Presidentas, primeras damas y las que aspiraron al poder en América Latina (I)
La historia las ha catalogado como “las esposas de” como si fueran un accesorio del presidente en turno, sin embargo, ellas tienen su esencia y camino. Ellas son las señoras presidentas.
Las mujeres han acrecentado su papel en las democracias de todo el mundo y América Latina no es la excepción. A pesar de que fue una de las últimas regiones en democratizarse a finales del siglo XX, el subcontinente ha sido uno de los principales semilleros para las presidentas.
Sin embargo, hay una variable que ha sido poco estudiada y que es relevante tomar en cuenta. Me refiero a que antes de convertirse en presidentas algunas fueron primeras damas. La historia les ha negado un lugar a las esposas de los presidentes, debido a que su cargo es visto como menor o simplemente protocolario, empero, muchas de ellas han competido por la presidencia, algunas han ganado y otras no.
Las presidentas en América Latina
La primera Jefa de Estado fue María Estela Martínez de Perón en Argentina (1974-1976), fue la segunda esposa del expresidente Juan Domingo Perón. Su llegada al poder se debe a un contexto del surgimiento de la democracia argentina y la fuerza del peronismo como movimiento político. Recordemos que en 1952, cuando Juan Domingo ganó la reelección, su entonces esposa Eva Duarte (Evita) quería ser candidata a la vicepresidencia, sin embargo, no lo logró debido a la oposición militar del peronismo y su avanzado cáncer. En 1955, estalló una revuelta cívico-militar contra Perón y se exilió en España.
En 1972, Perón regresaría a Argentina y María Estela Martínez logró lo que en su momento no pudo hacer Evita, registrarse en la fórmula como vicepresidenta. En 1973, el peronismo ganó la presidencia, pero el 1 de julio de 1974 el general murió y la vicepresidenta asumió el poder. María Estela se convirtió en la única primera dama y vicepresidenta en asumir la dirección del país. Solo gobernó durante dos años, debido a un golpe de Estado que la destituyó del cargo en 1976. Este evento detonaría uno de los periodos más sangrientos del país. Ahora bien, María Estela pasaría a la historia como la primera presidenta en la región.
En 1979, Bolivia sería gobernado por Lidia Gueiler Tejada quien era una legisladora del Movimiento Nacionalista Revolucionario, fue electa como diputada por el departamento de La Paz y se convirtió el presidenta de la Cámara de Diputados. En ese entonces Alberto Natusch dio un golpe de Estado, convirtiéndose en presidente de facto. Sin embargo, sólo gobernó 15 días, ya que las protestas sociales forzaron a que el militar devolviera el poder al Congreso. El 16 de noviembre de ese año Gueiler Tejada fue designada como presidenta interina.
Su mandato culminaría el 29 de junio de 1980 cuando se realizarían nuevas elecciones. No obstante, la presidenta interina fue objeto de un atentado el 7 de junio de 1980 cuando Waldo Ballivián intentó entrar al dormitorio de la presidenta y asesinarla. Luego, una semana antes de las elecciones, el general Luis García Meza dio un golpe de Estado y destituyó a la presidenta. Lidia Gueiler debió exiliarse. Su agenda de gobierno estuvo marcada por buscar la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida pública.
Fue hasta 1990 cuando la región vio el ascenso de otra mujer, pero esta vez en Nicaragua. Tras la Revolución Sandinista y el primer gobierno de Daniel Ortega, la alternancia se dio con Violeta Barrios (1990-1997), fundadora de la Unión Nacional Opositora. Ideológicamente se le identificó con la derecha y su mandato estuvo caracterizado por las disputas con el parlamento, además de que inició con el programa de Reconstrucción Económica, el cual se caracterizaba por implementar una serie de políticas que liberalizaron la economía.
En 1995, se aprobaron una serie de reformas que buscaban limitar el poder presidencial en temas como traspaso de poder, designación de cargos y protección a la propiedad privada. La presidenta se negó a publicar lo aprobado en la gaceta oficial, lo cual generó tensión con la oposición. Sus actos de gobierno serán recordados hasta la fecha por el hoy presidente Daniel Ortega, quien ha utilizado a su antecesora para denunciar los males que vive el país. En ese entonces Nicaragua vivía en una germinal democracia.
En el mismo año que Violeta Chamorro asumió el poder, Haití también tendría a su primera presidenta: Ertha Pascal-Trouillot, jueza de la Suprema Corte. Luego de un golpe de Estado el presidente Prosper Avil le traspasó el poder a Pascal Trouillot en una ceremonia pública. Se convirtió en presidenta interina del país y debió convocar a elecciones en 1991. Su legado supuso la supervisión de las primeras elecciones democráticas del país, las cuales fueron ganadas por Jean Bertrand Aristide, quien acabaría siendo derrocado de la presidencia por Roger Lafontant.
En 1997, Ecuador también tendría su primera presidenta, Rosalía Arteaga quien había sido Ministra de Educación del presidente Sixto Durán-Ballén entre 1994 y 1995. Después de dejar el gobierno en 1996, se integró a la fórmula presidencial de Abdalá Bucaram, ella ocuparía la vicepresidencia. Sin embargo, el incumplimiento de varios acuerdos políticos entre el Partido Roldosista de Bucaram y el Movimiento Independiente para una República Independiente de Arteaga generaron tensión.
El 6 de febrero de 1997, el Congreso ecuatoriano declaró a Bucaram mentalmente incapaz para continuar con el gobierno. Entonces Rosalía Arteaga asumió la primera magistratura del país. Su mandato solo duro 5 días debido a que el Congreso buscó nombrar a Fabián Alarcón como presidente interino. La interinidad era una figura que no estaba prevista en la Carta Magna, pero después de que se le impidiese a Arteaga la entrada en el Congreso, esta decidió renunciar a la presidencia.
Chile se sumaría a los países liderados por una mujer en 2006, cuando Michelle Bachelet se convirtió en la primera mandataria chilena de izquierda. Bachelet es hija de Alberto Bachelet, quien era parte del ejército, pero se negó a participar en el golpe contra el presidente Salvado Allende, muriendo por la tortura a la que fue sometido. En 1975 su madre y ella fueron detenidas por la Dirección de Inteligencia Nacional (DIN) por lo que fueron obligadas exiliarse.
En 1979 regresaría a Chile y terminó sus estudios de medicina. Su primer acercamiento con la política fue en 1999 cuando apoyó la precampaña presidencial de Ricardo Lagos. Cuando éste se convirtió en presidente, fue nombrada ministra de Salud y después pasaría a ser la titular de la cartera de Defensa. En 2005, ya sin un cargo en el gobierno, Bachelet era la favorita para contender por la presidencia, convirtiéndose en 2006 en la primera presidenta. La ley chilena establece que no se permite la reelección consecutiva, por lo que en 2010 dejó la primera magistratura, la presidencia fue ganada por el conservador Sebastián Piñera. En 2014 volvió a competir y logró un segundo mandato que culminó en 2018.
Costa Rica también se uniría a esta ola de mujeres presidentas cuando Laura Chinchilla ganó la presidencia del país. Su carrera política inició en la Embajada de Costa Rica en Washington, cuando el presidente Oscar Arias impulsó el plan de paz. Desde los años noventa ocupó altos cargos en la Administración Pública, como viceministra de Seguridad (1994-1996) y luego Ministra de Seguridad (1996-1998), la primera mujer en ocupar ese cargo. Ya entrado el siglo XXI, se convirtió en diputada de la Asamblea Legislativa, en 2006 fue vicepresidenta de la república (2006-2010).
En 2010 ganó las elecciones en un contexto donde el país estaba perdiendo el rumbo en materia de seguridad. Su discurso y experiencia le dieron el triunfo convirtiéndola en la primera presidenta. Estableció un plan de gobierno que abarcaba el bienestar, la seguridad, la paz y el desarrollo. Al final de su gobierno logró disminuir los índices de criminalidad, recuperó el crecimiento de la economía y situó a Costa Rica como uno de los principales generadores de energía limpia a nivel mundial.
Durante la primera década del siglo XXI varios países giraron a la izquierda, Brasil también lo hizo cuando Luiz Inácio Da Silva (2002-2010) se convirtió en presidente e implementó un programa de izquierda. Si avanzamos hasta 2010, su relevo fue Dilma Rousseff, una exguerrillera que combatió contra la dictadura de los años sesenta y setenta del siglo XX. Se convirtió en la primera mujer en dirigir al gigante sudamericano
Con una amplia carrera como economista, su acercamiento a la política fue temprano al ser en 1993 secretaria de Minas del estado de Rio Grande do Sul, volviendo a ocupar ese cargo entre 1998 y 2002. En 2002 cuando Lula Da Silva ganó la presidencia, fue nombrada ministra de Minas y Energía. Desde esa cartera del gobierno logró implementar el programa Luz para Todos, con el cual llevó la electricidad al norte del país.
Para el segundo gobierno de Lula fue nombrada Ministra de la Casa del Gobierno Civil. En 2010 ganó las elecciones presidenciales, su administración se caracterizó por el aumento al salario mínimo, reducción de la pobreza extrema, posicionó a Brasil en el escenario internacional y estableció la Comisión Nacional de la Verdad para resolver los crímenes y violaciones a los derechos humanos entre 1946-1964 y durante la dictadura (1964-1985).
En 2014 logró la reelección, su segundo mandato se caracterizó por impulsar la paridad en el gabinete y en todos los ámbitos del Estado; el fortalecimiento a los derechos de la comunidad de la diversidad sexual; además, Brasil fue sede de los Juegos Olímpicos 2016 y el Mundial de Fútbol. En 2015 diputados de la oposición señalaron a la presidenta de haber participado en la operación Lava Jato y en los casos de corrupción de Odebrecht por lo cual se le inició un juicio político y el 31 de junio de 2016 fue destituida. En su lugar el anteriormente vicepresidente Michel Temer quedó como presidente. Con posterioridad se conoció que en este caso, al igual que ocurrió con el encarcelamiento de Lula, la justicia brasileña actuó bajo ciertos intereses políticos.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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