Haití: el país olvidado de América
Mientras que la situación política de Haití se va agravando por momentos, a principios de enero finalizó el mandato de los últimos funcionarios electos.
En los primeros días de enero finalizó el mandato de los últimos diez senadores que fueron electos en Haití. A ello se le suma un gobierno de facto que lleva al frente del país desde hace año y medio y unas padillas que están aprovechándose del vacío de poder para tener un mayor control.
Sin funcionarios electos
El país caribeño se quedó a principios de enero sin cargos electos en el Senado y la Cámara de Diputados después de terminar los mandatos de los últimos diez senadores. En los últimos años estos representaban simbólicamente a los 11 millones de haitianos.
En teoría, el Senado debería estar compuesto por 30 miembros y la Cámara de Diputados por 119, pero el problema es que desde octubre de 2019 no se han celebrado unas elecciones legislativas. Hay que remontarse al régimen sangriento de Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier (1971-1986) para identificar la última vez que Haití no contó con funcionarios electos.
El magnicidio de Jovenel Moïse
La crisis política que vive hoy Haití se vio agravada tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. El asesinato fue realizado por un grupo de mercenarios dentro de la residencia privada del propio Moïse, aunque todavía este caso sigue sin esclarecerse.
Durante la presidencia de Moïse, la situación política haitiana ya se encontraba en declive. Éste había estado gobernando por decreto y al negarse a convocar elecciones, provocó que la mayoría de los mandatos de los legisladores como alcaldes expirasen en enero de 2020.
El panorama actual
Entonces el primer ministro Ariel Henry asumió el liderazgo del país con el apoyo de la comunidad internacional. Desde este momento, Henry no cuenta con ningún cronograma y gobierna de facto, lo que ha provocado que se ha visto por la mayoría de los haitianos como ilegítimo.
El 1 de enero Henry se comprometió a crear un consejo para supervisar una transición de poder y organizar unas elecciones, aunque los observadores consideran la iniciativa como ilegítima. La realidad es que con las condiciones de seguridad actuales no se pueden celebrar unos comicios con garantías.
Ese vacío de poder está siendo aprovechado por las pandillas. Dichas pandillas se han hecho con el control de forma violenta de una parte importante de Puerto Príncipe, la capital haitiana, y se sospecha que tienen vínculos con la élite política y empresarial de Haití.
El clima de violencia están causando hambruna, el cierre obligado de los hospitales, el resurgimiento del cólera y el desplazamiento de miles de personas. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU habla de que 4,5 millones de haitianos en todo el país no tienen suficiente para comer. Los casos de cólera se han elevado en el último mes a alrededor del 60% y es que en octubre volvieron a resurgir después de unos tres años sin nuevos casos. Además, miles de haitianos se están desplazando hacia República Dominicana, las Bahamas y los Estados Unidos, aunque muchos de ellos han sido devueltos a sus hogares.
Para frenar la violencia Henry solicitó en octubre una intervención militar extranjera. Una gran parte de la población ve con escepticismo tal intervención y considera que sólo puede servir para apuntalar el Gobierno de Henry, un ejecutivo débil y no electo.
Haití hacia el 1800 se convirtió en la primera república negra y la primera nación independiente de América Latina, pero el costo que ha tenido que pagar por esto ha sido enorme. Es un país con un largo historial de intervenciones extranjeras desestabilizadoras, dictaduras y golpes de Estado, además de ser el más pobre de América y uno de los más pobres del mundo.
A pesar de existir una conciencia antiimperialista entre la población, la nación caribeña sigue sin poderse recuperar de la ocupación extranjera, los legados del colonialismo y las catástrofes naturales, y encima su situación actual no podía ser peor.