Alemania entre tinieblas
Unas elecciones antes de tiempo, un último gobierno sin una visión de futuro y una ultraderecha en ascenso marcando la agenda.
El gobierno de Olaf Scholz terminó antes de lo previsto. Si bien la celebración de las elecciones federales estaban previstas para el 2025, se produjo un adelanto de las fechas. De este modo, después de que el canciller Scholz no obtuviese la confianza del Bundestag en la moción del 16 de diciembre de 2024, se formalizó la convocatoria de elecciones anticipadas para el 23 de febrero de 2025.
Los problemas de la coalición semáforo, conformada por por el Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP), quedaron patentes en noviembre de 2024 por los desacuerdos en la política económica que terminaron con la destitución del ministro de Finanzas, Christian Lindner (FDP). Sin embargo, era un gobierno que prácticamente desde que inició mostró señales poco alentadoras.
La carta que Scholz jugó en los comicios de 2021 como el «candidato más merkeliano» le funcionó para que los socialdemócratas volviesen a encabezar un gobierno en Alemania. Los dieciséis años de Mekel como canciller delinearon un contexto electoral en el que el continuismo era un punto a destacar. En este sentido, la coalición que se acabó formando mostraba un carácter más transitorio más que de ambición, en la medida que el programa socioliberal que podía unir al SPD y a Los Verdes en el algún momento llegaría a chocar con la fuerte disciplina fiscal del FDP.
En líneas generales, este fue un gobierno que pareció quedar arrastrado por el curso de los acontecimientos. Con una economía que se tambaleaba y un contexto internacional convulsionado, Scholz no mostró disponer de una visión de futuro, sus reformas estuvieron limitadas por las estrictas normas de gasto y la política de asilo adoptada solo ha favorecido a la derechización del escenario político alemán. Además, atrás quedó el viejo modelo del país de «energía barata de Rusia, pedidos comerciales de China, seguridad de Estados Unidos».
¿Cómo llegan los principales partidos?
El SPD encara las elecciones federales con nulas opciones de ser el partido que obtenga mayor número de diputados. La mayoría de encuestas lo sitúan en tercera posición, pudiendo obtener el peor resultado de su historia. Por parte del electorado alemán, es visto como uno de los mayores responsables de los diferentes problemas que atraviesa el país. Tampoco ayuda que el impopular Olaf Scholz decidiese continuar liderando a los socialdemócratas, a pesar de que existía otra opción más favorable para dicho contexto. El ministro de Defensa, Boris Pistorius, fue durante los dos últimos años el político más popular de Alemania. Tras el fin de la coalición semáforo, su nombre sonó con fuerza para ser el próximo candidato a canciller del SPD, pero la negativa de Scholz a renunciar provocó que este plan se frustrase.
Los Partidos de la Unión (CDU/CSU), mientras, son los que mejor se encuentran situados para ser la principal fuerza política del Bundestag, según las encuestas. Los democristianos presentan como su candidato a Friedrich Merz, un eterno rival de Angela Merkel que representa a la facción derechista de la CDU. Merz, cuyo mentor político fue Wolfgang Schäuble, tomó las riendas del partido en 2022, en un momento que caminaba sin un rumbo evidente. Aun cuando ha mostrado su negativa a llegar a pactos con el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), este candidato ha tenido como objetivo su neutralización situando a los democristianos cada vez más a la derecha.
La AfD desde la crisis de refugiados de 2015 cobró una gran notoriedad en la política de Alemania. Si bien cuando se fundó en 2013 fluctuaba entre el neoliberalismo y el nacionalconservadurismo, la expulsión de su fundador, Bernd Lucke, propició que el partido adoptase posiciones de extrema derecha, con el rechazo de la migración como una de sus principales bazas, y lo que le permitió entrar con fuerza en el Bundestag, fue la tercera formación que más diputados consiguió en las elecciones de 2017. De cara a los comicios del 23 de febrero, el partido liderado por Alice Weidel podría mejorar los resultados de 2017 y es que las compañías demoscópicas apuntan que superaría al SPD.
El tema migratorio está marcando la campaña electoral de este año. La mayoría de partidos, salvo Die Linke, se han centrado en presentar la migración como el principal problema de los alemanes, pese a que el sondeo ‘Politbarometer' de la cadena ZDF ha mostrado que preocupan más otros temas como la paz y la seguridad, la economía y la justicia social. Sin embargo, el reciente atropello masivo en Múnich o el ataque con cuchillo en Aschaffenburg, ambos perpetrados por solicitantes de asilo, han sido instrumentalizados por muchos políticos alemanes para justificar un endurecimiento de las políticas migratorias.
Desde el mes de enero, la campaña pasó a enfocarse cada vez más en las cuestiones relacionadas con la inmigración. Esto se vio especialmente en el cambio de táctica del propio Merz, que dejó de centrarse en las recetas que aplicar para solucionar el estancamiento de la economía alemana. Así, el candidato de la CDU/CSU presionó al gobierno alemán con la presentación en el Bundestag de un paquete de medidas contra la inmigración. Aunque en la votación final no se acabó aprobando, se creó un gran revuelo en el país debido a que Merz aceptaba los votos de la AfD para ejercer presión al gobierno. Tal decisión implicaba un debilitamiento de la Brandmauer, el «cortafuegos» de los partidos para no llegar a pactos con la extrema derecha. En general, adoptar el tratamiento que realiza la extrema derecha en temas como el migratorio a la larga solo beneficia a este tipo de fuerzas políticas.
Referente a Los Verdes, buscan mejorar el 14,8% de voto que lograron en 2021, pero, por ahora, lo que indican las encuestas es que no superarían ese resultado, estarían entre el 13% y el 14%. Al igual que Annalena Baerbock, su actual candidato a canciller, Robert Habeck, ha tenido varios contratiempos durante la campaña. El vicecanciller de Alemania y ministro de Economía y Protección Climática no ha sido capaz de proyectarse como un líder con una estrategia clara. El medio Der Spiegel comparaba las perspectivas electorales de Los Verdes en 2025 con la campaña de la candidata demócrata Kamala Harris: “récord de ingresos por donaciones, crecimiento récord de miembros, apariciones abarrotadas de Habeck. ¿Pero en las encuestas? Apenas hay movimiento”.
Mientras la presencia del SPD, CDU/CSU, AfD y Los Verdes en el próximo Bundestag está asegurada, Die Linke y el FDP todavía cuentan con opciones de quedarse fuera. También podría no obtener representación la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW). Este partido se creó como una escisión de Die Linke. Su líder y fundadora, Sahra Wagenknecht, desde hace más de una década se ha erigido como representante de una izquierda de corte conservador. Además del perfil que ya se hizo sobre esta política en En Disputa, añadir la adhesión de Wagenknecht a las tesis ordoliberales, que contrasta con el socialismo democrático defendido por una gran parte de su antiguo partido. Por otro lado, el desempeño electoral del BSW en 2024 fue destacado y cosechó unos mejores resultados que Die Linke: en las elecciones al Parlamento Europeo se hizo con 6 escaños, al tiempo que en las elecciones regionales estatales de Sajonia llegó al 12% del voto, en las de Turingia al 16% y en las de Brandeburgo al 13%, entrando en los gobiernos de estos dos últimos länder. No obstante, esa tendencia ascendente que dejaba a la formación de Wagenknecht con una buena posición de cara a las elecciones federales ha ido desvaneciéndose.
Contraria a la tendencia del BSW, Die Linke, con Ines Schwerdtner y Jan van Aken como sus líderes, afronta los últimos días de campaña con un repunte en las encuestas que le permitiría estar por encima del 5%. Esta vez no tendría que depender para mantenerse en el Bundestag de ganar tres distritos electorales a través del voto por elección directa (Erststimme). Desde que celebró su congreso anual en Halle en octubre de 2024, el partido izquierdista a nivel interno se ha mostrado más unido tras unos años de crisis. Otras señales que le permiten a Die Linke mantener la esperanza de superar el umbral del 5% son: un aumento sustancial en el número de miembros y una capitalización de ese electorado progresista que rechaza el tratamiento deshumanizador que se está haciendo sobre la cuestión migratoria. Se puede pensar, por ello, que Die Linke está saliendo adelante sin el liderazgo de quien en el pasado fue su principal figura, Sahra Wagenknecht.
El otro partido que podría quedarse fuera del Bundestag es el FDP. Los de Christian Lindner llevaron a cabo durante la campaña un giro a la derecha con la idea de sumar puntos, pero eso no quitaría que hoy estén más cerca de lo que les ocurrió en 2013, cuando después de cuatro años gobernando con los democristianos terminaron quedándose sin representación parlamentaria. El que fuera encargado de su reconstrucción, el mencionado Linder, puede acabar siendo también el artífice de su desaparición.
La formación del próximo gobierno no va a ser una tarea sencilla. De conformidad con un estudio de The Economist, en una probabilidad de 67 sobre 100 la CDU/CSU y el SPD obtendrían los escaños suficientes para formar una «gran coalición». Menos opciones existen, 32 sobre 100, de que la CDU/CSU y Los Verdes puedan llegar a la mayoría de diputados. La opción de que la CDU/CSU pacte con la AfD, por ahora, ha sido descartada por Merz, pese a que en algunos momentos de la campaña haya adoptado un tono agresivo contra aquellos que podrían ser sus potenciales socios de gobierno, el SPD y Los Verdes.
Entonces, una vez colapsó la coalición semáforo y con este panorama electoral, parecería que los principales damnificados serían tanto el FDP como el SPD, mientras que Los Verdes podrían mantenerse con resultados semejantes a los de 2021 pero insuficientes para influir en la formación del próximo gobierno.
Advertencias de la movilidad descendente
En 2018 se publicaba el libro Germany's Hidden Crisis: Social Decline in the Heart of Europe del sociólogo alemán Oliver Nachtwey, cuyo principal punto de análisis eran los problemas del desarrollo contemporáneo de la República Federal de Alemania. Así pues, para Nachtwey, la ruptura con el estado de bienestar intervencionista de posguerra que se produjo a finales del siglo pasado trajo consigo la denominada «modernidad regresiva», que “se trata de un progreso que lleva en sí un retroceso, y este retroceso afecta generalmente, si no siempre, a las clases más bajas” (p. 48). La cuestión es que estas transformaciones estatales en favor de la liberalización y la privatización han impactado de forma negativa en los propios derechos de la ciudadanía hasta el punto de que el mercado ha pasado a ser el eje ordenador.
La sociedad alemana ha sido testigo de la «institucionalización de la precariedad». La movilidad social descendente y el aumento de la desigualdad generaron actos de revuelta en el país durante la década de 2010, aun cuando muchas de ellas tenían un carácter episódico y no llegaron a los niveles alcanzados en otras partes de Europa. A este respecto, Natchwey advertía que se ha de tomar en serio el peligro político derivado de la sociedad de la movilidad descendente: la modernización regresiva y la posdemocracia («democracia después del demos») conducen potencialmente a una tendencia autoritaria que pone en jaque los fundamentos liberales de nuestra sociedad.
Las convulsiones socioeconómicas y culturales, de acuerdo con este autor, han llevado a una crisis del sistema político alemán, que dejó de ser un bastión de estabilidad en Europa. Esta crisis es sobre todo una crisis de los grandes partidos (CDU y SPD), quienes convergieron hacia un pragmatismo desideologizado. En este sentido, los resultados electorales obtenidos por la AfD en 2017 supusieron la entrada en la política de un «estado de ánimo nervioso y agitado», profundizando una nueva línea de conflicto referida a la cuestión migratoria. No habrá en el corto plazo vuelta a la estabilidad, alertaba Natchwey de forma premonitoria al final del libro.
Con todo, en términos de opinión pública, Steffen Mau, Thomas Lux y Linus Westheuser en el libro Trigger Points (2023), una detallada investigación sociológica acerca de la estructura de clases y la opinión pública alemanas, apuntaban que el panorama de Alemania dista de la estructura básica polarizada existente en países como Estados Unidos. Para estos autores, existe un cambio en la politización en los bordes, que afecta la dinámica del conflicto en su conjunto. El país entonces estaría experimentando una «politización sin polarización», si bien “los puntos desencadenantes deben tomarse en serio porque a menudo reflejan el estado actual del debate sobre el «contrato social implícito»” (p. 378).
Atendiendo a los diferentes aspectos expuestos en este artículo en relación con la coyuntura alemana, una enseñanza vuelve de nuevo a resonar: gobernar también implica tener la capacidad de proyectar horizontes de futuro.
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