Trump, trumpismo y la era Trump
Trump ha logrado posicionarse en las primarias republicanas como el candidato más fuerte, mientras que los republicanos ignoran la debilidad estructural que atraviesa el partido.
Los Estados Unidos en 2024 tendrán elecciones presidenciales, pero al igual que en 2020 serán de las más polarizadas por el ascenso del expresidente Donald Trump como candidato del Partido Republicano. Trump salió fortalecido luego de que la Corte Suprema declaró que no puede ser excluido de las boletas electorales, sino que eso le corresponde al congreso.
La decisión fue anunciada el lunes 4 de marzo, un día antes del llamado «Supermartes», el cual consiste en que varios estados celebran elecciones primarias en ese día. La fecha data de 1970 y cobró relevancia en 1980 porque varias entidades unificaron sus calendarios electorales para la realización de comicios. En el Supermartes de 2024, Trump se impuso en las boletas y ganó en 14 estados, solo perdió en Vermont frente a su rival Nikki Haley, quien horas después renunció a seguir compitiendo por la nominación republicana.
El fortalecimiento del exmandatario es producto de la personalización del poder y la ruptura de equilibrios entre republicanos que desde 2015 optaron por centralizar su fuerza en un candidato. Al igual que otros fenómenos en el mundo, el trumpismo se ha convertido en una corriente política que es atractiva para los votantes y para sectores del partido.
Sin embargo, se está perdiendo de vista que la personificación del poder en un liderazgo carismático podría generar un quiebre en el Partido Republicano. A pesar de que la estructura partidista de los partidos norteamericanos no es tan centralizada a través de sus comités, sino que tienen una conformación federal en la cual el líder nacional del partido no tiene tanto peso como en otros casos, hay una simbiosis entre el partido y el presidente en turno.
Esto se traduce en el terreno electoral y en las votaciones, los sufragios se agrupan de acuerdo al presidente en turno o a un candidato cuando el partido no tiene el poder. Incluso como diría David Eston, los candidatos deben reaccionar a los inputs y outputs del sistema que pueden hacer crecer o estancarse su candidatura.
Empero, el partido del elefante ha sido permisivo con el crecimiento de Trump y podría aseverar que no conocen o no han podido consolidar sus principios como lo hacían antes de su llegada. En el caso de que el expresidente gane de nuevo, los republicanos atravesarían la era post-trumpismo y ello podría devenir en una crisis de identidad, ya que hasta el momento los candidatos que compiten contra el exmandatario pretenden imitar en buena medida su retórica y propuestas.
¿Republicanizar a Biden?
En los últimos días se han hecho sondeos que recrean un escenario electoral entre Trump-Biden por la presidencia. El actual presidente norteamericano vencería al político republicano por cuatro puntos porcentuales, aunque nada está escrito y aún quedan varios meses para la celebración de tales comicios.
A pesar de que Biden se manejaba con un discurso reformista en favor de los sindicatos, enfatizaba en el respeto a los Derechos Humanos de los migrantes, el crecimiento de Trump dentro del Partido Republicano lo ha obligado a endurecer su discurso al menos en relación a la migración, pues, por ejemplo, solicitó al Congreso la aprobación de un proyecto para cerrar la frontera con México cuando ésta se viese superada.
En tres años de gobierno, el actual mandatario se había mantenido alejado de éstas posturas y de tensar la relación con el vecino del sur, incluso fue parte de su campaña en 2022 criticar el cierre de la frontera y la construcción de un muro. Además, las disputas con el gobernador texano, Gregg Abbott, ha fortalecido la retórica antiinmigrante y se ha convertido en uno de los principales adversarios del presidente.
Los señalamientos surgen efecto en el electorado pro Trump y esto hace que la imagen de Biden se vea debilitada, por eso ha tenido que cambiar su discurso y acciones en un tema tan importante como es la migración. Esto puede interpretarse como una técnica para acallar las acusaciones e intentar ganar parte del voto republicano, pero sobre todo entrar al debate de que México no está haciendo nada para contener a las caravanas migrantes.
Por otro lado, la imposición de sanciones contra Venezuela por la inhabilitación de la candidata María Corina Machado se ha vuelto tema central de la agenda norteamericana. Al punto que la administración demócrata ha tenido que emitir un comunicado y dar una advertencia a Maduro de que cumpla con los acuerdos de Barbados. Durante su mandato, Trump endureció la postura hacia Venezuela e incluso respaldó al que fuese presidente interino, Juan Guaidó. Tras dejar la Casa Blanca, acusó a Biden de no hacer nada contra el régimen autoritario venezolano y permitir que éste se fortaleciera.
Trump es un fenómeno en la opinión pública y también el principal rival a vencer de los demócratas por lo que representa para la democracia estadounidense. Sin embargo, es imposible negar que ante el discurso reformista y pro-establishment de Biden ha permitido el cuestionamiento de varios sectores, lo que lo ha obligado a endurecer algunas posturas. Esto también es muestra de que el Partido Demócrata no cuenta con una estructura discursiva que logre dejar fuera a Trump del debate.
No sólo se ha dado una cierta «republicanización» a Biden, sino que también algunos sectores demócratas se han enganchado con el discurso trumpista. Incluso los votantes anti-Trump consideran que Biden es el único que puede vencerlo y mantener la democracia a salvo. Empero, esto no significa que haya un abierto apoyo hacia su agenda gubernamental; por ende, solo hay un objetivo en el tablero político que es vencer al republicano.
Los focos hacia Trump
La era Trump obligará a republicanos y demócratas a repensar sus estructuras, candidaturas y agendas de gobierno y hacer un balance de sus fortalezas y debilidades, puesto que nunca un personaje había sido tan influyente en ambos partidos políticos. El sistema bipartidista estadounidense ha quedado personalizado en Donald Trump, puesto que para los comicios de 2024 las principales propuestas serán vencer o apoyar al republicano.
Por otro lado, la victoria de Trump traería de nuevo una erosión democrática a Estados Unidos y un respiro para las derechas autoritarias en el mundo, pero una derrota me hace pensar en un escenario similar al de la toma del Capitolio. Lo único cierto es que Donald Trump quedará en los anales de la historia mundial y se seguirá hablando y escribiendo sobre él.
Por último, el trumpismo es algo que llegó para quedarse dado que ha salido al exterior en la sociedad norteamericana, teniendo su respectiva traslación en los candidatos que aspiran a algún cargo político. Esta corriente posiblemente dure más tiempo en el escenario político y presenciaremos el fenómeno «trumpismo sin Trump», es decir, personajes que utilizan la misma retórica, pero no son Donald Trump.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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