera de la NUPES, rompiendo con el melenchonismo. El líder de Plaza Pública es una muestra clara de que las divisiones de la izquierda francesa se dan sobre todo en términos de política exterior. Sus posturas atlantistas chocan fuertemente con La Francia Insumisa.
Antes de que se convocasen de manera anticipada las elecciones legislativas, parecía que los resultados de las europeas no iban a resolver los conflictos de los últimos meses que había en la NUPES. Con todo, toca pensar en otros términos porque las legislativas se celebrarán en poco tiempo y frente al avance ultraderechista, si la izquierda quiere ser un actor político competente, necesita ir agrupada.
Efectos de la «Glucksmania» en el largo plazo
“Esta tarde hay un equilibrio de poder que ha evolucionado”, decía Raphaël Glucksmann cuando se conocieron las primeras proyecciones de las elecciones europeas. A pesar de que señalase durante la campaña que su mirada política se dirigía hacia Europa, esto no quita que se esté posicionando como un perfil presidenciable, más cuando puede llegar a tener el visto bueno del establishment del Partido Socialista que no coincide con la estrategia de Faure. Otro factor determinante para pensar una candidatura de este conocido ensayista y tertuliano francés convertido hoy en eurodiputado es la imposibilidad de un tercer mandato de Macron.
Durante la campaña de las elecciones europeas, el líder de Plaza Pública buscó distanciarse del gobierno macronista y sus posturas liberales. El haber propuesto algunas políticas de corte socialdemócrata le ha ayudado para atraer al votante de Macron descontento con el rumbo de su mandato. En cambio, en términos de política exterior, la apuesta reciente de Francia por ser uno de los aliados europeos más destacados de Ucrania muestra una clara sintonía con las posturas de Glucksmann. Esta línea abierta por Macron contrasta con las posiciones del país galo antes (y justo después) de que estallase la guerra en Ucrania.
El Partido Socialista viene de momentos difíciles, por lo que Glucksmann para 2027 puede pensarse como algo lógico y sobre todo cuando el macronismo no cuenta con un relevo claro. La carta de Glucksmann supone alejarse del camino que había trazado Olivier Faure y apostar por otro tipo de centroizquierda, con mayor sintonía con ese electorado macronista.
Hace un año, al analizar el segundo mandato de Macron en el momento que se producía las protestas por la reforma de las pensiones, me preguntaba si el macronismo podía perdurar sin Macron. La desaprobación y el alto personalismo hacían (y hacen) difícil pensar en la continuidad de esta corriente. De acuerdo con el agregado de encuestas de Politico, la desaprobación presidencial se ubica actualmente en unos niveles similares a los que se registró a principios de 2023. Al estar en su último mandato presidencial, ha apostado por implementar medidas de carácter impopular. Además, la creación de La República en Marcha (hoy Renacimiento) se ajustaba más a una plataforma para conducir su liderazgo que a un partido como tal, complicando la creación de cuadros y de relevos. En cualquier caso, habría que prestar atención al nombre de Edouard Philippe, primer ministro entre 2017 y 2020, como un posible sucesor de Macron dentro de su espacio. En el sondeo del mes de mayo del instituto demoscópico Ifop Opinion, Philippe, quien no esconde sus intenciones de ser candidato en 2027, era situado como el político francés que mejor opinión tenía por parte de los encuestados.
Parecería evidente quién va a ser el rival a batir en 2027: Marine Le Pen. La líder ultraderechista ha logrado distanciarse de su padre, Jean-Marie Le Pen, y contar con un perfil propio. Como apunta el historiador Steven Forti, desde hace una década está llevando a cabo un proceso de «desdemonización» con el objetivo de ser proyectada como una líder política aceptable. Después de que en las dos últimas elecciones presidenciales se clasificase a la segunda vuelta, los de 2027 pueden suponer los comicios definitivos para consumar su llegada a la Elíseo.
En el balotaje de 2017 al igual que en el de 2022, se repitió un mismo patrón en relación con las candidaturas, es decir, «el representante de la sociedad cerrada vs. el representante de la sociedad abierta», siguiendo el planteamiento del geógrafo Christophe Guilluy en el libro No society. El fin de la clase media occidental (2019). Sin embargo, en 2027 es posible que no se vuelva a repetir este enfrentamiento, puesto que fenómenos como la pandemia del coronavirus o la guerra de Ucrania están dibujando un panorama internacional marcado por la incertidumbre y el repliegue que rompe con la globalización neoliberal que ha imperado en las últimas décadas. Por otra parte, los resultados que se den en las elecciones legislativas anticipadas también repercutirán en lo que se verá en 2027. La disolución de la Asamblea Nacional es un movimiento claramente arriesgado (y sin precedentes en la política francesa moderna) para Macron por la debilidad de su presidencia y el buen momento de la ultraderecha.
El apelar al discurso del miedo puede no acabar funcionando y es que enfrenta a una Agrupación Nacional fuerte que sin renunciar a parte de su discurso ultraderechista sabe moverse cada vez mejor entre el electorado francés. Además, en caso de un buen resultado de la formación de Marine Le Pen que le permita llegar al gobierno, esto no tiene por qué implicar una penalización de esta candidatura para las presidenciales de 2027. Como apuntó el analista Mujtaba Rahman, “es probable que Francia se dirija hacia un mal equilibrio, ya sea con un primer ministro de extrema derecha o con otro Parlamento colgado”.
Los insumisos y la emergencia de nuevos liderazgos
En lo que se refiere al espacio de La Francia Insumisa, atraviesa una época marcada por la disputa en torno a quién será su candidato para las presidenciales de 2027. Ciertas voces sugirieron que si el partido quiere atraer nuevos votantes, tener impacto en las regiones periféricas de Francia y ser la principal fuerza entre las formaciones progresistas, ha de apostar por democratizar su estructura organizacional que en estos momentos se encuentra centralizada por Mélenchon y las personas leales a él. Entre las voces que no pertenecen al círculo melenchonista, destaca el documentalista y diputado François Ruffin, quien siempre ha cultivado un perfil propio al interior de LFI. Ruffin apuesta por ensanchar los márgenes de los insumisos y poder conectar con las áreas rurales y las pequeñas ciudades desindustrializadas. Frente a la «insubordinación permanente» del melenchonismo, su postura es que LFI ha de conectar con ese electorado desencantado con el rumbo del país, manteniendo al mismo tiempo al votante de izquierdas.
Mélenchon aún no ha decidido si volverá a repetir como candidato. A pesar de que siempre ha generado entre los franceses una diversidad de opiniones, algo que los propios medios de comunicación franceses han alimentado, su figura en el clima político actual está sufriendo un desgaste. Entre los encuestados por Ifop, genera muchas más opiniones negativas que positivas. Consciente de ello, el líder insumiso está preparando sus sucesión en Mathilde Panot, quien presidía la bancada de LFI de la Asamblea Nacional que se disolvió el pasado 9 de junio. El problema que tiene Panot es que parte de los franceses no la conocen.
Como ya se señaló previamente, la unión progresista de la que ha hablado Glucksmann no pasa por tender relaciones con los insumisos, especialmente con el núcleo duro del melenchonismo. Entonces podría pensarse en una especie de «pinza» a Mélenchon entre dos figuras en ascenso como Glucksmann y François Ruffin. Pero considerar esta posibilidad es complicado porque todavía queda un tiempo para 2027 y además existen diferencias programáticas entre ambos que no se han de pasar por alto.
En enero de 2024, estos dos políticos expusieron divergencias a través de un intercambio epistolar. Ruffin en su carta criticó al cabeza de lista de los socialistas para la europeas por ser “una élite que avanza con arrogancia”, recordándole que ese optimismo que desprende con la cuestión de las ampliaciones de la Unión Europea es la prueba de que formula planteamientos “a espaldas del pueblo francés”. Por su parte, Glucksmann criticó el tono caricaturesco que realizaba Ruffin de su figura y apuntaba que sus desacuerdos respondían a la escala desde la que enuncian las luchas políticas y sociales, es decir, el diputado insumiso da una importancia al Estado-nación que contrasta con la mirada europeísta del hijo de André Glucksmann.
La izquierda francesa se reconfigura, la correlación de fuerzas deja de ser la misma que en los dos últimos años. Ucrania y Palestina habían representado un primer punto de quiebre y ahora con los resultados de las europeas La Francia Insumisa pierde cierta preponderancia, en especial con respecto al Partido Socialista. Ahora bien, la convocatoria de las legislativas deja abierta una candidatura «unionista».
Así, el lunes 10 de junio La Francia Insumisa, el Partido Socialista, Los Verdes y el Partido Comunista, además de Plaza Pública y Génération.s, lanzaron un llamamiento conjunto para la “constitución de un nuevo frente popular” de cara a las legislativas. Esto igualmente podría llegar a suponer un revés para Macron, cuyo plan pasaba por la desunión de la izquierda tras la campaña «fratricida» de las europeas.
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