Milei, Massa y la crisis del sistema político argentino
La victoria de Milei ha despertado la polarización en la opinión pública. Sin embargo, su ascenso responde a una crisis democrática que se gestó hace más de tres décadas y que se fue intensificando.
El domingo 19 de noviembre el candidato de la Libertad Avanza, Javier Milei, ganó la presidencia de Argentina con el 55,7% de los votos, mientras que el oficialista Sergio Massa obtuvo el 44,3 %.
Milei será el primer presidente libertario de la historia argentina y mucho se ha discutido en la opinión pública al respecto. No obstante, para entender su pensamiento y su visión de país es necesario brindar una explicación teórica y politológica para no caer en el simplismo discursivo.
Sus simpatizantes lo califican o lo ven como la única opción para cambiar el rumbo de la Argentina. Mientras que sus detractores lo llaman el “Trump argentino”, el “Bolsonaro argentino”, un extremista o un fascista. En las democracias el debate es necesario para contrastar ideas, pero la realidad es que el fanatismo y el desprecio hacia un candidato sesga y reduce el nivel del debate.
Por otro lado, se le asocia con la extrema derecha por sus posturas sobre la comunidad de la diversidad sexual, las mujeres y la economía. Su propuesta más estridente fue la de no solo desaparecer al Banco Central, sino dinamitar el edificio y con ello transitar a un modelo de dolarización. El propio Milei se considera un libertario, el peronismo y la derecha moderada lo consideran un populista autoritario y algunos otros detractores advierten que es un peligro para el país.
La crisis del sistema político
Antes de hacer un perfil breve del presidente electo, hay que entender que la Argentina vive una crisis que surgió desde la transición a la democracia. Los años noventa del siglo XX dieron a la nación algunos presidentes que pregonaban una ideología, pero actuaban en contrasentido a ésta, por ejemplo, Carlos Menem, quien se hacía llamar peronista y aplicaba políticas desreguladoras.
Además, la crisis del sistema político argentino que no fue reformado después de la dictadura militar. Bastaron solo tres presidentes electos democráticamente, Raúl Alfonsin, Carlos Menem y Fernando de la Rúa, para que el sistema estallara y generara una crisis constitucional que terminó con la renuncia de este último. Luego ejerció el poder el presidente del Senado Ramón Puerta y seguidamente se nombró a un mandatario interino, Alfonso Rodríguez Saá.
La crisis con los políticos tradicionales apareció durante el mandato del presidente Eduardo Duhalde (2002-2003) como presidente interino y se tradujo en la victoria del peronista Néstor Kirchner. Las y los argentinos estaban desencantados con la política del statu quo y optaron por un perfil progresista. Kirchner basó su liderazgo no solo en las facultades legales que le otorgaba la Carta Magna, sino en su carisma y en el de su esposa Cristina Fernández.
En 2007 Kirchner traspasó el poder a Cristina y con ello se abrió un nuevo capítulo del peronismo. Como todos los gobernantes tuvieron aciertos y errores, no obstante dos de ellos fueron: 1) incentivar la polarización y confrontar a quienes no simpatizaban con el peronismo; y 2) personificar el poder en la pareja presidencial y luego en los peronistas tradicionales.
El mandato de los Kirchner sirvió como válvula de escape para despresurizar las tensiones que vivía la población. Además, al establecer un piso mínimo para impulsar el Estado de Bienestar Social, les generó un amplio respaldo popular, sin embargo, la bonanza económica que se vivía en esos tiempos comenzaría a agotarse. Asimismo, la retórica incendiaria y confrontativa del peronismo fraguó respuestas de igual magnitud, la derecha tradicional quedó relegada y su motor de la oposición se basó en mecanismos similares.
A pesar de que Cristina gobernó entre 2007 y 2015, los signos del desgaste del modelo de desarrollo, el ascenso de nuevos liderazgos en la región y sobre todo el impedir que nuevos perfiles surgieran dentro del peronismo se convirtió en una bomba de tiempo. En las elecciones presidenciales de 2015, también se ganó en un balotaje entre Daniel Scioli del peronismo y Mauricio Macri de Cambiemos. La victoria de Macri se consiguió por la forma en la que hizo campaña desde abajo y mostró una cara de la derecha más moderada y que pretendía cambiar las fórmulas económicas y políticas que se habían implementado.
Sin embargo, la crisis económica que estallaría elevó la inflación al punto de que muchas personas pasaron de clase media a clase baja y los más humildes perdieron lo que tenían. Entonces apareció el peronismo con un discurso que prometió solucionar todos los problemas de la mano de Alberto Fernández acompañado en la vicepresidencia por Cristina Fernández. El conocimiento de la ex Primera Dama y los éxitos de sus dos gobiernos generaron esperanza en la sociedad, por lo que en las elecciones de 2019 la fórmula Fernández-Fernández ganó el poder.
La crisis económica, la figura de Cristina Fernández, las pugnas entre el kirchnerismo y el albertismo y el hartazgo de la sociedad fueron el caldo de cultivo perfecto para que un líder agresivo y estruendoso como Javier Milei apareciera en escena. Al parecer la Argentina ignoró las dificultades que atravesaba al punto de que hoy la nación tendrá el primer presidente libertario.
Fundamentos del libertarismo
El libertarismo apareció en Manchester, Inglaterra entre 1825 y 1830 debido a un movimiento social impulsado por la Cámara de Comercio de Manchester quienes tomaban ideas del liberalismo, sin embargo, estas eran más radicales y con menos barreras.
El libertarismo impulsa el modelo de libre mercado y la regulación autosuficiente de éste del economista Adam Smith, pretenden que el laissez-faire y laissez-passer se hagan realidad. Esto se lograría a través de la eliminación de barreras mercantiles y con una diversidad del mismo producto para que cada persona pueda consumir lo que quiera y como quiera. Asimismo, retoma el utilitarismo de Jeremy Bentham entendido cómo que cada individuo lleve a cabo la acción que más le convenga o en otras palabras lo que más produzca bienestar.
Un tercer pilar, tiene que ver con un rechazo al imperialismo y el colonialismo, debido a que el movimiento manchesteriano rechazaba las campañas militares y las invasiones a otros países. Ellos defendían las relaciones comerciales y el intercambio de mercancías entre naciones y poblaciones.
Sin embargo, fue en el siglo XX cuando en Estados Unidos esta ideología cobró auge, ya que empresarios, pensadores y algunos académicos buscaban que el Estado solo se volviera un observador y proveedor de seguridad para la sociedad y tutelara las relaciones internacionales. Por ende el gobierno debería dejar de lado el estatismo, las empresas que tenía a su cargo y otros rubros que limiten la libertad de las personas.
Los libertarios son conocidos por su oposición a los impuestos, buscan la desregulación del mercado, impulsan las privatizaciones y priorizan la propiedad privada. Bajo ésta caracterización, el libertarismo es identificado en la derecha política ya que busca el bienestar individual y no colectivo como lo hace la izquierda.
¿Por qué Milei?
La victoria de Javier Milei es una muestra de molestia y hartazgo contra el peronismo y el macrismo que prometieron solucionar todos los problemas y no pudieron. Su ascenso se enmarca en un contexto de problemas económicos, políticos y sociales que no pudieron ser resueltos por los gobiernos precedentes.
Milei jugó las mismas cartas que sus antecesores, pero con el empleo de una retórico nueva que se articulaba en “la casta”. Se utilizó un lenguaje incendiario y agresivo que se mimetizó con la voz de las y los argentinos que estaban molestos y decepcionados con la actual clase política.
Javier Milei es un líder demagogo, similar a Donald Trump o Jair Bolsonaro, quienes encarnaron a un liderazgo fuerte, pero que la ciudadanía eligió en las urnas como a los anteriores. Sus políticas que aún no se han puesto en práctica y que son producto de enunciados deberán ponderarse por los éxitos o costos que generen al país. El presidente electo puede decir que hará muchas cosas, pero el país es una república presidencial con tres poderes, donde el futuro oficialismo no cuenta con la mayoría en el Parlamento.
Milei es un personaje de derecha que apuesta por las políticas libertarias que no tienen precedentes en ningún país. Sin embargo, el nuevo mandatario deberá desarrollar acuerdos o enfrentarse a la parálisis legislativa. La única certeza es que la campaña ha terminado y por ahora la retórica incendiaria ha cesado, así lo dejó ver en su primer discurso luego de que el candidato oficial reconociera que no lo favorecían las cifras.
El discurso de Massa
A través de un discurso desde el búnker de campaña, el candidato oficialista no solo reconoció la derrota, sino que tuvo una actitud republicana y democrática. Sergio Massa llamó a la unidad y al respeto a la democracia, agregó que “la Argentina tiene un sistema democrático fuerte sólido y que respeta los resultados”. Tales palabras son importantes no solo como un ejemplo en el país, sino a nivel regional pues América Latina ha sufrido mucho estos últimos años por candidatos que no reconocen la derrota.
Asimismo dijo que “los argentinos eligieron otro camino, pero la responsabilidad de dar certezas del país corresponde al presidente electo”. Se planteó al Javier Milei y al presidente Alberto Fernández que desde el lunes inicien los trabajos de transición pacífica y formal del poder. Latinoamérica ha presenciado las resistencias de los oficialismos para realizar el traspaso de poderes a quienes los derrotaron democráticamente, por ejemplo, Brasil estuvo al borde de una crisis política o en Guatemala se busca eliminar la inmunidad al presidente electo Bernardo Arévalo por mencionar algunos casos.
El discurso desde mi perspectiva es un pilar valioso de la jornada electoral. Nos invita a reflexionar sobre la civilidad de las elecciones en el mundo y su papel para dirimir conflictos por la vía pacífica. También nos invita a voltear la mirada hacia nuestros países y cuestionar de forma objetiva qué camino está siguiendo cada uno. Igualmente, nos recuerda las diferencias que como sociedades tenemos y que cada quien elige lo que considera que es mejor para el país.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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