La estrategia comunicativa de Trump y el Partido Republicano
El liderazgo de Trump se ha configurado a partir de la inmigración, la identidad nacional, la familia y la empresa. A ello también ha contribuido la comunicación no verbal y la figura de J.D. Vance.
El baño de masas que recibió Donald Trump en la Convención Nacional Republicana celebrada en el mes de julio responde a ese consenso interno en el partido de apostar por el liderazgo trumpista. El exmandatario de Estados Unidos ha conseguido alabanzas y apoyos políticos en torno a su figura política y lo que representa ideológicamente.
La consecuencia de estos apoyos se traduce en el abandono de los cuestionamientos sobre su persona y su liderazgo, lo que ha supuesto que la corriente trumpista se convierta en la hegemónica en el Partido Republicano. Ni Ron DeSantis, actual gobernador de Florida, ni Nikki Haley, la exembajadora de Estados Unidos ante la ONU, consiguieron arrebatar el liderazgo a Donald Trump. Esto provocó que los dos miembros se retiraran de la carrera electoral para ser candidatos, De Santis apoyándolo finalmente y Haley dejando también vía libre a Trump.
Así, el Partido Republicano como partido dominante del conservadurismo y la derecha política estadounidense y Donald Trump, como líder y candidato respectivamente, han constituido su estrategia discursiva bajo tres ejes: herramientas de comunicación no verbal (como «la pinza» o «el OK»), la utilización de elementos discursivos en el terreno electoral y de forma interna en la formación, así como la contribución de su compañero de fórmula/ticket, J.D. Vance, y del propio partido al discurso político externo de Trump. El discurso político se compone de dos tipos dependiendo de a quién va dirigido el mensaje: interno, el cual no tiene el objetivo de calar en los ciudadanos (sesiones ordinarias en los parlamentos, comisiones de la cámara, se utiliza un lenguaje más técnico y a veces complejo); y el externo, que si va dirigido hacia la ciudadanía y se sabe que va a tener un tratamiento de los medios de comunicación para su posterior difusión (mítines/actos electorales, debates electorales entre candidatos, etc.).
La comunicación política de Trump
En referencia al primer eje, la comunicación no verbal, el candidato republicano, utiliza en numerosos discursos políticos externos (como mítines electorales, convenciones de la organización política) la herramienta conocida como «la pinza». Este método del lenguaje, juntando el dedo índice y el pulgar, aplica exactitud, concreción y precisión al mensaje. También, haciendo otra vez uso de las manos, emplea la técnica «OK» en mítines y actos de campaña. El especialista en persuasión y comunicación no verbal Alan Stevens indicó que esta técnica ha permitido a Donald Trump expresar tener razón en el mensaje que envía.
Respecto al lenguaje facial del candidato, su figura transmite seguridad y orgullo. En el pasado debate electoral entre Trump y el antiguo candidato por los demócratas y actual presidente, Joe Biden, se logró apreciarlos. Como comentó el experto en comunicación no verbal José Luis Martín Ovejero, el expresidente se mantuvo con la mirada de frente y la barbilla en alto transmitía en cierta medida estas dos cualidades, las cuales definen muy bien el liderazgo que ostenta el líder republicano.
Además, la renuncia de Biden como candidato a la reelección y el relevo hacia Kamala Harris ha repercutido en la creación de una nueva estrategia de confrontación por parte de Trump, diferente a la que había llevado con la candidatura de Biden, cuyo tema de confrontación era la edad. Esta nueva estrategia pasa por establecer esa confrontación por medio de dos cuestiones: inmigración y la situación económica del país. Estas dos son, según el Pew Research Center, de las cuestiones que más preocupan al electorado republicano.
La estrategia comunicativa del ticket electoral republicano Trump-Vance en referencia a Harris pasa por dos movimientos: burla y acusación de ser la “culpable” de la “invasión” migratoria y de las subidas de precios y electricidad en el país utilizada por parte de Trump, mientras Vance usa la retórica de desprestigio político. Estos dos movimientos se constituyen por mera competencia electoral: el objetivo es aumentar la distancia en estados clave respecto a los demócratas.
Inmigración, identidad nacional, familia y empresa
Dentro del discurso político externo, a nivel de partido, los republicanos se han basado cuatro elementos en los que definir parte de su estrategia para el ciclo electoral de 2024: inmigración y sociedad extranjera, familia tradicional, empresa e identidad nacional.
En primer lugar, la inmigración se configura como un «objetivo de ataque», es decir, a través del discurso emocional, estableciendo el enfado como emoción principal, se culpabiliza y criminaliza a la sociedad extranjera. Este tipo de comunicación se amplifica por medio de las redes sociales oficiales del partido a través de publicaciones. Además, se utiliza para vincular el fenómeno migratorio con la candidata Harris y los demócratas. Donald Trump entonces establece una conexión entre las personas extranjeras y el proceso de «invasión» hacia la comunidad nativa: lo que crea en sus votantes un efecto de rechazo frontal hacia la comunidad migrante: según el estudio del Pew Research Center, ya mencionado anteriormente, ocho de cada diez votantes republicanos son blancos no hispanos, además el 89% del electorado republicano cree que Trump “puede tomar buenas decisiones” en política migratoria.
Dicho elemento está íntimamente relacionado con el de la identidad nacional, puesto que tal construcción de la identidad en torno a la nación se sujeta a su vez por la existencia y consecuencia del primero. El discurso de Trump y del Partido Republicano en cuanto a la exaltación de la nación (nativismo, tradicionalismo) se entiende por la exclusión de parte de la población, en este caso al migrante, del propio sistema: salida institucional, social y cultural porque perciben a la inmigración como causa de una «problemática».
Por otra parte, esa exaltación se produce también en el lema de campaña del partido: Make America Great Again. El lema electoral se origina en el Let’s Make America Great Again utilizado por el equipo de Ronald Reagan para las presidenciales de 1980, elecciones que se tradujeron en una victoria. El actual candidato presidencial y los republicanos utilizan el mismo lema escogido para las presidenciales de 2016 en las que ganó ante Hillary Clinton, la candidata en aquel momento del Partido Demócrata. Con este eslogan, se recurre a la técnica «dog-whistle politics», esto es, llamar la atención de una audiencia concreta (votantes fidelizados republicanos, nacionalistas estadounidenses, personas racistas, ultraconservadores, etc.) pero sin que le sirva a la audiencia opositora de ataque para su posterior respuesta, fundamentada muchas veces en la ira. La frase tan popular en el país sirve para llamar la atención a unas mayorías que creen que la nación y su identidad están en deterioro y cierto declive.
Los elementos de la familia y la empresa, se escenificaron en la Convención Nacional Republicana realizada en el pasado mes de julio. Si analizamos unas palabras que expresó la influencer Amber Rose se aprecia la defensa del modelo de familia tradicional-nuclear y a las empresas estadounidenses como clave del tejido productivo: "Soy modelo y empresaria, pero lo más importante, soy madre... La mejor oportunidad que tenemos de dar a nuestros bebés una vida mejor es elegir a Donald Trump". Rose atribuyó la victoria en su modelo de vida en la elección de Trump como presidente de Estados Unidos.
También hay que destacar que la defensa del tejido empresarial se produce, en parte, por el recorrido y la faceta en el mundo de la empresa que tiene el candidato. Patrick Wyman en un artículo en The Atlantic, explica muy bien el porqué los republicanos y Trump ponen en el centro la importancia de la empresa: “Trump estaba cortejando el apoyo de la alta burguesía estadounidense, los millonarios sin pretensiones que se ven a sí mismos como líderes locales en los negocios y la política, la columna vertebral poco apreciada de una nación que una vez fue grande”. Esto es, el candidato se reúne y relaciona con los «mandamases» de las empresas que se consideran líderes de negocios o de la política y que tienen que ver con un poder oculto en la nación norteamericana.
El uso de estos dos elementos es necesario para la configuración del conservadurismo social y económico propio del Partido Republicano, aunque es cierto que el programa electoral que presenta para estas presidenciales suaviza su opinión en temas sociales como el aborto o el matrimonio homosexual. El Comité Nacional Republicano, máximo órgano de los republicanos, aprobó este ideario que asume la postura política de su líder: renuncia a la prohibición del aborto en los Estados federales, algo fundamental a destacar, ya que es la primera vez en cuarenta años que el partido no contempla puntos en su programa de restricción al aborto.
Liderazgo de Trump y Vance
La figura de Trump se construye a partir de un liderazgo fortalecido y carismático. Su persona transmite al público seguridad y orgullo. De la misma manera, ese liderazgo está sujeto bajo el sentimiento de victoria, la emoción de enfado y el sentimiento de burla hacia sus adversarios políticos. Dichos ejes contribuyen a la fortaleza de su comunicación. Igualmente, el candidato republicano se percibe hacia su electorado como un sujeto político de lucha y supervivencia. Esta imagen de Trump se aprecia con la ya icónica fotografía en la que el expresidente fue víctima de un intento de magnicidio ante lo cual respondió alzando su puño en alto como símbolo de resistencia. A la construcción de esta percepción, ha contribuido el propio partido mediante redes sociales como X (antiguo Twitter): “Never surrender”, escribió junto con una foto de Trump en un tweet de la cuenta oficial de los republicanos.
El candidato a vicepresidente, J.D. Vance, contribuye a reforzar tanto el liderazgo del expresidente como parte de su discurso político. Vance se anexiona a Donald Trump para servir de tándem al impulsar el discurso de ideas: hemos visto a Vance atacando la labor de los profesores y la docencia, además de hacer comentarios machistas a su adversaria política Kamala Harris. El senador por Ohio es exmilitar y pertenece a la «América profunda» de Estados Unidos, por lo que tiende a ver el país desde un punto de vista conservador y tradicionalista.
En conclusión, tanto Trump como su partido han establecido una estrategia clara para arrebatar a los demócratas la Casa Blanca y que este se convierta de nuevo en presidente de una de las naciones más grandes del mundo. Veremos si la estrategia de comunicación y confrontación contra su adversaria, Kamala Harris, les sale bien en la carrera presidencial finalizada en noviembre, la clave: hacerse con los llamados estados bisagra (swing states).
Firma invitada - Hugo Gil es estudiante del Grado de Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad de Granada. Interesado en el comportamiento político, la comunicación política y la participación ciudadana.
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Buenos días, creo que ha sido una buena elección de cara a movilizar al electorado más progresista del Partido Demócrata, además, actualmente hay unidad política de los demócratas y están reactivados y creo, con muchas ganas de votar.
Hola. ¿Y qué pensáis de la elección de Tim Waltz como candidato a VP? ¿Cuánto puede durar este momento dulce para los demócratas? ¿O estamos frente a una reactivación del electorado demócrata entre hispanos, jóvenes,etc... Que podría, al menos, darles el control del Congreso? Gracias