Macron y el 'pato cojo'
Emmanuel Macron, al no poder ser reelegido nuevamente, busca implementar una medida impopular como la reforma de las pensiones, pero esto podría acabar volviéndosele en su contra.
Hace unos dos meses en un artículo de esta newsletter hablé de la expresión “pato cojo” para referirme a la situación en la que se encontraba la presidencia de Emmanuel Macron. El mandatario francés se encuentra en su último mandato presidencial y al no tener que buscar la reelección puede implementar medidas de carácter impopular, por lo que la utilización del término de “pato cojo” es pertinente para este caso. No obstante, a pesar de que el presidente sea capaz aplicar medidas que no cuenten con un gran apoyo, esto puede volvérsele potencialmente en su contra.
La reelección
El próximo 24 de abril se cumplirá un año de la victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales francesas frente a Marine Le Pen. En 2022 se producía el mismo enfrentamiento en segunda vuelta que el que se dio en 2017, pero esta última vez Le Pen recortó distancias y el candidato reformista se acabó imponiendo con una ventaja de 17 puntos porcentuales (en 2017 fue de 32 puntos). En tanto, en las elecciones legislativas que se celebraron en junio el presidente francés perdió la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Si en sus primeros cinco años de mandato esa mayoría parlamentaria le permitió adoptar una serie de medidas favorables a las empresas, como el recorte del impuesto de sociedades o la revisión de la legislación laboral, ahora la coalición macronista contaría con mayores dificultades para aprobar las reformas deseadas.
Con un panorama distinto, el Gobierno francés, encabezado por la primera ministra Élisabeth Borne, ha tenido que recurrir en varias ocasiones al artículo 49.3 de la Constitución, que permite adoptar un proyecto de ley directamente. Hasta ahora la actual primera ministra ha activado dicho artículo en once ocasiones, la última vez fue para aprobar la reforma de las pensiones.
La reforma de las pensiones
En el mes de enero Borne presentaba el proyecto de la reforma de las pensiones con el fin de aumentar gradualmente la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años en 2030. Esta promesa electoral de Macron se intentó poner en marcha en 2019 y por la pandemia en 2020 se frenó, pero de nuevo volvió a prometerla en las presidenciales de 2022. La medida genera un gran rechazo entre las formaciones de izquierdas y la ultraderecha. Además, también es impopular entre los franceses, estando en contra el 68% de la población, de acuerdo con la encuesta de Ifop Opinion.
Sin embargo, aun con el rechazo que producía, Macron activó el pasado 16 de marzo el artículo 49.3 con el propósito de aprobar esta controvertida reforma, sin necesidad de votación en la Asamblea Nacional. Dentro de sus propias filas provocó una hostilidad abierta, pero el presidente francés consideraba la mejor opción al no disponer de mayoría absoluta y sin ser seguros los votos a favor del Los Republicanos (LR). La respuesta de la oposición fue la presentación de dos mociones de censura contra el Gobierno de Elisabeth Borne, una del grupo de independientes LIOT (Libertad, Independientes, Ultramar y Territorios) y otra de Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. Ambas fueron rechazadas. La principal moción, la presentada por LIOT, fue respaldada por 278 diputados, incluidos 19 de LR, quedándose sólo a 9 votos de derrocar al actual Ejecutivo.
En las calles tampoco gustó la utilización del Gobierno del artículo 49.3 para aprobar la reforma. Además del aumento de manifestaciones espontáneas, el martes 28 de marzo se produce la décima jornada de protestas y paro general. El clima social se ha tensionado y ha llevado a que algunas protestas hayan adquirido un tinte violento, algo que preocupa a los sindicatos. No obstante, esto ha servido de pretexto para que la policía del país haga un uso desproporcionado de la fuerza, siendo denunciada dicha brutalidad policial por el Consejo de Europa y varias organizaciones de derechos humanos.
La presión popular aún no ha conseguido que Macron retire la reforma, convoque un referéndum o reemplace a la primera ministra, pero las movilizaciones continúan, por ahora no decaen. Es un movimiento social que no se ha visto en otros países de Europa porque al final la reforma, aunque va en la línea de su vecinos europeos, ha tocado algo profundo: un modelo social con fuertes protecciones y en sí el modo de vida francés. Igualmente, se produce en un momento marcado por distintas ansiedades económicas como el aumento de los precios de los alimentos y la energía. Así pues, la estrategia del presidente de Francia para tal proyecto ha acabado mostrando sus límites, pero también esos límites quedan palpables en lo que representa el sistema político francés y en general en lo que se entiende por democracia liberal representativa.
¿Perdurará el macronismo sin Macron?
En 2017 Emmanuel Macron llegaba al Palacio del Elíseo. Representando las siglas de un partido que creó de cara a la carrera presidencial, La República en Marcha (ahora Renacimiento), logró ocupar el espacio que hasta entonces se habían disputado el Partido Socialista y la derecha gaullista. Durante sus primeros cinco años de mandato, su Gobierno contó con una clara impronta tecnocrática. Debido a la naturaleza de sus medidas, a finales de 2018 tuvo su primer desafío con la irrupción de los ‘chalecos amarillos’ que protestaban contra la subida del impuesto a los combustibles. Dicho movimiento no sólo frenó los planes de Macron al respecto, sino que además mostró unas brechas sociales que no habían sido problematizadas y que eran efecto de la globalización.
Ahora Francia se encuentra en un nuevo momento de movilizaciones. Aquello por lo que se protesta parece que está llegando a apelar a más ciudadanos, por lo que si las movilizaciones perduran por más tiempo, el impacto puede ser aún mayor en el clima político, social y económico francés.
Se dibuja un escenario complejo para el sucesor de Macron en el Elíseo. Así, surge la pregunta, aún quedado cuatro años, de si el macronismo podrá llegar a perdurar sin Macron. Dentro de su espacio, ya han surgido varios nombres. Uno de ellos es el de Bruno Le Maire, actual ministro de Economía, quien hace poco mostró un perfil propio con el acuerdo que alcanzó con los supermercados para limitar los precios de los alimentos básicos. Aparte de estar orientada a combatir la inflación, también se puede leer tal medida con el fin de contrarrestar la impopularidad generada por la reforma de las pensiones y por ende dar a este ministro una imagen de presidenciable. Sin embargo, esas ambiciones de Le Maire, quien es valorado como el ministro más popular del Gobierno, estarían irritando al mandatario francés, lo que ha provocado que las últimas tensiones entre ambos se hayan trasladado a la esfera pública. Por otro lado, Edouard Philippe, primer ministro entre 2017 y 2020, es otra figura que también tiene puesto los ojos de cara a las elecciones presidenciales de 2027. Su partido, Horizons, el cual está dentro de la mayoría macronista, celebró el 25 de marzo su primer congreso. La duda aquí está en si Philippe se mostrará como heredero del macronismo o preferirá cultivar una derecha más soberanista para ganar apoyo entre Los Republicanos. Un último nombre que es pertinente mencionar es el de Gérald Darmanin, el ministro de Interior francés. Lo interesante de estas tres figuras señaladas que podrían mostrarse como herederos del macronismo es que tienen un pasado como miembros de Los Republicanos (o de la Unión por un Movimiento Popular, el nombre del partido predecesor a LR).
Mientras, el contexto actual está siendo propicio para que Marine Le Pen vaya aumentando su base de apoyo con miras a 2027. La líder ultraderechista dejó hace unos meses la presidencia de su partido, Agrupación Nacional (RN), para enfocarse en la Asamblea Nacional y las próximas elecciones presidenciales. En caso de que se llevasen a cabo unos comicios legislativos anticipados, la encuesta de Ifop para JDD apunta que el principal beneficiado por su rechazo a la reforma de las pensiones sería la RN con el 26% de los votos, a la par de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES). Como se ve en la última encuesta, la izquierda bajo una misma coalición seguiría siendo una fuerza importante de cara a desafiar a un macronismo debilitado. Entonces el potencial de la izquierda pasa por estar unida en un mismo bloque porque si no tendría difícil lograr posicionarse como una opción real para llegar al Elíseo. Antes deberán resolver algunas problemáticas que han ido surgiendo como el tema de las listas para las elecciones europeas. Otra cuestión es quién puede ser el candidato que represente al bloque de la izquierda. El nombre Jean-Luc Mélenchon suena cada vez más difícil y el punto ahora es el modo en que se resolverá esto porque cada uno de los partidos querrá defender sus propios intereses. Las primarias siempre son una opción, pero vemos que en tal caso una de las partes siempre se encontrará más cómoda que la otra.
Francia vive en estos días un clima destituyente por la reforma de las pensiones impulsada desde el Gobierno. Entre la ciudadanía hay una gran insatisfacción por el contenido de dicha medida y por las formas en que se está gestionado. De este modo, el macronismo se va desgastando con una mayor rapidez y el descontento va siendo canalizado por otros bloques cuyo principal objetivo es llegar al Elíseo en 2027.