El oficialismo chileno: en busca de la sucesión
El oficialismo chileno busca confluir en una candidatura conjunta de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. Objetivo más inmediato: fortalecer la candidatura mediante primarias.
Chile celebrará sus elecciones presidenciales a finales de 2025 (la primera vuelta el 16 de noviembre y la segunda vuelta el 14 de diciembre), por lo que los diferentes espacios políticos ya realizan movimientos en esta dirección.
El presidente Gabriel Boric no podrá presentarse a los comicios de este año, debido a que en Chile no se permite la reelección inmediata. Si bien los niveles de aprobación del presidente son bajos, la búsqueda de un sucesor que sea competitivo en la arena electoral no está siendo una tarea sencilla para el oficialismo. También temas como el de la seguridad pública, que marcan el panorama político actual, estarían impactando negativamente en las opciones del oficialismo.
El repliegue del oficialismo contrasta con una actitud más combativa de la oposición. La conservadurización de la agenda política favorece a los candidatos de la derecha y la ultraderecha. En este sentido, los nombres de estos dos espacios ya estarían definidos. Evelyn Matthei sería la principal figura de la derecha tradicional agrupada en la alianza Chile Vamos, mientras que el espacio de la ultraderecha cuenta esta vez con dos candidaturas presidenciales, la de José Antonio Kast (Partido Republicano) y la del outsider Johannes Kaiser (Partido Nacional Libertario).
Atendiendo las encuestas, Matthei y Kaiser se sitúan en la actualidad como los dos candidatos con mayor intención de voto. Así, una parte importante del oficialismo proyectaba en la figura de la expresidenta Michelle Bachelet una opción con garantías para encarar las elecciones de 2025. Pese a que esta terminó declinando, ¿por qué se pensaba en Bachelet?
«Bache-tres»: la opción que no se concretó
El gobierno de Gabriel Boric se estableció con el respaldo de dos coaliciones: Apruebo Dignidad (Frente Amplio, Partido Comunista, Federación Regionalista Verde Social y Acción Humanista) y Socialismo Democrático (Partido Socialista, Partido por la Democracia, Partido Radical y Partido Liberal). Con los resultados que dejó las elecciones parlamentarias de 2021, Boric no podía gobernar solo con el Frente Amplio y los otros partidos de Apruebo Dignidad, de ahí que llegase a un acuerdo con el Socialismo Democrático para que se integrase en su gobierno. Durante dicha presidencia, las relaciones entre ambas coaliciones se fueron afianzando y esto posiblemente se materializará en una candidatura conjunta de cara a las elecciones presidenciales de 2025.
El nombre de Bachelet, así pues, parecía una opción competitiva y de consenso para encabezar la candidatura del oficialismo. Principalmente dos aspectos permitían pensar en la expresidenta chilena: la imagen positiva que sigue generando entre la ciudadanía y la capacidad para dialogar con todo el arco de la izquierda institucional. En este contexto político, destacaba por ser una figura que reunía adeptos tanto entre la opinión pública como al interior del oficialismo. La política socialista, por su experiencia, podía navegar con destreza ante un Chile que deja atrás el estallido social de 2019.
Como se señaló con anterioridad, Michelle Bachelet a principios de marzo rechazó postularse. La propia expresidenta en ningún momento había manifestado su intención de concurrir a las elecciones de 2025. Esta candidatura había sido promocionada principalmente por el Partido Socialista y el Frente Amplio. Sin embargo, desde el entorno de la exmandataria, no observaban un contexto propicio y seguro como el de 2013 para volver a candidatearse.
Una vez quedó descartada esta opción, el oficialismo ha optado por definir su candidatura a través de una primaria, que se celebrará el próximo 29 de junio junto a las de los otros espacios políticos. Por ahora, la principal precandidatura de la primaria oficialista es la de Carolina Tohá, integrante del Partido por la Democracia y exministra del Interior y Seguridad Pública. En las encuestas, ya va reuniendo un mayor nivel de apoyo, aunque no es una de las figuras políticas más populares de Chile.
Con vista a la primaria, el Frente Amplio quería presentar como su precandidato a Tomás Vodanovic, alcalde de la comuna de Maipú y el político mejor evaluado del país. No obstante, Vodanovic descartó dicha posibilidad. El FA tampoco pudo convencer a su jefe de bancada en la Cámara de Diputadas y Diputados, Gonzalo Winter. Otra opción que ha tanteado esta colectividad es el de Beatriz Sánchez, quien fue su candidata presidencial en 2017 y hoy se desempeña como embajadora de Chile ante México.
El partido del presidente, en este sentido, está teniendo dificultades para encontrar un precandidato que pueda competir en la primaria, al punto de que podrían no presentar su propio representante. Algo similar le ocurre al Partido Socialista, que se hubiese visto fuertemente beneficiado con una nueva candidatura de Bachelet. Los socialistas, asimismo, habían mostrado interés por el gobernador de la región Metropolitana, Claudio Orrego, si bien descartó presentarse.
Por parte del Partido Comunista, todavía no se ha dado una definición de su precandidato. El Pleno del Comité Central cuenta con dos nombres sobre la mesa: Daniel Jadue, exalcalde de la comuna de Recoleta, y Jeannette Jara, ministra del Trabajo. Probablemente Jara sea la elegida, dado que en el momento actual tiene una mayor exposición pública y es una figura que genera más simpatías entre el resto de fuerzas del oficialismo.
En consecuencia, al momento de escribir el presente artículo, las precandidaturas del oficialismo confirmadas serían la de Carolina Tohá (Partido por la Democracia), Vlado Mirosevic (Partido Liberal) y Jaime Mulet (Federación Regionalista Verde Social). Habrá que esperar a los movimientos que efectuarán el Frente Amplio, el Partido Socialista y el Partido Comunista.
En la medida que quedaron descartados los nombres de Bachelet, Vodanovic y Orrego, quienes posiblemente habrían generado un mayor dinamismo e impacto a la candidatura oficialista en el corto plazo, la primaria se proyecta como un proceso encaminado al fortalecimiento de esta alianza de cara a las elecciones presidenciales.
El constante retorno de los líderes de la «marea rosa»
Aunque la candidatura de Michelle Bachelet no se acabase concretando, el caso chileno muestra un patrón que también se ha dado en otros países de la región latinoamericana: todavía existe una dependencia en aquellos líderes que destacaron durante la oleada de gobiernos progresistas de principios del siglo XXI. En otras palabras, se generaron durante la «marea rosa» liderazgos fuertes que con el paso del tiempo no han podido ser reemplazados por nuevas generaciones.
El caso de Lula da Silva en Brasil se podría decir que es el caso más paradigmático del patrón descrito. La victoria electoral de 2022 contra Jair Bolsonaro no se pudo entender sin Lula, que logró construir su candidatura a partir de una proyección de horizonte asentada en su anterior experiencia de gobierno y la construcción de una coalición diversa que polarizase con el bloque bolsonarista. Aun cuando tales comicios estaban delineados por un panorama muy particular, la figura de Lula nunca había desaparecido de la política brasileña, su sombra era muy alargada.
Así, el propio Lula sugirió a Bachelet que buscase postularse por un tercer mandato, como hizo él. La idea que subyace es presentar en elecciones que se plantean adversas a candidatos conocidos, con experiencia gubernamental, y con la capacidad de “unir a los divergentes para derrotar a los antagónicos”, recordando la famosa frase del pedagogo brasileño Paulo Freire.
Por otro lado, en Argentina Cristina Fernández de Kirchner todavía sigue siendo una pieza clave en la conducción del peronismo. Si bien lo ocurrido en 2023 mostró la necesidad de renovación, su voz todavía se mantiene fuerte en el entramado peronista en la medida que ocupa la presidencia del Partido Justicialista y sigue existiendo La Cámpora. Igualmente, Evo Morales en Bolivia, posterior al golpe de Estado que sufrió en 2019, fue fundamental para la victoria de Luis Arce en 2020 y hoy, a pesar de la fuerte disputa que mantiene con el actual presidente boliviano, continúa siendo necesario para que la izquierda retenga el poder en las próximas elecciones.
Los liderazgos de Cristina y Evo es verdad que en el último tiempo han estado más discutidos a nivel interno (y externo), pero a su vez siguen siendo fundamentales para sus respectivos espacios. Dentro del patrón descrito, se podría decir que, con respecto a Lula y Bachelet, estos dos últimos casos representarían un subtipo distinto, porque con ellos no alcanza pero sin ellos no se puede1.
El pensar acerca de la dependencia en liderazgos fuertes puede hacernos sobreestimar la influencia de la forma de gobierno que rige en dichos países, el sistema presidencial. Por ello, aparte de la incidencia de las propias realidades nacionales, habría que prestar una atención especial a las organizaciones partidistas y su capacidad para generar sus propios cuadros dirigentes. Por ejemplo, el Frente Amplio de Uruguay muestra que se pueden construir canales institucionalizados para la emergencia de nuevos líderes.
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