Guatemala: el reto de una democracia enferma
Guatemala es la muestra de que la democracia pende de un hilo. Debemos hacer conciencia de su importancia y la responsabilidad que tenemos de cuidarla para evitar decir "así mueren las democracias".
El domingo 14 de enero Bernardo Arévalo asumió como presidente de Guatemala, sin embargo, no lo hizo hasta las 12:20 horas del 15 de enero. Horas antes, el presidente Alejandro Giammattei a través de su cuenta de X anunció que enviaría la banda presidencial y desde ese momento ya no era considerado presidente, argumentando que no se quedaría más tiempo en el cargo, como decían otras personas
Uno de los mayores miedos de los politólogos se cumplió y fue que el día de la investidura hubiera una intentona para impedir su ascenso. Desde la celebración de la primera vuelta el 25 de junio de 2023, se inició una persecución en contra de Arévalo y su partido, el Movimiento Semilla.
Un bloqueo anunciado
Ya se había advertido que la debilidad institucional como los intentos para sacar a Movimiento Semilla de la contienda y suspender la personalidad jurídica podrían traducirse en ingobernabilidad. Lamentablemente es lo que estamos viendo en el país centroamericano, ya que la persecución contra Arévalo se profundizó luego de que ganara la presidencia en el balotaje del 20 de agosto.
Desde agosto de 2023 hasta enero de 2024, el ganador de la elección fue objeto de maniobras judiciales por parte de la Ministerio Público, Consuelo Porras, quien buscaba eliminar la inmunidad para juzgarlo por presuntas afiliaciones ilegales. Guatemala presenció una oleada de protestas que sacudieron al país. El oficialismo se enfrentó con los simpatizantes del Movimiento Semilla.
El jueves 11 de enero de 2024 la Corte Constitucional de Guatemala determinó que los legisladores de Movimiento Semilla asumirían como legisladores independientes y no bajo las siglas de su partido. Las consecuencias de no tener un grupo parlamentario son que no podían unirse a la Junta Directiva de la Asamblea Nacional y tampoco tenían la posibilidad presidir comisiones del Congreso.
Con estas acciones, se puede determinar que Guatemala tiene un sistema congresional con un partidismo exacerbado, es decir, que niega o limita la posibilidad de que representantes independientes puedan ejercer otras funciones. Incluso esto puede considerarse una barrera para la representación. Estudiosos de los sistemas parlamentarios como Seymour Lipsert consideran que el manejo de comisiones e incluso obtener asientos en espacios directivos son parte de las responsabilidades parlamentarias. Asimismo, se pretendió girar órdenes de aprehensión contra los magistrados del Tribunal Supremo Electoral debido a que fueron señalados de corrupción por adquirir un software para las elecciones del año pasado.
Llegado el día de la toma de posesión presidencial, la nueva Junta Directiva de la Asamblea Nacional cerca de las 10:30 p.m. elegía Samuel Andrés Pérez Álvarez del Movimiento Semilla como el nuevo presidente del Congreso. Éste pudo investir a Bernardo Arévalo a la media noche del 15 de enero, seguido de esto el presidente dio su primer discurso en el pleno del Congreso.
Durante esta intervención, el nuevo presidente guatemalteco habló sobre los planes que tenía, como fortalecer la educación, combatir el hambre, establecer un sistema de desarrollo sostenible, reducir la criminalidad, entre otros temas. Sin embargo, hizo referencia a la democracia y la institucionalidad en la cual dijo que el país necesitaba de “una institucionalidad democrática más robusta sobre los escombros del muro de corrupción que acaban de derribar”.
Considero que hizo falta un análisis más de fondo porque en realidad la democracia guatemalteca está herida de muerte y más cerca del autoritarismo, el cual podría hacerse presente durante la administración arevalista. Es necesario que la democracia sea fortalecida, pero los grupos regresivos opondrán resistencias y posiblemente intenten debilitar al nuevo gobierno.
Un diagnóstico de una democracia enferma
Guatemala ha transitado de una democracia imperfecta a un régimen híbrido, lo cual acerca al país al autoritarismo. Desde que hubo problemas en la impresión de boletas, impugnaciones debido a candidaturas que quedaron fuera, errores en el programa de resultados preliminares fueron variables que fortalecieron la democracia.
La democracia guatemalteca se enfermó de gravedad cuando: (1) judicialización del balotaje fue una alarma que encendió a la ciudadanía, (2) el no reconocimiento de la derrota por parte de Sandra Torres, (3) la difusión de la retórica de un posible fraude, y (4) el uso de las instituciones del Estado para impedir el ascenso de Arévalo. Cuando la voluntad de la ciudadanía es pisoteada, se pierde la democracia porque una minoría busca imponer su voluntad aunque perdieron en las urnas.
Como mencionan los politólogos Daniel Ziblatt y Steven Levitsky en The Tyranny of Minority, las amenazas a la democracia provienen de grupos que no están dispuestos a perder dicho régimen. Considero que esta es la única que respuesta para explicar lo que está pasando en Guatemala.
Aunado a esta premisa, Adam Przeworski en Las crisis de la democracia nos advierte de los peligros que acechan la democracia y pone énfasis en las amenazas silenciosas. Cuando hace referencia a este tipo, el politólogo estadounidense destaca que la destrucción de la democracia radica en la aparición de un proceso de autocratización del poder, pero esto sucederá a través de acciones graduales. Lo que pasó en Guatemala fue minimizado por muchos sectores y la comunidad internacional. Pese a que hubo sectores que levantaron la voz, considero que la lucha se partidizó, y por ende el mensaje que se transmitió fue “hay que defender a Arévalo” y no la democracia, lo cual puede tener mayores consecuencias.
Es importante hacer hincapié en que la victoria de Movimiento Semilla fue legítima porque un sector poblacional votó por él, por lo que debe respetarse. Por otro lado, el mensaje debió ser que sí se permitía un abuso, todos y todas peligraban, ya que se pone en riesgo la pluralidad y la institucionalidad. La polarización impidió a las y los guatemaltecos vislumbrar los riesgos que conlleva avalar un lawfare o golpe blando.
En conclusión, la defensa de la pluralidad no es cosa de unos u otros, sino de toda la ciudadanía, porque es el único régimen que permite las discrepancias sin que haya repercusiones como el establecimiento de una pena. Guatemala es un país con una democracia que está muy debilitada, necesita de cuidados intensivos y que esté en observación de agravamiento la situación del virus del autoritarismo.
No debe ignorarse que el permitir atropellos, es avalar la muerte de la democracia, pudiendo convertirnos en cómplices. Igualmente, presenciar que las elecciones pierdan su sentido de civilidad como método para dirimir conflictos también nos hace responsables.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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