La vu(el)ta del mito
El espacio de la izquierda alternativa al PSOE tiene el gran mito contemporáneo en Pablo Iglesias. A pesar de abandonar la primera línea de la política, su proyección aún se mantiene.
La grandeza es una experiencia transitoria. Nunca es consistente. Depende en parte de la capacidad para crear mitos que tiene la imaginación humana. Aquel que experimenta la grandeza debe ser capaz de percibir el mito del que forma parte. Debe reflexionar sobre los sentimientos que se vuelcan sobre él. También debe tener cierta inclinación hacia el sarcasmo. Eso le impedirá abandonarse a sus ambiciones. Ese sarcasmo será lo único que le permitirá recordar quién es realmente. Sin dicha cualidad, incluso la grandeza ocasional puede llegar a destruir a un hombre.
De Frases escogidas de Muad’Dib por la princesa Irulan | Dune (Frank Herbert)
Los mitos son narraciones colectivas que nos vienen acompañando desde los ecos de la primera humanidad. Casi podríamos definir al ser humano por su capacidad de construcción mitológica y su mitomanía, en su acepción de tendencia a mitificar. Si bien nuestra modernidad tardía o posmodernidad ha tendido a la desmitificación en diversos ámbitos, al mismo tiempo es una epocalidad que no ha dejado de generar mitos en pluralidad de esferas como la música o el deporte. Hay un ámbito predilecto de esta condición mitómana del ser humano, hablamos de la política. Pensemos en uno de los más influyentes y persistentes en el tiempo, el mito de Prometeo, que tiene múltiples versiones como entre otros muestra el filósofo Carlos García Gual en su obra Prometeo. El mito del dios rebelde y filántropo.
Una de las versiones más conocidas es la de la sofística del Protágoras de Platón, la cual es especialmente estimulante para pensar la condición democrática o el mismo concepto de política. Sigamos, se entiende que parte de las críticas al hiperliderazgo tienen que ver con la ambivalencia del mito en nuestra época. Una dificultad de relacionarse con la tendencia desmitificadora por parte de nuestras sociedades mientras la fábrica de mitos sigue produciéndolos. Hoy la idea de mito en política se pone en relación con la irracionalidad de las masas y su sensiblería. Bueno, ya veis, aquí aceptamos nuestra condición sensiblera, mitómana y de pluralidad de racionalidades.
Un punto divertido y donde se ve bien la problemática lo hallamos en la izquierda política en España. El espacio de la izquierda alternativa al PSOE tiene el gran mito contemporáneo en Pablo Iglesias. Este plural espacio no sabe qué hacer con la multiplicidad narrativa del mito, que no solo afecta a la lectura de hoy sino al conjunto colectivo de la experiencia Podemos. En el auge de Podemos, vamos a poner por caso 2014-2016 el mito alcanzó su punto de grandeza máximo. Había tantos Pablos Iglesias como se quisieran, punto en el que mito alcanza un grado de abstracción y transversalidad que se acerca a eso que en aquella época se denominaba, siguiendo al argentino Ernesto Laclau, significante vacío. Según la comunidad política estaba el «asaltador de cielos», el «leninista pop», el «profesor de universidad», el «vallekano», el «que llevaba coleta y no llevaba corbata», el «peligroso bolivariano», el «anti-felipista»…
Uno de los elementos narrativos de este mito, era lo friki con las series y el cine, el ficcionar la acción política de manera explícita, en especial la asociación a Juego de Tronos. Imaginémonos sentados al lado de un fuego, o al abuelo Simpson contando historias bajo el limonero: «Lo que hizo en el primer encuentro con el monarca fue regalarle la serie de Juego de Tronos». Suena a que han pasado diez años y aunque vuelve a haber dos izquierdas de ámbito estatal que entrarán en el Parlamento Europeo ya no toca tanto Juego de Tronos. Hoy, uno de los elementos narrativos es el Universo Dune, especialmente motivado por las películas de Denis Villeneuve. Dune trae al primer plano la cuestión mitológica en numerosos sentidos. Hay muchas maneras de hacerlo, nos vamos a aproximar a ella a través de esta cita inicial de uno de los capítulos del primer libro de la obra de Frank Herbert.
“La grandeza es una experiencia transitoria”. Auge y caída. Los mitos, que tienen un gran referente en la Grecia arcaica y clásica, pueden contar con una dimensión trágica. Hay un periodo de grandeza que podíamos situar en el 2014-2016, con una destacadísima influencia internacional, con una revolución cultural en el país o unos resultados políticos notabilísimos. Período al que secundan grandezas parciales como el vídeo de renuncia al gobierno o la posterior entrada al mismo en el 2019, pero también tragedias parciales como la irrupción sanchista o el mismo resultado de las generales de 2019 o del 23J de 2023. Por supuesto, hay espacio para las tragedias absolutas como el quiebre Errejón-Iglesias o los resultados municipales y autonómicos de mayo 2023. Vemos con esto que la grandeza del mito, sumado a la pluralidad necesaria y repleta de disonancias: “Nunca es consistente”.
“Aquel que experimenta la grandeza debe ser capaz de percibir el mito del que forma parte”. El mito, pone al ser humano ante uno de los más difíciles desafíos asumibles por la condición individual. La cuál no es nunca unívoca, pero que en su conversión en elemento público alcanza una mayor transparencia y democraticidad. Se es parte de la conversación pública, del intercambio popular y cotidiano de la comunidad en la que opera el mito. Entra en acción la consciencia y la capacidad de acción del propio individuo viviente del mito. Ser uno mismo y parte de una narración sobre la que se tiene capacidad de actuación pero no se tiene el control. El chalet aquí vuelve a tomar unas dimensiones trágicas. La decisión de una persona progresista de rango medio-alto de ingresos de pillarse un chalet fuera de la urbe cuando el marco era barrio, era Vallecas, etc. La inconsistencia narrativa alcanza puntos de ruptura.
“Debe reflexionar sobre los sentimientos que se vuelcan sobre él”. El sujeto que acompaña al mito debe hacerse cargo de esta pérdida de control sobre la propia figura. Debe introducir reflexividad sobre su propia práctica. Vamos a tomar a Paul Atreides en Dune II de Villeneuve. Si tu figura ya es adorada por muchos y los tuyos lo han fomentado, incluso aunque tu no quieras, si la no asunción de ese rol produce mayores conflictos que no hacerlo te toca dar un paso adelante.
Volvamos al fuego o con el abuelo Simpson debajo del limonero: «Entonces, puso una foto suya en las papeletas de las elecciones europeas de 2014». Eres la cara visible y tu figura permite atajos cognitivos que simplifican un conjunto de ideas. O: «Entonces, dejó la Vicepresidencia del Gobierno de España y se presentó a las elecciones de la Comunidad de Madrid». Si eres la figura más relevante, la que logra la entrada del gobierno y lo dejas para una batalla menor: tratar de disputar un gobierno autonómico y lograr salvar un grupo parlamentario. Esto en un territorio y un contexto en el que había que ponderar el juego de activaciones de emociones, eran mayores las que se activaban a la contra que las adhesiones que se sumaban. Tocaba ficcionar tu propia figura en otra dirección y reflexionar más sobre los sentimientos que se volcaban sobre el mito.
“También debe tener cierta inclinación hacia el sarcasmo. Eso le impedirá abandonarse a sus ambiciones. Ese sarcasmo será lo único que le permitirá recordar quién es realmente. Sin dicha cualidad, incluso la grandeza ocasional puede llegar a destruir a un hombre”. Sigamos: «Entonces, decidió montar sus propios medios de comunicación. También, se montó una taberna». «¿Una taberna? ¿De verdad?». La apertura de la Taberna Garibaldi en el barrio madrileño de Lavapiés es un giro irónico de la propia figura, una expresividad sarcástica que puede permitirte recordar quién eres. No abandonarse ya del todo a la grandeza ocasional lograda. Que esta no sea tu nostalgia. Es preferible la de acercarte a aquello que eras antes de la aparición del mito, que el sarcasmo te permita ir haciendo emerger tu condición individual. Quizás, mejor que la nostalgia se presente en forma de la crisis de los 40 que no pudiste vivir. Que el sarcasmo te salve de la destrucción. Quizás hasta tu partido logre dar un primer paso en las elecciones europeas para volver a proyectarse en el tiempo.
Firma invitada - Andrés González es investigador doctoral en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la UCM. Máster Internacional de Estudios Contemporáneos de América Latina. Graduado en Ciencias Políticas y en Derecho por la UC3M.
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