La urna electrónica brasileña: entre las buenas prácticas y la desconfianza
Brasil es ejemplo de que la tecnología puede fortalecer la democracia. Más allá del clivaje lulismo-bolsonarismo, la urna electrónica será la protagonista de los próximos comicios municipales.
La urna electrónica en el mundo es una herramienta que ha facilitado la votación y ha permitido a varias naciones del mundo innovar. En orden cronológico, el primer país que implementó este tipo de urna fue Bélgica en 1989, el segundo fue Brasil en 1996 y de ahí le han seguido otras naciones como Estonia, Bulgaria o Filipinas, por mencionar algunos.
Desde la India, el país que más electores tiene utiliza estas urnas para llegar a los lugares más remotos del país, pasando por naciones que lo han implementado de forma parcial como Canadá en 1995, Australia 2001, Argentina 2003, México 2005, Perú 2011 o Irak 2018. Finalmente, algunos países tienen una prohibición al voto electrónico como Alemania, Finlandia, Reino Unido, Noruega o Kazajistán.
En América Latina, Brasil es el único que utiliza en su totalidad la urna electrónica. Desde 1996 hasta hoy en día el país ha perfeccionado este método de votación, innovando en sus urnas, sistemas operativos, duración de la batería y garantizando la transparencia de los resultados. Este se ha convertido en un referente para otras naciones que buscan implementar este tipo de urnas.
Ahora bien, el gigante sudamericano tiene una cita en octubre con las elecciones municipales. Más allá de la disputa entre el lulismo y el bolsonarismo, es importante abordar al actor principal de estos comicios: la urna electrónica. Brasil es de los pocos países que cuenta con una larga historia en la implementación de la tecnología en las votaciones y esta ha permitido fortalecer su sistema electoral, aunado a que es uno de los más confiables del mundo.
Funcionamiento de la urna brasileña
Desde la ley electoral de 1934, se habló de la máquina para votar, pero fue en 1985 cuando el Tribunal Superior Electoral (TSE) implantó el registro electoral digital y fue para las elecciones municipales de 1996 cuando se utilizó por primera vez la urna electrónica. Hasta ahora la urna se ha utilizado en trece comicios brasileños (entre generales y municipales).
El diseño de las urnas tiene el objetivo de facilitar la votación, aunado a que su diseño facilita que la ciudadanía pueda sufragar, incluso si no sabe leer o escribir. La razón es permitir que cualquier brasileño tenga acceso al voto universal. Su funcionamiento es muy intuitivo, por lo que el votante ha de teclear el número del candidato que quiere elegir. Al finalizar, se imprime un recibo con el recuento y a su vez transmite la información a los ordenadores centrales de la Justicia Electoral en Brasilia.
Cabe destacar que estas no están conectadas a ningún tipo de red y muchas de ellas disponen de batería autónoma. Esto protege a las urnas de intentos de hackeo, lo cual las hace confiables. Además, se colocan en las zonas remotas del país, como las aldeas indígenas, y en esos casos están conectadas vía satélite. El sistema operativo de la urna permite que la contabilización de los votos se actualice cada elección y cuenta con auditorías públicas para su verificación. El TSE, universidades y empresas tecnológicas auditan su funcionamiento con el fin de evitar percances al momento de votar.
Brasil es la muestra de que la tecnología puede favorecer a la democracia y universalizar el derecho al voto. De esta forma, la urna brasileña ha sido un ejemplo para varios países del mundo que aspiran a transitar de las boletas en papel a la urna electrónica. Asimismo, es muestra de las buenas prácticas, ya que la Justicia Electoral y organizaciones de observación internacional han comprobado su seguridad. Desde que se implementó la urna electrónica, el gigante sudamericano en ningún momento ha sufrido un fraude electoral.
Desconfianza en la urna
El funcionamiento de la urna nunca se había cuestionado. Incluso, los comicios en Brasil se habían caracterizado por el respeto a las reglas electorales y el reconocimiento de los resultados. Sin embargo, en 2022 el país sería testigo de la desinformación. Durante este ciclo electoral, la urna electrónica fue objeto de ataques por parte del entonces presidente Jair Bolsonaro, quien a su vez se encargó de difundir la idea de un supuesto fraude electoral una vez cayó derrotado en la contienda presidencial frente a Lula Da Silva. Nunca presentó las pruebas o documentos que pudieran avalar sus afirmaciones, aunque le funcionó para agitar y radicalizar a las masas bolsonaristas.
Tales cuestionamientos también tuvieron repercusiones y el mundo presenció las imágenes de personas acusando al TSE de hacer fraude. Por otro lado, los bolsonaristas pidieron a los militares un golpe de estado y que culminó con la toma de la sede de los poderes del país.
Ante este escenario, las palabras del presidente brasileño, la Justicia Electoral tuvo que tomar medidas. En noviembre de 2022, la autoridad electoral sancionó a Bolsonaro con 22,9 millones de reales por sembrar la desconfianza. Alexandre de Moraes, presidente del TSE en ese momento, declaró que la queja del Partido Liberal era “una ofensa contra las normas democráticas" y que buscaba "animar los movimientos criminales y antidemocráticos”. Unos meses después, en junio de 2023, este mismo tribunal determinó la inhabilitación de Bolsonaro por ocho años debido a ataques infundados que realizó contra el sistema electoral brasileño cuando aún se desempeñaba como presidente.
Por otro lado, si bien Bolsonaro planteó teorías sin fundamentos sólidos, no tomó en consideración que para esos comicios de 2022 se utilizó en parte un nuevo modelo de urna electrónica, que contaba con mejoras en el procesador, la batería o la accesibilidad, entre otras cosas. De un total de 577.000 equipos necesarios, del nuevo modelo se emplearon unas 225.000 unidades. Asimismo, referente a la confiabilidad en la urna, una encuesta de Datafolha del año 2022 mostraba que la confianza de los brasileños se situaba en el 79%, aumentado ligeramente con respecto a la anterior vez que se preguntó y siendo los más escépticos los votantes bolsonaristas.
Los ataques contra la urna electrónica no surtieron efecto debido a que es una herramienta que se implementó en 1996 y se universalizó en los años 2000. La ciudadanía confía, además, en el sistema electoral, lo cual se traduce en gobernabilidad y respeto a los resultados. Por último, el 6 octubre más de 155,9 millones de electores habilitados en los 5.567 municipios acudirán a las urnas en las que el bolsonarismo y el lulismo medirán fuerzas.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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