La misión de sumar en el espacio de la izquierda
Con un sistema electoral que penaliza la división, los partidos a la izquierda del PSOE están condenados a entenderse y unirse en torno a una misma candidatura.
La urgencia para generar una plataforma que unifique a toda la izquierda alternativa está más que justificada. El adelanto electoral declarado el 29 de mayo por el presidente Pedro Sánchez corre en contra de los intereses de Yolanda Díaz que esperaba un proceso de unificación en torno a Sumar mucho más pausado.
Por el momento, la negociación está siendo intensa. Los cuchillos vuelan de un lado a otro entre los círculos de izquierda pero, por encima de ello, esta misma mañana parecen haber alcanzado un acuerdo de mínimos para presentarse en coalición y seguir negociando los puestos en las listas los próximos días.
A pesar de la mala relación entre los dirigentes de Podemos con el resto de partidos, estos están condenados a entenderse. El sistema electoral español, en términos generales, no perdona la división y los partidos son conscientes de ello.
Una máquina de triturar votos
La fragmentación partidista está íntimamente ligada con los votos malgastados, es decir, con aquellos votos que fueron emitidos hacia un partido que no obtuvo ningún escaño en la circunscripción en la que se presentó. Como se observa en el siguiente gráfico, en el año 2008 se obtuvo la tasa más baja de votos malgastados (8%) coincidiendo con el máximo esplendor del bipartidismo (entre el PP y el PSOE concentraron un 84% del voto). En contraste, en las elecciones posteriores, coincidiendo con la aparición de Podemos, Ciudadanos y Vox, se duplican las cifras de votos que fueron emitidos y que no sirvieron para lograr representación.
Si tenemos que buscar un factor que contribuye en gran medida a los votos malgastados, podríamos señalar directamente a las circunscripciones pequeñas, es decir, aquellas provincias que distribuyen entre 1 y 5 escaños. En este tipo de circunscripciones, pudimos observar en las elecciones de abril de 2019 como casi una cuarta parte de los votos emitidos resultaron desperdiciados.
Ahora bien, los partidos son plenamente conscientes del comportamiento de nuestro sistema electoral y, por lo tanto, estos conocen los riesgos que conlleva la dispersión del voto en muchas formaciones. Solo en las circunscripciones grandes (10 escaños o más) la fragmentación partidista no está tan penalizada.
Sin embargo, precisamente las provincias que asignan un mayor número de escaños son donde la presencia de Podemos como marca política se encuentra más relegada en favor de formaciones como Más Madrid, Compromís y los Comuns, que conforman los principales apoyos de Sumar. En ese sentido, se puede entender la dificultad de llegar a un acuerdo entre las diferentes formaciones: todas quieren ocupar los puestos de salida en las circunscripciones grandes, pero el capital político de cada una de ellas es muy diferente.
No todo son las transferencias
La victoria de la izquierda no pasa únicamente por robar la mayor cantidad de votos al bloque de la derecha (que también ayuda), sino por ser lo más eficaz posible a la hora de aglutinar el voto en torno a sus formaciones.
En las elecciones de noviembre de 2019, el bloque de derechas ganó al de izquierdas. La suma de votos de los principales partidos de la derecha a nivel nacional (PP+ Ciudadanos + Vox) resultó en un 42,6% frente al 40% en la izquierda (PSOE+ UP). No obstante, el sistema electoral jugó a favor del bloque de izquierdas esta vez.
Como se puede ver en el gráfico, en las últimas tres elecciones la derecha ha malgastado más voto que la izquierda. La existencia de tres partidos a nivel nacional compitiendo por el mismo espacio electoral contribuyó a que estos se posicionasen peor para obtener escaños en las provincias medianas y pequeñas. Ciudadanos, por su parte, sufrió el castigo más severo, siendo la mitad de los votos emitidos hacia la formación naranja malgastados.
La batalla que tiene que afrontar la izquierda
La precampaña no está siendo favorable para Yolanda Díaz y Sumar. Quedan unas pocas horas para la que se cierre el plazo para la presentación de candidaturas y el ruido y los titulares en relación con la negociación, que gira más en torno a vetos personales y puestos en las listas que en torno a políticas públicas, lo cual puede desmovilizar a una parte del electorado.
A pesar de ello, esta es una batalla que la izquierda debe afrontar. Desde una perspectiva de los efectos mecánicos, la confluencia de las formaciones de izquierda en torno a una candidatura unitaria puede ser decisiva para superar a Vox. Posicionarse como tercera fuerza en muchas circunscripciones puede ser crucial para evitar la penalización del sistema electoral.
Con todo, las semanas más complicadas para Sumar están por llegar. Salgan adelante o no las negociaciones, cabe tener en cuenta los efectos psicológicos que pueden quedar sobre el votante de Podemos tras todo este proceso. A Yolanda Díaz se le plantea así la difícil tarea de atraer a un votante que, después de meses de ruido, no tiene una opinión tan favorable hacia Sumar.