La batalla que parecía perdida
Este análisis explora la narrativa de la "resistencia" del presidente Pedro Sánchez, destacando los factores detrás de su capacidad para mantenerse y mejorar en un escenario político desafiante.
Pedro Sánchez Pérez-Castejón ha surgido como una figura central de la política española, siendo el líder indiscutible de la última década. Su trayectoria no solo ha sido testigo de grandes cambios políticos en España, como el 15M y el fin del bipartidismo o el primer gobierno de coalición, sino que también ha destacado su “resistencia” a estos cambios y otros desafíos políticos. Pero, ¿cómo ha se formado esta figura política?
Si bien en 2009 había asumido como diputado en el Congreso de los Diputados, cuando empieza a tener realmente relevancia es en el año 2014 con su elección como secretario general del PSOE en 2014, un momento de transformación política en España. Dos años después, en 2016, dimitiría como SG en defensa del "No es no", oponiéndose firmemente a la abstención de su partido en la investidura de Rajoy. Sin embargo, su carrera política no se detuvo ahí. En contra de las expectativas, se postula en las primarias de 2017. A pesar de las adversidades, recupera su posición como SG y líder de la oposición a Mariano Rajoy. Y es en 2018 a través de una histórica moción de censura que se convierte en presidente del gobierno de España. Aun así, no consigue sacar adelante la legislatura y convoca elecciones, 28A, habiendo una repetición electoral, 10N, dando como resultado, ya en 2020, al primer gobierno de coalición.
Tras una legislatura desafiante y una derrota electoral en las elecciones autonómicas y municipales del 26M, interpretadas como un plebiscito a su gestión, Sánchez convoca elecciones anticipadas el 23J. En un contexto desfavorable, con el Partido Popular liderado por Alberto Núñez Feijóo, el panorama político parecía inclinarse hacia un cambio de ciclo. Sin embargo, la sorpresa llega la noche del 23J, cuando Sánchez no solo resiste, sino que mejora sus resultados, pese a que tendría que depender de los partidos nacionalistas e independentistas para formar gobierno.
¿Cuál es la situación electoral del PSOE? ¿Qué rendimiento electoral tiene Pedro Sánchez en comparación los anteriores líderes?
Al examinar la evolución electoral del Partido Socialista Obrero Español desde la transición hasta la actualidad, se evidencian notables variaciones en su espacio electoral a lo largo de las décadas. Los logros más destacados se registraron bajo el liderazgo de González, alcanzando 202 diputados y el 48,1% de los votos. Posteriormente, tras el mandato de Zapatero, la formación experimentó un significativo desgaste electoral, tocando fondo en 2016 bajo el liderazgo de Sánchez, con 85 diputados y el 22,6% de los votos.
Sin embargo, desde la llegada de Sánchez al liderazgo de la formación, se ha observado una tendencia creciente en su rendimiento en diversas convocatorias, acumulando un aumento de 36 diputados y un incremento del 9,7% en los votos, sin mostrar señales aparentes de agotamiento. Al analizar específicamente los resultados electorales del 23J por comunidades autónomas, se destaca que en la mayoría de ellas, el rendimiento electoral del Partido Socialista Obrero Español superó el 30% de los votos. Las comunidades autónomas de Andalucía, Cataluña, Castilla y León, y la Comunidad Valenciana representaron el 52% de los diputados obtenidos por la formación. Estos datos contextualizan la relevancia de ciertas regiones en la configuración del mapa electoral del partido.
En comparación con los resultados de las elecciones generales anteriores del 10 de noviembre de 2019, se observa un incremento significativo en el número total de escaños, especialmente notable en Cataluña, donde se registró un aumento de 7 escaños entre ambas elecciones. A diferencia de este crecimiento destacado, otras comunidades autónomas como Canarias, País Vasco, Islas Baleares, Cantabria, la Comunidad Valenciana y Navarra experimentaron un incremento más modesto de solo un escaño. Por otro lado, algunas regiones, como Aragón (con una disminución de dos escaños), Galicia (con una disminución de tres escaños) y Andalucía, antiguo bastión socialista (con una pérdida de hasta 4 escaños), evidencian una variación a la baja en comparación con elecciones anteriores. Estos resultados contribuyen a esbozar una imagen más completa del panorama electoral del partido y su dinámica a nivel regional.
El sistema electoral español, con sus particularidades, desempeñó un papel significativo en los resultados finales. La participación desigual en diferentes territorios, marcada especialmente en aquellos con una presencia destacada de partidos regionalistas o nacionalistas, tuvo consecuencias notables. En regiones donde el PSOE es más fuerte que las opciones de derechas, la disminución de la participación podría haber sido un factor beneficioso para los socialistas. Este fenómeno destaca la importancia de la movilización y la participación como elementos fundamentales en la dinámica política y electoral. Además, la concentración del voto de la derecha en torno al PP pudo beneficiar a los populares, haciéndolos más eficientes en comparación con los socialistas.
El 23J: ¿perdimos de vista el panorama electoral y político?
Más allá de la simplificación numérica de escaños y porcentajes de voto, de una estimación de voto, que nos aporta una fotografía fija de un escenario o contexto determinado, la política, lejos de ser estática, más bien constituye un entramado dinámico que se entrelaza con una multiplicidad de factores interrelacionados. En contraste con el ruido mediático y los golpes efectistas basados en titulares, se revelan numerosos elementos y variables que nos permiten evaluar de manera más precisa, aunque no necesariamente exacta, el contexto social y electoral de la ciudadanía.
En primer lugar, al analizar la trayectoria de la valoración de Pedro Sánchez a lo largo de los años, se observa una mejora en comparación con los resultados de su predecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque no logra destacarse por completo. Una vez en el gobierno, Sánchez logra sus mejores valoraciones, llegando en ocasiones al aprobado y distanciándose considerablemente de su principal competidor, el líder de la oposición, Pablo Casado. Con la entrada de Feijóo, el líder socialista experimenta un desgaste en su valoración, que, con el tiempo, se atenúa e incluso mejora, aunque ahora compite a poca distancia con el líder de la oposición. Justo para el 23J, ambos candidatos logran distanciarse a favor de Sánchez. Estos datos reflejan una solidez en la valoración del presidente, y como el candidato popular logra equipararse a su principal competidor en niveles de valoración.
En lo que respecta a la confianza manifestada por los votantes hacia el presidente del Gobierno y el líder de la oposición, sobresale la posición de Sánchez, quien cuenta con un respaldo de entre el 30% y el 40% de los votantes que expresan tener mucha o bastante confianza en él, superando los resultados registrados por Mariano Rajoy durante su mandato presidencial. Es notable destacar que, a pesar de la asunción de Feijóo como líder del PP, Sánchez mantiene una diferencia significativa con respecto a Pablo Casado, incluso cuando este último experimenta un aumento de hasta 30 puntos en sus resultados.
Resulta intrigante observar que la confianza en Sánchez permanece estable, mientras que la del líder del PP va disminuyendo a lo largo de los meses. A medida que nos acercamos al 23J, ambos líderes aumentan sus niveles de confianza, pero el líder socialista supera al líder popular por casi 10 puntos. Estos datos reflejan una dinámica interesante en la percepción de los votantes hacia los líderes políticos, resaltando la estabilidad y solidez de la confianza en Sánchez en comparación con la variabilidad y desgaste observado en la confianza hacia Casado y Feijóo.
La evaluación y confianza depositadas en los dos principales candidatos a la presidencia del gobierno, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, pudieron ser factores cruciales. A pesar de que el Partido Popular, desde su puesto en la oposición, inicialmente disfrutaba de una ventaja y contaba con un liderazgo renovado, el paso del tiempo desgastó la valoración y confianza en Feijóo. Por el contrario, la confianza y la evaluación constante de Pedro Sánchez, así como la del gobierno en general, favorecieron al PSOE. Es notable la destacada valoración positiva de las vicepresidentas a lo largo de la legislatura, manteniéndose cercanas al aprobado y distanciándose significativamente de otros líderes políticos, lo que podría haber actuado como un respaldo político importante para el candidato socialista de cara a las elecciones.
En cuanto al indicador sobre la preferencia por el presidente del gobierno por parte de los electores, observamos un escenario de empate técnico entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. En mayo, el 21,5% expresaban preferencia por el candidato socialista, mientras que el 19,5% lo hacía por el candidato popular. Con el transcurso del tiempo y la aproximación a las elecciones del 23J, Sánchez logra distanciarse de Feijóo, aunque este último mejora sus resultados en comparación con mayo.
Los resultados del 26M marcaron el tablero político y electoral
Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales del 26 de mayo de este año se presentaron como un indicador temprano de las tendencias a nivel nacional. Aun así, la alianza entre el Partido Popular y Vox, especialmente evidente en algunas comunidades autónomas, despertó la atención de los votantes de izquierdas sobre las posibles implicaciones a nivel central. La estrategia de presentar las elecciones generales como un referéndum sobre el “sanchismo” logró movilizar tanto a los votantes de derechas como a los de izquierdas, conscientes de las posibles consecuencias para el gobierno central.
Este fenómeno se refleja claramente en las razones expresadas por los votantes al argumentar su elección. Según 40dB, el 26,4% de los votantes socialistas destacaron que su elección era la forma más efectiva de evitar un gobierno de derechas, el 22,7% lo justificó por la capacidad de gestión del partido, mientras que el 17,1% mencionó directamente el temor a la ultraderecha, representada por Vox, como la razón para frenar a esta fuerza política en las urnas. Además, el 13,9% de los votantes socialistas lo hicieron por afinidad hacia su candidato, Pedro Sánchez, en consonancia con los índices de valoración del líder.
En contraste, el 37,2% de los votantes populares expresaron que su principal preocupación era poner fin al “sanchismo”, seguido del 30,3% que percibía a Feijóo y los populares como los mejores defensores de los intereses ciudadanos. Al analizar las motivaciones de los votantes que, en elecciones anteriores, apoyaron a un partido y ahora no lo harán, se observa que el 37,2% de los votantes socialistas que no planean repetir su voto argumentaron que no les gustó la forma en que gobernó Sánchez, el 34,5% lo hizo por sus acuerdos con EH Bildu y partidos independentistas, y el 21% por su coalición con Unidas Podemos. Por otro lado, el 32,8% de los votantes populares que no respaldarán nuevamente a Feijóo declararon que no les gusta el candidato, el 32,7% argumentó que no les gusta cómo ha hecho oposición al gobierno, y el 18,7% expresó preocupación por sus pactos con Vox y la posibilidad de nuevos acuerdos tras las elecciones generales.
La estrategia de convertir las elecciones en un plebiscito sobre la figura de Pedro Sánchez y el “sanchismo” generó una polarización que podría haber influido en la movilización de los votantes. Según 40dB, en mayo, solo el 57,7% de los votantes estaba cien por cien seguro de ir a votar en caso de una convocatoria electoral. Este dato aumentó hasta el 59,5% en julio, unas semanas antes de la cita electoral del 23J.
La percepción de una posible amenaza de un gobierno liderado por la derecha y respaldado por fuerzas políticas más radicales pudo haber impulsado a los votantes de izquierdas a acudir masivamente a las urnas. Si segmentamos la probabilidad de ir a votar por votantes del PSOE y del PP, vemos cómo los socialistas se movilizaron de forma más contundente, con un aumento del 5,6% entre mayo y julio, del 63,80% al 69,40%. En cambio, los votantes populares redujeron su probabilidad de ir a votar en el mismo periodo, en un - 1.7%, pasando del 69,9% al 68,2%.
El papel del gobierno y las medidas desplegadas durante la legislatura
La relevancia del gobierno y de las medidas desplegadas durante la legislatura se entrelaza estrechamente con el concepto de rendición de cuentas, y su impacto se refleja significativamente en el comportamiento electoral. Al emitir su voto, los ciudadanos expresan su evaluación de la gestión gubernamental y si esta ha cumplido con sus expectativas.
Según 40dB, el 31,9% de los votantes considera que la labor del gobierno durante la última legislatura ha sido muy buena o buena, mientras que un 26,9% la valora de forma regular, y el 38,6% la percibe como mala o muy mala. Aunque la balanza se inclina levemente hacia una mala valoración, existe una proporción considerable de votantes indecisos o indiferentes. No obstante, entre los votantes de izquierdas, predomina una buena valoración, con aproximadamente el 60% opinando que ha sido positiva. Por el contrario, la mayoría del electorado de derechas considera que la gestión ha sido mala o muy mala. En mayo, la preferencia de los votantes era un gobierno de coalición del PSOE con otros partidos de izquierdas (31%), seguido de un gobierno del PP y Vox (18%). Sin embargo, en julio, la preferencia por el gobierno de coalición desciende al 25,7%, y emerge como segunda opción el gobierno del PP en solitario, con un 17,1%.
En cuanto a las medidas desplegadas, aquellas relacionadas con lo laboral y las prestaciones reciben la aprobación de alrededor del 50% de los votantes, quienes las valoran como muy buenas o buenas. Esto incluye el aumento del Salario Mínimo Interprofesional, la subida de las pensiones, el Ingreso Mínimo Vital y los ERTES, así como la ley de la eutanasia. En contraste, las medidas con peor valoración están vinculadas a la cuestión territorial, como los indultos a los presos del procés y la derogación del delito de sedición, con una aprobación inferior al 30%. Asimismo, la Ley del Solo Sí es Sí obtiene una aprobación inferior al 20%.
En resumen, el comportamiento electoral está influenciado por una compleja red de factores que abarcan diversos espectros. Cada decisión estratégica y resultado electoral no son eventos aislados, sino eslabones interconectados cruciales en una cadena que da forma a la voluntad de los votantes. Este entramado destaca la imperiosa necesidad de un análisis detallado para comprender plenamente la dinámica política en España.
Pedro Sánchez surgió victorioso en la batalla del 23J, desafiando las expectativas. La estabilidad en su valoración y confianza entre los electores podría haber sido fundamental en la consolidación de su base electoral. Además, la imagen y valoración de sus vicepresidentas podrían haber actuado como un respaldo electoral sólido. La estrategia de la derecha de presentar las elecciones como un referéndum sobre el "sanchismo" no solo movilizó eficazmente a los votantes de izquierdas, sino que también resaltó la habilidad de Sánchez para capitalizar su imagen y atraer el respaldo de los electores. La amenaza percibida de un gobierno liderado por la derecha actuó como un catalizador para movilizar a la base de votantes de izquierdas, contribuyendo al éxito electoral de Sánchez.
Las medidas del gobierno, especialmente las relacionadas con lo laboral y las prestaciones sociales, obtuvieron una aceptación considerable, consolidando el apoyo de los votantes de izquierdas. Sin embargo, las medidas vinculadas a la cuestión territorial, como los indultos a los presos del procés, evidenciaron polarización y menor aceptación, señalando la complejidad de gestionar cuestiones sensibles en el panorama político español. A pesar de esto, el impacto de estas últimas medidas se diluyó y su coste electoral se amortiguó de cara a las elecciones del 23J.
En contraste, a Alberto Núñez Feijóo le faltó consolidar una valoración y confianza sostenida por parte de los votantes. Aunque inicialmente disfrutaba de una ventaja y liderazgo renovado, el tiempo desgastó su imagen, equiparando su valoración a la de su principal competidor, Pedro Sánchez. La estrategia de convertir las elecciones en un plebiscito sobre el “sanchismo” no logró movilizar de manera efectiva a los votantes de derechas, y mucho menos para alcanzar la mayoría absoluta.
Por consiguiente, aunque el Partido Popular, bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, se alzó como vencedor en el 23J, enfrenta un desafío significativo al no alcanzar la mayoría necesaria para la investidura. Mientras tanto, Pedro Sánchez celebra una leve mejora en los resultados, pero su dependencia de partidos nacionalistas e independentistas plantea un dilema político y electoral para el PSOE. La necesidad de negociar con estos partidos para asegurar la investidura podría conllevar un coste político considerable, especialmente dada la controversia generada por propuestas como la Amnistía, que suscitan rechazo en ciertos sectores del electorado y la población en general.
La aritmética parlamentaria se convierte en un factor delicado para Sánchez, donde asegurar la presidencia podría ir acompañado de la erosión de la confianza de ciertos sectores. El tiempo revelará si esta vez logra resistir a la erosión o no.
Firma invitada - David Matilla Martín es politólogo por la Universidad Pompeu Fabra y Analista Político y Electoral por la Universidad Carlos III de Madrid. Con intereses en el comportamiento electoral y la participación política.
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