La gestión de Mazón durante y después de la DANA: cómo no comunicar en tiempos de crisis
La DANA del 29 de octubre fue devastadora para la Comunitat Valenciana y ha supuesto una prueba de fuego a nivel político y comunicativo para el president Carlos Mazón y su Consell.
La Comunitat Valenciana ha demostrado ser una pieza clave en la estrategia electoral del Partido Popular (PP) a nivel nacional, particularmente bajo el liderazgo de Carlos Mazón. El PP de la Comunitat Valenciana perdió el gobierno al estar inmerso en varios procesos judiciales, gobernando así desde el 2015 hasta el 2023 el Botànic (Partido Socialista del País Valencià –PSPV–, Compromís y Unides Podem).
Desde que ganó la presidencia de la Generalitat Valenciana tras las elecciones autonómicas de 2023, Mazón, aún siendo un mal orador, se convirtió en una figura destacada, consolidando una percepción positiva entre los valencianos gracias a su habilidad para conectar con el electorado por su forma de comunicar en redes sociales creando simpatía. Este contexto convirtió a la región en un bastión estratégico para el PP, con un crecimiento en las encuestas que casi le asegura la mayoría absoluta y sumando más que la izquierda junta, alcanzando un 40,1% de apoyo proyectado hasta antes de la DANA.
El liderazgo de Mazón, proveniente del «zaplanismo»1, fue bien recibido gracias a su estilo pragmático y su capacidad para conectarse con las necesidades locales, especialmente en Alicante, su base política más fuerte aunque con dificultades para conectar con el electorado de Valencia. Su forma de comunicar positivamente, siendo cercano con la ciudadanía y sobre todo y lo más importante comunicando todo acción que realizaba como president. Sin embargo, la gestión de crisis como la DANA ha supuesto un desafío a su imagen y podría alterar esta percepción favorable que había recuperado tras dejar atrás la percepción negativa del partido con el Caso Gürtel. La región, crucial para los resultados de cualquier partido en elecciones nacionales, también se ha convertido en un laboratorio político donde el PP busca consolidar su mensaje de estabilidad y eficiencia administrativa en preparación para futuros comicios.
Las tres fases de la comunicación de Mazón
La gestión de Carlos Mazón durante la reciente DANA o barrancà en la Comunitat Valenciana no solo ha sido objeto de escrutinio por sus decisiones administrativas, sino también por su comunicación no verbal, que desempeña un papel crucial en la percepción pública de un líder en tiempos de crisis. En situaciones de emergencia, el lenguaje corporal y las señales no verbales pueden transmitir empatía, control y confianza, tres elementos esenciales para calmar y conectar con la población afectada.
Mazón defendió su papel argumentando que estuvo informado y presentado en todo momento. Sin embargo, las críticas apuntan a una desconexión entre sus declaraciones y la percepción ciudadana. Es fundamental que la comunicación no verbal avale el discurso. Una parte significativa de esta brecha podría atribuirse a la falta de señales no verbales que transmitieran cercanía emocional. Por ejemplo, los líderes en contextos similares suelen emplear gestos abiertos y receptivos, como inclinarse hacia las personas al interactuar, movimientos de manos que refuercen sus palabras y un contacto visual firme para generar confianza. En el caso de Mazón, estos elementos parecen haber sido insuficientes o inconsistentes, lo que debilitó su capacidad para proyectar una imagen de liderazgo seguro.
El contraste con otros actores, como los Reyes de España, resulta notable. Mientras que estos últimos fueron elogiados por su actitud cercana, reflejada en expresiones faciales de solidaridad y gestos que denotaban comprensión del sufrimiento ajeno, Mazón fue criticado por centrarse en una defensa técnica de su gestión, lo cual restó impacto emocional a sus intervenciones públicas. Incluso sus apariciones fueron percibidas como tardías o insuficientes, reforzando la idea de una desconexión con las expectativas. Además, de ocupar una posición en segundo plano debido a que no quería una exposición pública ante el temor de las críticas de la opinión pública indicando una debilidad palpable.
Aparte, el contexto en el que se dio esta crisis exacerba la importancia del lenguaje no verbal. La indignación popular, reflejada en protestas multitudinarias, cuestionó no solo las acciones de Mazón, sino también su actitud. La percepción de que su presencia era más defensiva que proactiva se ve alimentada por la ausencia de gestos y posturas que reflejan compromiso total. En este sentido, el lenguaje corporal puede ser tan determinante como las decisiones políticas, especialmente cuando la confianza pública está en juego.
La comunicación no verbal de Mazón durante la DANA pone de manifiesto la necesidad de un enfoque más consciente y estratégico en este ámbito, especialmente para líderes que enfrentan situaciones de alta presión. En contextos de catástrofe, no basta con estar informado o presente; también es crucial transmitirlo de manera clara, tanto con palabras como con el cuerpo. La población no solo evalúa lo que se dice, sino cómo se dice, y en este caso, la brecha entre ambos aspectos contribuyó a una percepción negativa que podría haber sido mitigada con una comunicación.
A lo largo de la gestión del president Mazón tras la barrancà del 29 de octubre, podemos distinguir 3 diferentes fases comunicativas. La primera de ellas fue el Mazón comunicador de crisis, en la que éste, ataviado con su chaleco rojo de emergencias, se vestía de técnico y pretendía mostrar un perfil profesional y de gestión. En esta versión de sí mismo, Mazón fue duramente criticado por “defenderse a sí mismo” y no sentir pesar ni tristeza por las víctimas. La crítica a la impostura y a la falsedad del uniforme llevó al president y a su equipo a decidir un cambio comunicativo en su imagen.
Tras las primeras polémicas y los primeros escándalos, el president buscó convertirse en un «valenciano medio», vestido con pantalones vaqueros, jersey y camisa, como podría ir vestido cualquier trabajador valenciano de su edad a la oficina. Una imagen de normalidad que tampoco terminó de calar y que tuvo su cénit tras el lanzamiento de barro que se produjo contra Mazón y Sánchez el día de la primera visita de los Reyes de España. En este rol, se veía a un Mazón alicaído y abatido, incapaz de liderar y de subir la moral de sus tropas, de su ciudadanía y de su propio Consell.
A esta le sigue una tercera fase, en la que Mazón abandona definitivamente el protagonismo, se viste de traje y corbata, delega responsabilidades en el vicepresidente Gan Pampols, cuya figura se analizará en el segundo apartado, y el resto de su equipo y aparece únicamente para realizar anuncios importantes, como la remodelación de su gabinete. Aquí Mazón aparece despojado de toda heroicidad, incluso de su lado más humano, para convertirse en un gestor de la recuperación con el perfil más bajo posible, siendo consciente de la corriente de opinión desfavorable que existe contra él. Resulta paradójico que es en esta fase en la que se puede observar un resurgir en la actitud de Mazón: es la primera vez que imprime, al menos formalmente, un cierto liderazgo. Pero su voz atropellada y sus intentos de hablar valenciano (una lengua que apenas ha hablado en su primer año de mandato y que es mayoritaria en las comarcas afectadas) resultan forzados y poco creíbles. De hecho, quizás sean sus cambios de tono constantes y sus declaraciones contradictorias unas con otras las que dificulten que el president sea percibido como un político creíble.
La encuesta elaborada por 40db para El País señala que casi el 90% de los encuestados consideran a Carlos Mazón como el líder más ineficaz durante la gestión de la DANA en la Comunitat Valenciana. Otra encuesta elaborada por SigmaDos para El Mundo revela que cuatro de cada diez personas culpan de la gestión al propio president. Como en toda crisis emergen liderazgos reforzados por la opinión pública y en este caso una de las figuras que más ha destacado es la de Pilar Bernabé gracias a la narrativa visual en sus fotografías, la delegada del gobierno en la Comunitat, gracias a su trabajo, comunicación y dedicación, ha tomado fuerza en la ejecutiva socialista, postulándose así como futurible candidata del PSOE a la alcaldía de Valencia.
En este sentido, un apunte en clave comunicativa que creemos conveniente remarcar es el hecho de que existen los portavoces y las portavocías profesionales. Un líder ha de estar preparado para cualquier situación, pero siempre existe la posibilidad de que un evento lo sobrepase. O, por qué no decirlo, que existan desavenencias entre las diferentes familias de un gobierno y no exista un consenso sobre quién debe ser el portavoz que dé voz a las diferentes sensibilidades.
Quizás, en este caso, en el que la autoridad de Mazón fue rápidamente desacreditada y el rechazo fue creciente, hubiese sido conveniente la elección de un portavoz profesional. Una figura independiente que, como la de Patrícia Plaja en el anterior Govern de la Generalitat de Catalunya, aportase cordura, explicase las medidas emprendidas por el Consell de manera pedagógica, atendiese a los medios de comunicación de manera profesional y evitase los ingentes errores comunicativos que, en tono y forma, ha tenido el Consell en este largo mes que ha transcurrido desde que ocurriese la DANA.
La llegada de Gan Pampols: un punto de inflexión
La relación entre los militares y la política en España tiene raíces históricas profundas y, a menudo, complejas. Durante gran parte del siglo XX, el papel de las fuerzas armadas estuvo vinculado a posiciones conservadoras. Sin embargo, en los últimos tiempos hemos visto nombramientos también en el ala más progresista de los militares como el ex Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Julio José Rodríguez, fichaje estrella de Podemos en las elecciones generales de 2015, o hasta hace poco la exdiputada socialista Zaida Cantera.
El nombramiento del general Gan Pampols como vicepresidente segundo y conseller para la Recuperación Económica y Social de la Comunitat Valenciana lanza un mensaje claro pero también controvertido a la sociedad: se recurre a una figura militar para asumir una responsabilidad que tradicionalmente recaería en gestores políticos o técnicos. Este movimiento refleja, por un lado, un intento de apelar a la percepción positiva que generan en la actualidad los militares. Optar por un militar en lugar de un profesional de perfil civil puede interpretarse como una señal de desconfianza en la estructura política existente o incluso como una estrategia para desviar la atención pública del desgaste político de Carlos Mazón y el PP valenciano.
Con los recientes nombramientos, Mazón parece buscar una estrategia para desviar la atención pública y reducir la presión sobre su gestión. Sin embargo, esta maniobra, tanto por su momento como por la forma en que se ha llevado a cabo, resulta altamente arriesgada, especialmente en un contexto donde las demandas ciudadanas no se limitan a cambios en su ejecutivo, sino que exigen su dimisión como presidente. Sin embargo, Mazón enfrenta una situación compleja. Su figura ya está desgastada ante la ciudadanía valenciana, y cualquier acontecimiento negativo que ocurra durante su mandato seguirá alimentando una percepción crítica que, lejos de diluirse, podría consolidarse en el imaginario colectivo. La gestión de la reconstrucción será clave no solo para el futuro inmediato de la Comunitat Valenciana, sino también para el legado político del PP en la región.
Las declaraciones del general omiten un aspecto crucial: al ocupar un cargo público y político, está sujeto a responsabilidades y a rendición de cuentas en el ámbito político. En una sociedad donde la desinformación ha saturado las redes sociales, generando discursos antipolíticos y reavivando el temor al concepto de «Estado fallido», no resulta adecuado limitar el juicio únicamente al plano técnico. Es esencial recordar que quienes ocupan posiciones de poder deben asumir las implicaciones políticas de sus acciones y decisiones, especialmente en contextos donde la percepción pública de las instituciones está en juego. Reducir el debate a criterios exclusivamente técnicos no solo elude esta responsabilidad, sino que igualmente contribuye a debilitar la confianza ciudadana en las estructuras democráticas.
Además, al afirmar que en su nueva responsabilidad no recibirán directrices políticas, resultan problemáticas por varias razones. En un sistema democrático, cualquier cargo público, especialmente uno relacionado con una tarea tan crucial como la reconstrucción tras una crisis, debe estar alineado con las directrices políticas del gobierno que lo nombra. Negar esta conexión puede interpretarse como un intento de despolitizar un rol que, por su naturaleza, es intrínsecamente político.
En este mismo sentido, resulta bastante ilustrativa a nivel comunicativo la gestión de la eliminación del tope salarial por parte del Consell para remunerar con más de 100.000 euros anuales a Gan Pampols. De hecho, el propio teniente general afirmaba en sede parlamentaria que “se trataba de un error de comunicación”, y que no conocía la cuantía que iba a percibir. Y es que, de nuevo, volvemos a observar una gran incongruencia entre las palabras y las acciones, que supone el quid y el gran problema de este asunto. Quizás, en otro contexto, este aumento no fuera un problema, pero, en uno de los momentos más dramáticos de la historia reciente de la Comunitat Valenciana y con un Consell que genera un fuerte rechazo, no parece que sea el momento oportuno.
Con esta subida, Gan Pampols ha pasado del marco de “llegar para servir” o del “ofrendar nuevas glorias a España” al marco de “se va eliminado el tope salarial en el Consell para que el teniente general pueda ganar más que el presidente del Gobierno de España”. Para él, se trata de sus derechos retributivos adquiridos para que un teniente general pueda cobrar lo mismo que cuando estaba en activo. De nuevo, aquí nos encontramos con la gran contradicción: por mucho que se niegue a asumirlo, el militar ocupa un puesto político que emana de la soberanía de los valencianos en las urnas, y no un puesto técnico en la administración. A veces, comunicación y coherencia son dos palabras cuyos destinos se encuentran, indefectiblemente, unidos.
La tensión crece en las calles: tres perspectivas de futuro en la Comunitat Valenciana
Como diría Iván Redondo, anterior jefe de gabinete de Pedro Sánchez, la llegada de cualquier partido a La Moncloa pasa por la periferia de Madrid, y como puntos clave Andalucía, Catalunya y la Comunitat Valenciana. Es decir, el escenario de unas elecciones generales con un bipartidismo imperfecto donde la fragmentación y la necesidad de llegar a acuerdos para formar gobiernos es esencial, la diferencia entre un bloque ideológico y el otro pasa por sumar más apoyo por el Corredor del Mediterráneo.
Las redes sociales han sido un elemento crucial a la hora de publicar los hechos en las diferentes zonas, aunque ha habido una cantidad de desinformación aprovechando el momento de confusión para generar miedo en la población. Los valencianos se han movilizado protestando por la inacción del gobierno autonómico en diversas manifestaciones haciendo que no caiga en el olvido como consecuencia para las siguientes elecciones autonómicas. Por ello, vislumbramos tres posibles escenarios futuros en la región:
1. Mazón convierte el resentimiento en esperanza
Carlos Mazón enfrenta una crisis de legitimidad, pero puede optar por transformar el descontento social en un proyecto de reconstrucción colectiva. Su estrategia se basaría en apelar a la unidad y en reforzar la relación de que los problemas tras la DANA son consecuencia de fallos estructurales, no individuales. Esto requiere una gestión comunicativa eficaz que combine autocrítica con promesas tangibles, como inversiones en infraestructuras resilientes y compensaciones directas a los damnificados. Si logra ejecutar políticas visibles y efectivas, podría reposicionarse como un líder comprometido con la recuperación, neutralizando parcialmente el desconcierto.
En este escenario, el mensaje de “todos los políticos son iguales” actuaría como un mecanismo para diluir responsabilidades y reducir el impacto de la crítica. Si bien esta narrativa puede erosionar la confianza en las instituciones, beneficiaría a Mazón al desviar el foco de atención hacia cuestiones sistémicas, permitiendo que se mantenga en el poder y refuerce su liderazgo regional y nacional.
2. Presión desde Génova 13 y nuevas elecciones
Conforme crece el malestar social y las protestas no cesan, la continuidad de Mazón podría representar un problema estratégico para el PP a nivel nacional. Ante esta situación, Alberto Núñez Feijóo, en su afán por proteger la imagen del partido, podría presionarlo para dimitir. Esto abriría paso a unas nuevas elecciones autonómicas en un contexto político altamente polarizado.
En este escenario, Vox tendría una oportunidad para fortalecer su discurso de oposición contundente al «sistema», buscando capitalizar el descontento con las élites políticas. Por su parte, Compromís podría crecer mediante un repliegue en clave identitaria y valencianista, apelando a la movilización de sectores sociales que sienten que los intereses de la región han sido ignorados. El PSPV trataría de presentarse como una alternativa moderada, aunque fragmentada. Esta situación podría llevar a una mayor fragmentación del voto y complicar la formación de un gobierno estable.
3. Moción de censura con apoyo inesperado de Vox
En un movimiento estratégico inesperado, Vox decide apoyar una moción de censura contra Mazón para desmarcarse del PP. Esta acción, aunque aparentemente contradictoria, les permitiría posicionarse como la opción más coherente frente al descontento social y político.
La moción triunfa y se convocan elecciones anticipadas. Este escenario beneficia a Vox, que consolida su narrativa de ser la única fuerza capaz de tomar decisiones «firmes y necesarias», y Compromís, que aprovecha el contexto para reforzar su agenda valencianista y progresista. Mientras tanto, el PP y, en parte, el PSPV se enfrentan a un desgaste significativo por su asociación con la crisis y la percepción de incapacidad para ofrecer soluciones efectivas.
El resultado de este proceso sería un parlamento autonómico más fragmentado y polarizado, con un probable fortalecimiento de las fuerzas más radicales o identitarias en detrimento de los partidos tradicionales. Este desenlace podría complicar la gobernabilidad y reconfigurar el panorama político en la Comunitat Valenciana, con implicaciones para la estrategia nacional de los principales partidos.
Gracias por leer En Disputa. Si te gusta la newsletter, haga clic a continuación para unirte al grupo de suscriptores de pago. De esta forma, permites la sustentabilidad y la mejora de nuestra página web.
Movimiento partidario del ideario político de Eduardo Zaplana, president de la Generalitat Valenciana de 1995 a 2002. Carlos Mazón estuvo al frente de la dirección general de Juventud en el Consell de Zaplana.
Un desastre. Por qué no dimite?