La resistencia a la derrota moral y la patata plurinacional
Aun sin una victoria progresista en las elecciones del 23J, el bloque de la derecha no logró infligir una derrota moral y por tanto la cuestión plurinacional será determinante para la gobernabilidad.
La España progresista y plurinacional ha resistido la ofensiva reaccionaria. La gobernabilidad depende del sistema político vasco y, sobre todo, catalán y de la capacidad de construcción de un horizonte (con)federal.
Julio de 1936. Golpe de Estado en España. El bando franquista desde el protectorado español de Marruecos comienza su reconquista peninsular por Andalucía, como la primera entrada institucional de VOX se produjo en esta tierra allá por diciembre de 2018. Las tropas avanzan con la sensación de victoria inevitable. 14 de agosto de 1936, la masacre de Badajoz alecciona a la Extremadura digna que se había levantado en marzo. El coronel Yagüe opta por una política de arrasamiento. El coronel Abascal lo volvió a dejar claro en Extremadura con la claudicación de Guardiola: Vox entra en los gobiernos. No por casualidad una Comunidad Autónoma acostumbrada a ser ignorada estuvo tan presente en el cara a cara Sánchez-Feijóo.
En estas elecciones desde los cuarteles de la ultraderecha y la derecha derechizada se quiso infligir una derrota moral, querían una victoria simbólica, querían su liberación del Alcázar de Toledo. Pero Madrid se puso digna con esa chulería popular que podemos ver en la mayoría de las izquierdas en Getafe, Leganés, Fuenlabrada, Parla, Vallecas, Usera y Villaverde. Hasta en la calle Ferraz se oyó un sorprendente: ¡No pasarán!
Pero la gran resistencia se produjo en Barcelona: Catalunya, siempre Catalunya. Es un resultado histórico, el PSC-PSOE y Sumar obtienen 26 de 48 escaños. 15,57% sobre el total de los escaños socialistas y un 22,58% de la new left son catalanes. Salvador Illa desde Barcelona entiende mejor España que García Page desde Toledo. Así como En Comú Podem tiene el reto de traducir la política que propone Yolanda para Catalunya: el diálogo. Tengamos en cuenta que ahora mismo en gran parte Sumar es una coalición de partidos conformada por las prisas del adelanto electoral, por lo que su reparto interno era fundamental: Movimiento Sumar 10; Podemos 5; IU 5; En Comú Podem 5; Compromís 2; Más País 2; Més 1 y Chunta Aragonesista 1.
No hay una victoria progresista en España, son 167 escaños frente a 183 que no lo son. El eje ideológico izquierda-derechas ha sido fundamental en lo electoral, pero la cuestión plurinacional es lo determinante en la gobernabilidad. Las dinámicas de competición Bildu-PNV y ERC-Junts del sistema político vasco y catalán van a marcar el paso de esta (¿breve?) legislatura. Quizás, en el primer caso dificultan la conformación del gobierno progresista y en el segundo la favorecen. Por ello, voy a profundizar en este punto.
ERC es el perdedor de la noche (quizás junto a Vox y Michavila), siguiendo la pérdida de poder institucional con el resultado de las municipales y justo en el primer periodo, desde Josep Tarradellas, en que cuentan en su poder con la pieza mayor, la presidencia de la Generalitat. Esto no es buena señal, si recordamos la tendencia de ERC al tiemble de piernas en el chicken game catalán en un contexto en el que todavía se hacen eco los efectos de la resaca emocional del procés. Junts vuelve a tener una buena mano, con la CUP desaparecida en combate, va a ser quien suba la apuesta. Amnistía y autodeterminación era su campaña. La primera puede ser viable para la conformación de mayorías, la segunda nos lleva a la repetición electoral. Ahora, cuidado, el mandato catalán es claro: no queremos un gobierno de la derecha derechizada con la extrema derecha que nos incendie Cataluña. El marco diálogo ha favorecido la recuperación del PSC, la recuperación del voto dual y el abstencionismo independentista.
Bildu logra el sorpasso en votos y escaños sobre el PNV si sumamos a Navarra y País Vasco. No así en el País Vasco donde empatan en escaños y el PNV cuenta con una menguante diferencia de 1105 votos (0,1%). Las tentaciones jetzales de acuerdo con Feijóo (siempre sin Vox en el gobierno) que podíamos vislumbrar con la recuperación de la interlocución en octubre de 2022 y la conocida buena relación Urkullu-Feijóo parecen alejarse. La apuesta por ser el campeón del “¡Que te vote Txapote!” te ayuda a ser primera fuerza, pero te dificulta la gobernabilidad. Una de las lecciones para la derecha. Junto a la competición con Bildu, el PNV se va a ver condicionado al voto favorable al gobierno progresista por factores como un sistema mediático autónomo con respecto al Madrid DF, una opinión pública antifascista en su formato españolista que deja a Vox sin representación y con tan solo un 2,61% o un influyente tejido asociativo y sindical (sindicato ELA como máximo exponente).
En el sistema vasco-navarro también podemos encontrar parte del diferencial Sumar 2023 (31 escaños) y Unidas Podemos 2019 (35 escaños, 38 al sumar MP-Compromís). Aquí, Sumar tan solo obtiene un escaño, pues la pérdida es de 2 escaños en País Vasco y 1 en Navarra. Sumar ha contado con un voto global de 12,31%, que es menor en País Vasco con un 11,07% y un poco por encima en Navarra con un 12,85%. Mientras que Unidas Podemos logró un 12,97% en el global, un 15,51% en Euskadi y un 16,74% en Navarra. La profundización de la podemización de Bildu, la percepción de re-federalización socialista, pero también un discurso más impugnador que te penaliza en ciertos territorios te puede beneficiar en otros, son factores a tener en cuenta. Ahora, el aguante de Sumar también se explica desde la renuncia de este discurso. Comparación que debe verse con la perspectiva de las últimas encuestas pre-Sumar y la tendencia de las últimas elecciones autonómicas y municipales para lo antaño conocido como espacio del cambio. Uno de los retos en Sumar está en la generación de una institucionalidad que permita canalizar los conflictos y la consecución de una suficiente pluralidad discursiva y de perfiles políticos. Esto no es imposible, PP, PSOE o Bildu lo logran.
Por tanto, ¿dirección de Estado plurinacional o bloqueo? Insistimos, la clave está (siguiendo a Aitor Esteban) en “las dos patatas calientes: la catalana y la euskal patata”. Que no deja de ser el anverso de la cuestión del Estado-nación español. La patata española. La patata plurinacional. El bloque plurinacional funciona a pleno rendimiento a la contra y el 23J quizás sea su gran hito contemporáneo. Ha tenido también algunos éxitos sonados en positivo en la amplia propuesta legislativa desarrollada en el ciclo 2018-2023. De la construcción de un horizonte plurinacional, (con)federal, depende la gobernabilidad. El reto está en lograr una propuesta convincente que logré ampliar el significado de autodeterminación para que Cataluña vote y acabe con la excepcionalidad de un Estatut deslegitimado tras la sentencia incendiaria del TC de 2010. Si el marco es el referéndum de autodeterminación circunscrito a la independencia, el bloqueo y la repetición electoral se acercan por tercera vez consecutiva.
Firma invitada - Andrés González es investigador doctoral en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la UCM. Máster Internacional de Estudios Contemporáneos de América Latina. Graduado en Ciencias Políticas y en Derecho por la UC3M.
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