Bangladesh: el terremoto político
El país asiático se volvió tendencia debido a la dimisión de su primera ministra. Sin embargo, la inestabilidad del sistema político se debe al personalismo del régimen y las políticas adoptadas.
Bangladesh se ha convertido en tendencia entre la opinión pública debido a la caída de su primera ministra, Sheikh Hasina, quien se había convertido en centro del poder político.
Hasina proviene de un largo linaje político, ya que es hija de Sheikh Mujibur Rahman quien es conocido como el fundador del país. Su carrera política inició en 1981 cuando se convirtió en la presidenta de la Liga Awami de Bangladesh, un partido que se diferencia porque defiende a los bengalíes, que es una etnia que se diferencia de otras etnias musulmanas debido a su lengua.
En Asia, es común que diversos partidos defiendan a ciertos grupos de personas por su idioma, religión o fisonomía, a esto se les denomina «partidos étnicos». Este término, de acuerdo con el politólogo canadiense Peter Leslie, se diferencia de los partidos políticos tradicionales porque defienden a un sector de la sociedad. Incluso no deben ser confundidos como partidos minoritarios, regionalistas o independentistas. Su principal distintivo es que las causas que definen no necesariamente tienen que ver con el colonialismo, sino con la historia de sus independencias, la delimitación de fronteras o la migración.
En este caso particular, la Liga Awami cobró mucha importancia como el partido político que fundó Bangladesh tras la independencia de Pakistán; no obstante, este en su actuar tuvo ciertos matices autoritarios. Cuando asumió el poder en 1971, cerró periódicos o encarceló periodistas pro-pakistaníes o cambió el régimen de gobierno a un modelo parlamentario.
Abrazar el poder (2009-2024)
Tras diversos gobiernos militares, la Liga Awami participó en los comicios de 1986 por primera vez, puesto que en años anteriores no creía en la democracia y tampoco en las elecciones como método para llegar al poder. Fue en 1996 cuando la Liga Awami logró tener la mayoría parlamentaria y así formar un gobierno con Sheikh Hasina a la cabeza, ocupando el cargo de primera ministra en cinco ocasiones: 1996-2001, 2009-2014, 2014-2019, 2019-2024 y 2024.
En cada administración, comenzó a endurecer su forma de ejercer el poder, así como la persecución contra otras etnias musulmanas. Dicho comportamiento suele ser característico en los partidos étnicos, ya que cuando asumen el poder implementan políticas que favorecen a estos grupos y por ende discriminan a otros sectores. Esto se ha observado en otras latitudes como Narendra Modi y el BJP en la India; en Turquía el Partido de la Justicia y el Desarrollo con Recep Tayyip Erdogan; o la Liga Musulmana de Pakistán.
Hasina y la Gran Alianza Bengalí en 2008 ganaron 230 escaños de 300, por lo cual gobernó con una amplia mayoría. Mientras que el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), la principal fuerza opositora, se había dedicado a cuestionar las políticas públicas y la represión utilizada para sofocar manifestaciones. Cabe destacar que la rivalidad entre estos partidos se remonta a la independencia de Bangladesh, puesto que ambos sostienen que sus líderes fueron los padres de la patria.
Para los comicios de 2014, volvió a ganar de la mano de sus aliados, 288 escaños, lo cual le permitió continuar con su proyecto político. A pesar de que Hasina fue vista como una de las líderes más influyentes por su política energética, el apoyo a las mujeres y el crecimiento económico, también generó que la gobernanza democrática se fuera erosionando debido a su intolerancia hacia las protestas.
Ahora bien, la debilidad institucional también se debió a la oposición del BNP, quien dijo que no participaría en esa jornada. Exigían que la primera ministra entregara el poder y llamara a elecciones. Ante la negativa, se convocaron huelgas y paros nacionales que no mermaron al oficialismo, quien se impuso en las urnas sin problema. Durante ese tiempo, se ordenó el arresto de Jaleda Zia (BNP), la primera mujer que gobernó el país en 1991, por presuntos señalamientos de corrupción.
Esto generó un clima propicio para el autoritarismo y el encarcelamiento de opositores, puesto que Hasina sostenía que el Partido Nacionalista era terrorista. Con esta retórica, buscó limitar la esfera de influencia y desacreditar la imagen de Zia. En ese mismo contexto, la Comisión Electoral Independiente pidió al gobierno desplegar el ejército para mantener la paz.
El BNP convocó a una marcha, a pesar de que se había decretado una prohibición por parte del gobierno. El objetivo era hacer presión y demostrar la inconformidad con el gobierno. Ante la crisis y las movilizaciones, la primera ministra llamó a formar un gabinete electoral con sus aliados para supervisar el curso de las elecciones.
Como podemos ver, el régimen dejó al descubierto sus tintes autoritarios, los cuales han sido cuestionados por los partidos y organizaciones de derechos humanos, quienes sostienen que no se permite la libre expresión. Esto ha generado que el país tenga una democracia híbrida, es decir, que se celebran elecciones periódicas pero que no necesariamente son libres y competidas, dado la inhabilitación de algunos contendientes.
En 2018 nuevamente hubo elecciones para elegir 151 escaños del parlamento; el BNP se negó a participar y los resultados fueron los siguientes: la Liga Awami obtuvo 127 escaños, el Partido Jayita ganó 20 y otros partidos minoritarios ganaron los 3 restantes.
A partir de tales elecciones, la oposición no partidista se ha radicalizado como una forma de mostrar su inconformidad. Se han llevado a cabo diversos atentados contra edificios públicos, así como el propio cuerpo de seguridad de Hasina declaró que se evitaron 19 atentados en su contra. Lamentablemente, aquellos regímenes que gobiernan para una etnia sin procurar incorporar al resto acaba estimulando la emergencia de actos violentos.
El país del sudeste asiático ha transitado de una democracia imperfecta a un modelo autoritario que ha consolidado el liderazgo de un solo partido, impidiendo que la oposición pueda competir en equidad. Ahora bien, la oposición insistió en que los comicios fueran celebrados por un gobierno interino que no tuviera influencia en el gobierno para que pudieran participar. La petición fue negada.
La caída (2024)
Para inicios de 2024, Hasina se presentó nuevamente para un tercer mandato consecutivo. La oposición actuó bajo el mismo modelo de sabotear las elecciones, por lo que el oficialismo obtuvo 224 escaños. En consecuencia, la Liga Awami retuvo el poder, sin embargo, fue a partir de una ley que establecía cuotas para trabajar en la Administración Pública, lo que generó movilizaciones y tensión.
Dicha ley proponía que el 30% de los espacios se destinaran a excombatientes de la independencia o a su descendencia para trabajar en la Administración Pública. Empero, el Tribunal Constitucional ordenó que ese porcentaje se redujera a 5% y se sumara un 2% para minorías. De esta forma, se garantizaban empleos para una mayor parte de la población. El modelo implementado en un principio estaba sesgado a favor de los intereses del partido de Hasina, que permitía consolidar una burocracia a sus órdenes.
Es pertinente señalar que, como establecieron los politólogos Guillermo O'Donnell y Philipp C. Schmitter, se formó un «autoritarismo burocrático», es decir, que los servidores públicos sostienen al régimen, pero también demuestran cierta eficiencia para hacer funcionar al gobierno. En consecuencia, las protestas juveniles se tornaron violentas dejando cerca de 300 muertos a causa de la dura represión ordenada por Hasina, pero culminaron con la dimisión de la primera ministra y su partida a la India.
Finalmente, se nombrará a un gobierno interino encabezado por el Premio Nobel de Economía Muhammad Yunus, apodado el «banquero de los pobres». Su designación fue oficializada por el presidente Mohammed Shahabuddin y fue respaldado por los militares, la sociedad civil y el movimiento estudiantil. El gobierno interino liderado por Yunus, a la espera de una nuevas elecciones generales, tiene una ardua tarea ante un contexto de desorden, violencia y fragilidad económica.
Firma invitada - Sebastián Godínez Rivera es politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabaja como analista en un Think Tank y es columnista en Latinoamérica 21.
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