Alberto Fujimori: el patriarca del Perú
El anuncio de Keiko Fujimori sobre el regreso de Alberto Fujimori a los 86 años para las elecciones de 2026 ha generado polémica. Ante uno de los personajes más oscuros de la política peruana.
El expresidente Alberto Fujimori es uno de los líderes más controvertidos del Perú. Su autoritarismo entre 1990-2000 sedujo a una parte de la población, pero también generó preocupación en los sectores liberales. La década de los 90 en todo el mundo dio origen a liderazgos extraños que no contaban con planes de gobierno, una ideología definida y en sus retóricas se hacía alusión a los albores de la democratización.
Un autoritario disfrazado
La historia política de Fujimori inició en 1990 cuando fundó un pequeño partido llamado Cambio 90, el cual se caracterizaba por impulsar las políticas de mano dura, el conservadurismo social, el libre mercado, y era un partido de corte personalista. El líder peruano comenzó a recorrer el país y a ganar respaldo de los sectores más pobres del Perú; además, el entonces presidente de izquierda Alan García le dio todo el apoyo del Estado para competir frente al escritor Mario Vargas Llosa.
El autor de La fiesta del chivo proponía un plan de gobierno con políticas de libre mercado, desregulación económica y adelgazamiento del Estado. Incluso en su obra El pez en el agua, es una suerte de diario de campaña. A lo largo de la campaña Fujimori fue cuestionado por no tener un proyecto político definido; no obstante, el candidato de Cambio 90 atacó al intelectual con filtraciones anónimas sobre su presunto apoyo a la dictadura de Juan Velasco Alvarado.
El brazo derecho de Fujimori en la campaña fue Vladimiro Montesinos, un excapitán que se ganó la confianza del candidato. El día de la jornada electoral Vargas Llosa fue derrotado y Fujimori obtuvo el 62% de los votos. Fue electo debido a que su candidatura no era ideologizada y carecía de propuestas firmes; la gente le dio un voto de confianza. Tras la victoria, adoptó la política del denominado Plan Verde, una estrategia destinada a esterilizar a las poblaciones empobrecidas e indígenas, controlar o censurar la prensa y establecer una economía de libre mercado.
La esencia del Plan Verde era la consolidación de un gobierno militar que no tuviera que enfrentarse al desgaste del gobierno o a la opinión pública, siendo Fujimori la cabeza visible del plan. En una suerte de triunvirato, gobierno de tres cabezas, Fujimori, Montesinos y Nicolás Hermosa establecieron un régimen autoritario que fue antecedido por un shock económico. El objetivo era alinear al Perú con la agenda del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
El conocido «Fujishock» se trató de un ajuste económico en el cual se devaluó la moneda y el papel del Estado se redujo en la economía. Privatizó empresas, redujo la actividad sindical y estableció un tipo de cambio competitivo. La gente vio caer su poder adquisitivo, los productos se encarecieron y fue un hecho traumático para todo el país por las políticas liberalizadoras. Sin embargo, esto solo era la antesala de la consolidación del autoritarismo y la censura que estaban por imponerse.
Del shock económico al político
Fujimori venció en los comicios, pero no con la suficiente fuerza para convertirse en una fuerza dominante en el congreso; obtuvo 32 legisladores de 180 y 14 senadores de 62 (en ese entonces Perú era un sistema bicameral). En un primer momento el Parlamento otorgó poderes para que el gobierno pudiera ejercer el poder mediante decreto. Pero cuando el órgano legislativo hacía la revisión de los decretos, esto acabó enfureciendo a Fujimori.
El 5 de abril de 1992 en un mensaje televisivo el presidente disolvió el Congreso y suspendió las funciones del Poder Judicial. Las fuerzas armadas estaban en las calles y vigilando las casas de los opositores. El argumento central fue que la visión obstruccionista del legislativo, la corrupción de los jueces y la politiquería actuaban en contra del pueblo y su presidente. Esta acción fue respaldada por una parte de la sociedad que estaba inconforme con los partidos tradicionales.
Fujimori declaró el Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional; convocó a elecciones legislativas y obtuvo la mayoría lo que le permitió sancionar una nueva Constitución, la de 1993. La Carta Magna extendió los poderes del ejecutivo, limitó al Congreso y desapareció el Senado. La reestructuración del gobierno implicó la consolidación de un régimen autoritario que acumuló funciones; aunado a un respaldo de la población.
En este periodo, Fujimori se encargó de iniciar una cruzada contra las células terroristas del grupo Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). La colaboración entre el Ejército, la Marina y la Policía Nacional dio frutos en la captura de los principales cabecillas rebeldes. El presidente hizo retroceder a los grupos maoístas y con ello aplastó las insurrecciones rebeldes. La crítica principal versó sobre las técnicas utilizadas por los escuadrones de la muerte para desaparecer a opositores.
Para 1995 se presentó a una nueva elección debido a la sanción de la Carta Magna y en las que el presidente ganó con el 64% de los votos. Su segundo mandato ahondó en el autoritarismo como con la Ley de Amnistía con la cual cerraba los expedientes de agentes de la policía ligados a desapariciones o violencia. También estableció la política anticonceptiva para esterilizar a mujeres pobres en las provincias de los Andes y la Amazonía.
Además, introdujo la Ley de Interpretación Auténtica en la cual se facultaba al presidente de la república para presentarse a un tercer mandato. Fujimori argumentó que su primer gobierno no contaba, puesto que no había entrado en vigor la Carta Magna de 1993. El Tribunal Constitucional intentó invalidar esta facultad, pero el Congreso fujimorista destituyó a tres jueces que mostraban signos de independencia judicial.
Rumbo al nuevo siglo, el presidente se presentó a la contienda electoral y enfrentó a un fuerte adversario, el economista Alejandro Toledo. En un proceso electoral viciado e inequitativo, Toledo y Fujimori pasaron al balotaje, que acabaría venciendo el segundo. Toledo convocó a movilizaciones que generaron inestabilidad, los casos de corrupción fueron más comunes y de conocimiento público. Tras un año de protestas y desgaste político, Fujimori presentó su renuncia, empero, el congreso la rechazó y declaró la vacancia de la presidencia por incapacidad moral y lo inhabilitó por 10 años. Así, terminó el gobierno del presidente, pero el fujimorismo se quedó en el Perú como una ideología.
Fujimori, la justicia y el 2026
Desde 2007 el exmandatario ha estado involucrado en investigaciones judiciales por el delito de usurpación de funciones y abuso de autoridad por haber participado en calidad de inductor en el allanamiento de la residencia de Trinidad Becerra, ex esposa de Vladimiro Montesinos. En 2009, fue declarado culpable por las masacres de La Cantuta y el caso Barrios Altos, en las cuales quince personas fueron asesinadas, las cuales habían sido identificadas de forma indebida por las fuerzas del Estado como integrantes de la guerrilla Sendero Luminoso.
En ese mismo año, condenó a Fujimori a otros siete años y medio de cárcel al ser encontrado culpable de peculado doloso y apropiación de fondos. El exmandatario admitió haber entregado 15 millones de dólares a su exasesor Vladimiro Montesinos de fondos del Tesoro Público. En su defensa señaló que dio este dinero para evitar un golpe de Estado; agregó que luego fue devuelto. Sin embargo, la autoridad desestimó los señalamientos ya que no hay pruebas de lo argumentado.
Luego fue sentenciado a seis años de prisión por los casos de interceptación telefónica, pago a congresistas y compra de la línea editorial de medios de comunicación durante su régimen. Así mismo, fue inhabilitado para ejercer cargo público alguno por dos años y disponer el pago de una reparación civil de más de 24 millones soles a favor del Estado. En 2017 cuando había cumplido apenas siete años en prisión, el entonces presidente Pablo Emilio Kuczynski aceptó darle el indulto humanitario por problemas de salud y su avanzada edad. Fue en 2023 cuando el Tribunal Constitucional de Perú dictó su liberación, a pesar de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos solicitó que no se ejecutase.
Actualmente vive en la casa de su hija y excandidata presidencial Keiko Fujimori. Así, el expresidente ha mostrado su intención de ser candidato presidencial para los comicios de 2026, desatando muchos cuestionamientos. Hay voces que sostienen que no existe un impedimento legal para que compita, mientras que otras, como el expresidente Martín Vizcarra, sostienen que puede competir pero que la gente no le dará su respaldo.
La situación política del Perú no ha sido la mejor desde 2022, empero, el regreso de Alberto Fujimori al escenario político podría modificar la correlación de fuerzas, así como despertar diversas emociones en la población. El exmandatario, de 86 años de edad y con un delicado estado de salud, es una persona estimada por algunos sectores del país que apoyan su política de mano dura, aunque muchos otros sostienen que la vena autoritaria aún late en su persona.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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