El sistema electoral alemán: ¿un modelo exitoso?
Casi 60 millones de alemanes elegirán el próximo 23 de febrero el nuevo Bundestag. El sistema electoral alemán, complejo y proporcional, tendrá un impacto decisivo en la configuración política.
El gigante europeo celebra este domingo 23 de febrero unas elecciones cruciales para su futuro, pero también para el de todo el continente. Nada más y nada menos que casi 60 millones de personas están llamadas a las urnas para conformar el nuevo Bundestag, el órgano federal supremo de la República Federal de Alemania, encargado de elegir al nuevo canciller.
Para entender la contienda electoral, es necesario conocer a fondo el sistema electoral alemán, considerado un modelo ejemplar en el mundo. Lejos quedan los sistemas de mayoría absoluta a dos rondas del Imperio Alemán o la representación proporcional bajo la República de Weimar. Actualmente, Alemania utiliza un sistema electoral único, que va más allá de los sistemas mixtos, enmarcado dentro de los sistemas proporcionales, denominado sistema de representación proporcional personalizada (Personalisierte Verhältniswahl).
Dos tipos de votos y dos maneras de participar en el reparto de escaños nacional
El primer voto (Erststimme) se emplea para configurar los 299 distritos electorales uninominales, en los que se vota por un candidato y solo uno resulta elegido por mayoría simple, al estilo de las constituencies británicas. Este sistema genera un efecto mayoritario dentro de un esquema globalmente proporcional. Al asignar escaños a los ganadores de los distritos uninominales, tiende a beneficiar a los partidos grandes con mayor implantación territorial, ya que solo el candidato con más votos en cada distrito es elegido, sin posibilidad de compensación para los demás. Los partidos con una distribución geográfica concentrada pueden obtener más escaños directos, incluso con un porcentaje de votos relativamente bajo a nivel nacional. Sin embargo, este efecto es corregido por el Zweitstimme.
El segundo voto (Zweitstimme) se destina a las listas de partido en la circunscripción electoral plurinominal, regulada territorialmente a través de los 16 estados federados, los llamados länder. El número de escaños en juego por cada land depende del tamaño del electorado, aunque el sistema electoral federal alemán deja abierta esta cuestión en función de la participación electoral, un aspecto que analizaremos más adelante.
El Zweitstimme es el voto más determinante para la conformación del Bundestag, ya que define la proporción de escaños que obtiene cada partido a nivel nacional. Su carácter proporcional compensa los efectos mayoritarios del primer voto, asegurando una representación más equitativa. La fórmula utilizada para traducir los votos en escaños es el método Sainte-Laguë, que, a diferencia del método de Hondt, es más proporcional y no favorece a los partidos más grandes sino a los medianos.
De igual modo, es fundamental, sobre todo para los partidos pequeños, conocer cómo ingresar al juego del reparto de escaños. A diferencia del sistema español, donde solo hay una vía para acceder al reparto (superar el 3% de voto provincial), en el sistema alemán existen dos vías para lograrlo.
Los partidos pueden acceder al reparto de escaños superando una barrera del 5% a nivel nacional. Esta medida busca asegurar que solo los partidos con un apoyo significativo en todo el país tengan representación parlamentaria, evitando una excesiva fragmentación del Bundestag. Al superar el 5% de los votos a nivel nacional, un partido tiene derecho a participar en la distribución proporcional de escaños, lo que garantiza que su influencia en el parlamento esté alineada con su respaldo popular. Sin embargo, esta barrera puede excluir a partidos con apoyo local o regional, pero sin respaldo amplio a nivel nacional. Por otro lado, un partido puede acceder al Bundestag sin superar el umbral del 5% si gana al menos tres circunscripciones uninominales. Este mecanismo permite que los partidos con un fuerte apoyo en ciertas regiones o distritos obtengan representación, incluso si no logran un apoyo generalizado en el país. Aunque la mayoría de los escaños se distribuyen de forma proporcional según los votos, este sistema garantiza que los partidos con apoyo geográfico específico no queden fuera del parlamento, protegiendo la representación de minorías regionales.
Un ejemplo claro de no superar el 5% de los votos nacionales pero ganar tres circunscripciones uninominales ocurrió en las elecciones federales alemanas de 2021, cuando el partido Die Linke obtuvo un 4,9% de los votos a nivel nacional, lo que no les habría permitido acceder al reparto proporcional de escaños. Sin embargo, al ganar tres distritos uninominales (dos en Berlín y uno en Leipzig), el partido consiguió superar este obstáculo y obtuvo un total de 39 escaños en la legislatura.
En las elecciones de 2017, el Partido Democrático Libre (FDP) experimentó una situación completamente distinta. Obtuvo 80 escaños en el Bundestag exclusivamente mediante el segundo voto. No le hizo falta conquistar distritos uninominales, ya que su resultado nacional superó ampliamente el 5% de los sufragios, logrando un 10,7%.
Mandatos excedentarios y compensatorios
Pero, ¿por qué la cámara baja alemana tiene tanta variación en cuanto a su tamaño parlamentario? El Bundestag tiene un mínimo de 598 escaños, pero esta cifra puede aumentar debido a los llamados Überhangmandate (escaños excedentarios) y Ausgleichsmandate (escaños compensatorios). Los primeros se generan cuando un partido obtiene más mandatos directos (escaños) de los que le correspondería por su porcentaje de voto en las listas nacionales, mientras que los segundos se añaden para restablecer la proporcionalidad entre los partidos.
Un caso paradigmático ocurrió en las elecciones federales de 2017, cuando el Bundestag alcanzó un tamaño récord de 709 escaños, en lugar de los 598 iniciales. Esto sucedió porque los Partidos de la Unión (CDU/CSU) ganaron numerosos escaños directos en Baviera y Baden-Württemberg, superando su proporción de voto en las listas estatales. Para compensar este desequilibrio, se asignaron escaños adicionales a otros partidos, como el Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y Die Linke, asegurando que la distribución de escaños reflejara con mayor precisión el voto nacional. Esta dinámica se repitió en 2021, con un Bundestag aún más grande (736 escaños), lo que llevó a reformas recientes para limitar su expansión y mantener la eficacia del sistema parlamentario.
La distribución de estos escaños compensatorios depende de la participación electoral en cada land. En las elecciones de 2017 y 2021, donde la CDU/CSU logró varios mandatos excedentarios al ganar más distritos de los que le correspondían, la proporcionalidad del Bundestag se corrigió con escaños compensatorios asignados a otros partidos. Estos escaños se distribuyen entre los länder de acuerdo con la participación electoral en cada región. Así, los länder con mayor participación de votantes, como Baviera, recibieron una mayor cantidad de escaños compensatorios para ajustar el desequilibrio generado por los mandatos excedentarios. En cambio, los länder con menor participación, como algunas regiones del este, vieron una menor asignación de escaños adicionales. Esta distribución asegura que la representación en la cámara siga siendo proporcional al voto nacional, considerando no solo el porcentaje de votos, sino también la participación de los votantes en cada land.
Efectos de la ley electoral federal alemana
La ley electoral federal alemana, al combinar elementos mayoritarios y proporcionales, genera efectos mecánicos y psicológicos que influyen tanto en el comportamiento de los partidos como del electorado.
El efecto mecánico se manifiesta en cómo los votos se traducen en escaños, favoreciendo a los partidos con fuerte presencia en los distritos, como ocurrió con la CDU/CSU en 2017, que obtuvo mandatos excedentarios al ganar más distritos de los esperados. Esto afectó la proporción total de escaños, lo que llevó a una compensación mediante escaños adicionales para otros partidos.
El efecto psicológico, por su parte, hace que los votantes se concentren en los partidos con más probabilidades de ganar en un sistema mixto, lo que fomenta el voto estratégico. En 2017, muchos votantes apoyaron a los partidos mayoritarios, como la CDU o el SPD, temiendo que su voto por partidos pequeños no tuviera impacto debido a la distribución mayoritaria en los distritos. Además, los partidos ajustan sus estrategias de campaña, priorizando la competencia en distritos clave y la captación de votos en las listas nacionales para maximizar sus escaños. Mientras tanto, partidos pequeños como Los Verdes o Die Linke intentan equilibrar su presencia en distritos y listas para aprovechar los mecanismos compensatorios.
Con estos efectos, sumados al auge de la extrema derecha y al cordón sanitario sobre esta impuesto por las demás fuerzas políticas, parece evidente que el próximo domingo se generará un voto útil en los distritos uninominales para restarle fuerza a Alternativa para Alemania (AfD), lo que favorecerá a los partidos mayoritarios, CDU/CSU y SPD. Habrá que ver qué sucede en los distritos de los länder controlados por la extrema derecha, como Sajonia, Turingia o el sur de Alta Sajonia.
Un sistema electoral de éxito
El sistema electoral alemán se presenta frecuentemente como un modelo «mixto» por combinar representación proporcional y mayoritaria; sin embargo, esta clasificación resulta engañosa. Aunque los votantes emiten dos votos —uno para un candidato local (mayoritario) y otro para una lista de partido (proporcional)— el mecanismo de compensación de mandatos excedentarios asegura que el carácter global de la elección siga siendo profundamente proporcional. Los escaños obtenidos por los partidos se ajustan para reflejar con precisión la proporción de votos a nivel nacional, corrigiendo así cualquier desequilibrio generado por los resultados de los distritos. Por tanto, incluso con los elementos mayoritarios que incluye el sistema, las compensaciones aseguran que el Bundestag refleje con justicia la distribución del voto popular, consolidando un sistema fundamentalmente proporcional, lejos del carácter de un sistema mixto en su sentido tradicional.
El sistema electoral federal alemán ha sido objeto de análisis por destacados politólogos como Wolfgang Merkel, Rainer Schmalz-Bruns y Reinhold Zippelius, quienes coinciden en que su diseño ofrece un equilibrio eficaz entre representación proporcional y mayoritaria. Según Merkel, este sistema es un modelo de «democracia consensual» que asegura una representación justa sin sacrificar la estabilidad política. Schmalz-Bruns destaca su capacidad para reducir la fragmentación política, permitiendo “una representación precisa del voto popular sin desbordar el sistema de partidos”. Por su parte, Zippelius considera que el sistema combina adecuadamente la «representación local y nacional», logrando un balance que promueve la cohesión social y el pluralismo político.
Firma invitada - Àlex Abellán es politólogo por la UAB. Actualmente se encuentra cursando el Máster en Marketing Político: Estrategias y Comunicación Política en el ICPS. Con un especial interés en elecciones y sus sistemas electorales.
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